El Madrid se basta con una pierna
Guiado por Granero, el líder remonta un gol del colista, un Zaragoza en estado de zozobra, con una facilidad extraordinaria, sin alardes y con la pegada justa
Sin una nota de más, el Madrid despachó al colista con un ejercicio de trámite tras una semana tan intensa. Apuró lo justo sus múltiples recursos y con un par de acelerones después del descanso mandó a la lona al Zaragoza, que se despertó de repente de un sueño que nunca mereció, un gol de ventaja a los 10 minutos en su único remate con gancho en toda la noche. No tuvo más dictado, una menudencia ante un equipo como el Madrid, que en encuentros como estos se basta con una pierna.
Ya es costumbre. El Madrid concede primero, le gusta el drama, es un equipo de emociones. También es hábito que rivales de la graduación del Zaragoza se emocionen por la casualidad de un gol imprevisto y finalmente el espejismo les confunda. Ocurrió de nuevo en el Bernabéu, donde el Madrid solo necesitó paciencia para desabrochar a un adversario que subrayó punto por punto el estado comatoso en el que se encuentra: un presidente con tanto fondo de inversión como desapego de la hinchada, un equipo sin personalidad y angustiado, una plantilla remendada en verano e invierno y un técnico de urgencias para el caos general. Mala, muy mala pinta tiene este Zaragoza, con futbolistas de aquí y de allá que intentan sobrevivir en la zozobra institucional.
REAL MADRID, 3 - REAL ZARAGOZA, 1
Real Madrid: Casillas; Altintop, Pepe, Carvalho, Marcelo; Xabi Alonso (Lass, m. 61), Granero; Özil, Kaká (Callejón, m. 67), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, m. 72). No utilizados: Adán; Arbeloa, Coentrão y Varane.
Real Zaragoza:Roberto; Lanzaro, Paredes, Da Silva, Obradovic; Dujmovic, Micael (Hélder Postiga, m. 54), Apoño, Lafita; Luis García (Abraham, m. 74) y Aranda (Barrera, m. 66). No utilizados: Leo Franco; Pinter, Juan Carlos y Zucullini.
Goles: 0-1. M. 10. Lafita. 1-1. M. 31. Kaká. 2-1. M. 48. Cristiano Ronaldo. 3-1. M. 55. Özil.
Árbitro:Iturralde González. Amonestó a Paredes y Cristiano.
Unos 80.000 espectadores en el Bernabéu.
Incluso a un conjunto con tanto enredo le concedió un gol de ventaja el Madrid. A la primera, y casi única, incursión maña hacia Casillas, con el grupo de Mourinho en la Luna, Aranda enhebró con Lafita, que solo tuvo que soplar la pelota hacia la red. De alguna forma, un gol del Madrid, no del Zaragoza, que nada hizo, antes y mucho menos después, por merecer semejante bingo. Al tachón respondió el Madrid sin grandilocuencias, bien guiado por Granero, solvente junto a Xabi Alonso, y agitado por la movilidad de Cristiano y Benzema.
El caso de Granero es especialmente sospechoso. Cuesta creer que Mourinho haya tenido tantos reparos con el canterano, al que no cierra el paso ningún egregio, sino gente del pelotón como Khedira, Lass o hasta Coentrão. A ninguno de ellos se echó de menos ante el Athletic o el Zaragoza. Granero sabe jugar, pero no tiene clan, mundialista o mendesiano, y paga también esta predilección general de los entrenadores por taponadores de abdominales, tallo largo y tacos con lija. Son sus escoltas, nada que ver con el fútbol. Eso es de chicos como Granero, que se representan a sí mismos.
Con Granero al frente, el Madrid apenas tardó media hora en iniciar la remontada. Sin brújula el Zaragoza, en ventaja por un gol ni siquiera buscado, el conjunto local dispuso de la pelota y el campo. Más que suficiente. Lo justo para que Carvalho conectara con Kaká entre una montonera mal dispuesta de jugadores zaragocistas. El brasileño resolvió ante Roberto con la templanza de Curro Romero. Corregido el marcador, irrumpió Özil de vuelta del descanso. Otra seña del Madrid, que se recarga en los descansos, como ya hiciera contra el Athletic o en el Camp Nou.
Esposado en la banda derecha, Özil, otra vez iluminado, tiene clase de sobra para quitarse las cadenas. Lo sabe Granero, que le habilitó por la derecha para que el alemán cosiera el pase en la bota de Cristiano, que llegó como solista por el centro de la portería. Un gol sencillo que bien jaleó Chamartín, que necesita la reconciliación del portugués. Una grada sabia. Al instante se animó el propio Özil, que se aventuró por el vértice izquierdo del área de Roberto y le ejecutó con un disparo seco y contundente con la zurda. Desarmado el Zaragoza, el Madrid tuvo dos malas noticias, las lesiones de Xabi Alonso y Marcelo. La de este último ya sin posibilidad de cambio y sin clemencia por parte de Mourinho con el 3-1. Ni así le hizo cosquillas el equipo de Jiménez.
Bastó con medio Madrid ante un Zaragoza de naderías, un equipo condenado al naufragio salvo milagro. Sus chicos ni se conocen y en los despachos no encuentran salvavidas, están solos. Le espera una Liga eterna. Lo del Madrid es otra cosa. Gobierna el campeonato con solvencia y en sus próximos cuatro partidos no tiene que tomar ni el tranvía: debe cruzar la Castellana hacia Getafe y Vallecas y recibir al Levante y al Racing. Es su mes para la Liga. Un objetivo primordial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.