El arte de la reinvención
El Fuenlabrada, con un presupuesto limitado y sin patrocinador hasta hace una semana, sobrevive a la marcha de todas sus estrellas
“Seguramente no hay un equipo en Europa que haya promocionado a cinco jugadores hasta la NBA [Nate Huffman, José Manuel Calderón, Walter Herrmann, Bismark Biyombo y Gustavo Ayón]”. José Quintana, el presidente del Baloncesto Fuenlabrada, presume orgulloso de su obra. Un club que ha hecho de la supervivencia un arte y que ha coronado su 15ª temporada en la élite con su tercera clasificación para la fase final de la Copa del Rey de la mano de Porfirio Fisac, que repite la hazaña tras lograrla en 2011 con el Valladolid.
“La hemos alcanzado porque no la hemos pensado. Ahora intentaremos no confundirnos. Si creemos que esto es un escaparate individual, no llegaremos a nada. Si anteponemos el grupo, igual sorprendemos”, apunta Fisac. “Ellos ya tienen un nombre. A nosotros nos toca currar”, espetó el técnico a sus jugadores durante un tiempo muerto en su último enfrentamiento en la Liga con el Madrid, su rival de hoy.
La semilla del baloncesto llegó a Fuenlabrada procedente de Belgrado. Hace 20 años y con el polideportivo Fernando Martín recién inaugurado, Quintana, por entonces alcalde de la localidad del sur de Madrid, ofreció al Partizán la posibilidad de jugar la competición europea en el nuevo pabellón durante su exilio forzado por la guerra de los Balcanes. Aquel equipo dirigido por Obradovic y liderado por Danilovic y Djorjevic se proclamó campeón de Europa y pasó a la historia como el Partizán de Fuenlabrada. El poder de fascinación que generó el periplo de aquel equipo estableció un vínculo inquebrantable entre el pueblo y el deporte de la canasta.
Seguramente no hay un equipo en Europa que haya promocionado a cinco jugadores hasta la NBA JOSÉ QUINTANA, PRESIDENTE DEL BALONCESTO FUENLABRADA
No había apenas rastro por entonces del actual club madrileño. Pero la pasión por el baloncesto del propio Quintana le llevó a lanzarse a la aventura de tener un equipo en la élite del baloncesto español. “Mientras otras ciudades del sur como Leganés o Getafe apostaban por el futbol nosotros lo hicimos por el baloncesto porque creíamos que teníamos más espacio para crecer y destacar puesto que en el futbol ya estaban el Madrid, el Atlético e incluso el Rayo”. La semilla germinó y la historia refrendó la apuesta. Tras un ascenso frustrado en 1996, al año siguiente el Ayuntamiento de Fuenlabrada pagó cerca de 400 millones de pesetas por la franquicia y la plaza en la ACB del Peña Recreativas de Huesca. Desde entonces, 15 años en la ACB (ahora Liga Endesa), con cuatro participaciones en los play off por el título, tres fases finales de la Copa y cuatro aventuras europeas. En su orla, al margen de los NBA, jugadores como Perasovic, Prigioni, Dueñas, Wood, Oleson, Fitch, Batista…
En el ideario del Fuenlabrada está hacer de la necesidad virtud. Con uno de los presupuestos más bajos (3,5 millones), ha sobrevivido a la marcha de sus piezas más destacadas al tiempo que tapaba sus agujeros económicos. Hace poco más de un año vendió a Batista, por entonces su jugador franquicia, al Caja Laboral por 850.000 euros y se sacó de la chistera a un desconocido Biyombo que, en apenas tres meses, pasó de jugar en el Illescas, de la LEB Plata, a encandilar a los ojeadores de la NBA, por lo que, tras una larga polémica judicial, se marchó a Charlotte a cambio de un millón de euros para el club madrileño. Entonces dio un paso al frente Ayón, un mexicano sin experiencia en las grandes Ligas que acabó el curso pasado como jugador revelación y que en diciembre decidió también hacer las Américas rumbo a Nueva Orleans dejando en las arcas 1,2 millones. Después asombró el senegalés Sené hasta que se lesionó de gravedad. Pero nada detuvo al equipo.
“Históricamente, hemos tenido muy buen ojo y algo de suerte”, apunta Quintana para resumir la secuencia de un club que ha vivido siempre con el cinturón apretado y ha subsistido casi dos años sin patrocinador. “Antes de la crisis, ya vivíamos en la austeridad. Cada año a final de temporada tocaba cuadrar las cuentas vendiendo las joyas de la abuela. Con Biyombo y Ayón tapamos el déficit y ahora el nuevo sponsor nos permitirá dejar el balance a cero y hacer una apuesta por un equipo más joven y darle más tiempo al grupo sin las urgencias de otras temporadas”, cuenta el presidente, que hace una semana presentaba el acuerdo de patrocinio por cinco años, a 600.000 euros el curso, con la empresa de bebidas energéticas Mad-Croc.
El propio Quintana lidera la ingeniosa y certera política deportiva: “Me implico mucho. Siempre que puedo acudo, por ejemplo, al Torneo de la Américas, en el que descubrimos a Huffman o Ayón. Tenemos que buscar espacios poco concurridos, sin mucha competencia, para fichar. Después tenemos a Ferrán López, que tiene que soportar que de madrugada le mande mensajes con las estadísticas de tal o cual jugador a seguir. El año pasado vio más de 1.000 vídeos”.
“Somos un club que tiene que arriesgarse cuando otros no lo hacen”, explica López, antiguo base del equipo y ahora director deportivo; “más que acertar, es apostar. Damos oportunidades a gente con la que otros tienen dudas. El que quiera venir al Fuenlabrada a ganar dinero lo tiene crudo porque no lo tenemos, pero damos minutos”.
El Fuenlabrada ofrece a jugadores poco conocidos o estancados la posibilidad de promocionarse en poco tiempo hacia retos mayores a cambio incluso de llevarse parte de su propio traspaso. Al sur de Madrid se esconde la fórmula para reinventarse.
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