Ni héroes ni valientes, profesionales
El Barcelona alcanza la final copera tras batir al Valencia en un partido funcionarial, sin mucho brillo
Acostumbra a pasar siempre que se anuncian partidos con títulos de película, como esta noche en el Camp Nou, día en que se aguardaba una noche de titanes y resultó ser una jornada pacífica, alejada de la épica de la Copa, un día de tantos, muy frío, ciertamente, imposible calentarse con el fútbol. No hubo héroes en el Valencia ni necesitó valientes el Barça. A la que los azulgrana encontraron la portería, los valencianistas se recogieron después de un excelente arranque y el interés se centró en contemplar las paradas de Diego Alves, las apariciones de Pinto y las fintas de Messi.
Al Valencia le pesan los partidos solemnes, también una semifinal de Copa. Laborioso en el día a día, se afloja en el momento decisivo, tal que fuera el equipo del gatillazo. Nunca jugó con la convicción que anunció a su salida de Mestalla sino que estuvo contemplativo y expectante, solo presente a ratos, abatido por los acelerones de La Pulga. No hay nadie más sensible a los partidos importantes que Messi. Anoche le bastó con un par de jugadas para resolver un encuentro que nadie habría dicho que no tenía retorno sino que más bien pareció de Liga.
Barcelona, 2 - Valencia, 0
Barcelona: Pinto; Puyol, Mascherano, Piqué, Abidal; Xavi, Thiago, Cesc (Iniesta, m. 90); Alexis (Alves, m. 86), Messi y Cuenca (Tello, m. 88). No utilizados: Valdés; Adriano, Dos Santos y Bartra.
Valencia: Diego Alves; Miguel, Rami, Víctor Ruiz, Jordi Alba; Albelda (Parejo, m. 85), Banega (Tino Costa, m. 70); Feghouli, Jonas (Piatti, m. 79), Mathieu; y Aduriz. No utilizados: Guaita, Bruno, Ricardo Costa y Bernat.
Goles: 1-0. M. 16. Cesc. 2-0. M. 70. Xavi.
Árbitro: Fernández Borbalán. Expulsó a Feghouli (m. 76) por doble amonestación. Mostró tarjeta amarilla a Aduriz, Víctor Ruiz, Cesc, Thiago y Dani Alves.
Camp Nou: 69.476 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por Antoni Tàpies.
El partido se puso de parte del Barcelona desde el inicio, cuando se cantaron las alineaciones, sobre todo porque en el bando azulgrana reaparecía Xavi mientras que el Valencia perdía a Soldado por la gripe, más que nada porque en el banquillo del Camp Nou asomaba de nuevo Iniesta. Aunque Busquets no llegó a tiempo para jugar, a Guardiola le sobró hasta Alves. El técnico prefirió a Puyol como lateral para combatir a la pareja Jordi Alba-Mathieu, optó por Thiago como medio centro y apostó como tercer delantero por Cuenca. Un muy buen equipo.
Puesta la pelota en juego, sin embargo, el plantel de Emery se manejó mejor, refugiados los azulgrana en su cancha, incapaces de salir del área por la presión del adversario, sometidos en las jugadas de estrategia, intimidados por el tallo largo de Aduriz y el fútbol sutil de Mathieu, un zurdo que en los cruces con el Barça ser reencarna en el Piojo López, el delantero que abrió la puerta del Camp Nou a Van Gaal. Alejado del área de Diego Alves, no funcionaba en el Barça, que no sabía si elaborar o apretar, controlar o contragolpear, jugar o atacar.
Así las cosas, neutralizados tácticamente, los barcelonistas encontraron remedio a sus carencias en la figura infalible de Messi, excelente como asistente (20), siempre conectado con Cesc. La Pulga metió un pase largo para la carrera de Fàbregas, y el volante no solo le ganó la posición a Miguel sino que cruzó el balón sobre la salida de Alves, vulnerable cuando abandona los palos.
Estéril en muchos partidos muy bien trabajados, al Barça le alcanzó con una ocasión a contrapelo, en una transición, para tomar ventaja y revertir el dominio escénico.
El gol desmontó al Valencia, tan bien dispuesto en la medular como agujereado en su área por los errores continuados de Rami y Víctor Ruiz. Abierta la portería rival, el Barça desperdició hasta tres remates, uno de Messi, disminuidos unos y otros por la omnipresencia de Diego Alves, más a gusto con el papel de héroe que de compañero. Aunque a veces Thiago cerraba más que abría el campo, a los azulgrana no les costaba manejar el choque, alcanzar la cancha contraria y enfilar a los centrales, generar superioridades. A cambio, no remataban al Valencia.
Despabilaron un poco los valencianos después de reponer fuerzas en el descanso, sobre todo en una carrera de Jordi Alba, que le ganó por piernas a Puyol y remató sobre la salida de Pinto. El portero estuvo estupendo y pudo reivindicar su titularidad en un momento de tedio del Barcelona, aburrido hasta de sí mismo. Al rescate azulgrana acudieron Cuenca y más tarde Messi. No había manera, sin embargo, de vencer a Diego Alves, cada vez más agrandado, protagonista absoluto de la semifinal. Ni con la puntera podía La Pulga con el portero del Valencia.
El equipo de Emery vivía a expensas del acierto de Diego Alves. No atinaba el Barça y de vez en cuando comparecía el Valencia en el arco de Pinto. El partido se convirtió en un asunto de porteros. A un lado acosaban Puyol y Messi y al otro se presentaba punzante Jordi Alba. Iba y venía el cuero, descontrolado el partido, hasta la expulsión de Feghouli. No desaprovechó Messi la superioridad numérica y habilitó a Alexis en una larga salida que culminó Xavi con la ayuda de Víctor Ruiz. Únicamente uno de sus centrales podía batir a Diego Alves.
Ya no hubo más debate ni litigio en una noche futbolísticamente apagada, para suerte del Barça, poco exigido, por un triste Valencia en un partido que valía una final, la 12ª para el Barça de Guardiola, cuya leyenda empezó precisamente en una final de Copa contra el Athletic en Mestalla.
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