Ni Pekín ni Londres
El equipo femenino español se queda otra vez fuera de los Juegos tras una desastrosa actuación en paralelas
Aunque no lo parezca, la gimnasia es un deporte de equipo. Que se lo digan a Ucrania, con varias campeonas olímpicas en su historia reciente y hoy totalmente desaparecida de la élite. O a la República Checa, que, como Checoslovaquia, fue capaz de producir a la gran Vera Caslavska, la reina de los Juegos de México 68, y que no encuentra su sitio desde los 90. O a España, que acaba de confirmar en Londres que no estará en los Juegos Olímpicos del próximo verano tras no conseguir acabar entre los cuatro primeros del Preolímpico, la última oportunidad, la última bala para las discípulas del seleccionador Jesús Carballo. El equipo, que disputó la final de Sidney 2000 y Atenas 2004, tampoco estuvo en Pekín 2008.
El reto era enorme, lo sabía Carballo, que ha tenido que inventarse un equipo entero para este período olímpico, un plantel jovencísimo y lejos de la calidad que tuvieron las Laura Muñoz, Eva Rueda, Elena Gómez y hasta Lenika de Simone. Pero logró reunir un plantel competitivo, liderado por dos gimnastas con gimnasia de sobra, Ana María Izurieta y Paula Vargas, y con horas y horas de trabajo en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, con muchas competiciones para foguear a las menos expertas, el equipo acabó 12º en los Mundiales de Tokio en octubre, empezó a soñar. Esa plaza habría sido suficiente para garantizar la presencia en los Juegos hace cuatro años. Pero ya no lo es.
La Federación Internacional, presionada por el Comité Olímpico Internacional, introdujo este Preolímpico en el calendario para asegurar a los atletas una segunda oportunidad que en el caso de España ha resultado amarga como un pomelo. "No hemos tenido nuestro día", ha resumido desde Londres por teléfono Pedro Mir, delegado del equipo español y entrenador de dos de las gimnastas, Ainhoa Carmona y Cintia Rodríguez, esta última hoy en el banquillo, en Palma de Mallorca. Detrás de esa frase hecha, dos aparatos que se han convertido en un potro de torturas para las españolas: las paralelas y la barra. En el primero, Silvia Colussi, la chica que vino de Canadá para echar una mano, empezó tocando con los pies el suelo, Beatriz Cuesta cayéndose en la salida y Anita Izurieta, la más experimentada, la tímida líder del equipo, quedándose clavada en un cambio de presa antes de una de las sueltas, un fallo que se castiga prácticamente como una caída.
Con esos fallos y las notas de Canadá, que había participado en la subdivisión anterior, y de Francia, siempre Francia, las españolas ser fueron a la barra, el ejercicio más temido, con pájaros en la cabeza. "El equipo se ha venido un poco abajo después de las paralelas", reconoce Mir. Los Juegos se alejaban. En barra no ha ido mucho mejor, con otro par de caídas de Colussi y Carmona.
Tras terminar su grupo, las españolas iban cuartas, la última plaza para Londres, solo por delante de Holanda. Pero aún quedaba Italia, con la ex campeona del mundo Vanessa Ferrari de capitana y unas talentosas Ferlito, Preziosa y Fasana, probablemente el mejor equipo del torneo. Y Brasil y Corea del Sur... un mundo. Las españolas ni siquiera han podido presenciar su derrota, el adiós a cuatro años de duro trabajo y esfuerzo diario, de un año sin vacaciones de Navidad con Londres 2012 como incentivo. Un atasco de dos horas y media para volver al hotel, uno de esos embotellamientos que marcan la vida cotidiana de Londres, las ha obligado a comer a las seis, mientras Italia apuntalaba su ataúd olímpico. A falta de una subdivisión, España se quedaba fuera, superada por esta, Canadá, Francia y una sorprendente Bélgica. Al final, se clasificaron para Londres Italia, Canadá, Francia y Brasil.
¿Y cómo están las protagonistas? "Les hemos dicho que aquí no se acaba el mundo", explica Mir. "Pero han trabajado mucho y son muy jóvenes y obviamente algo así les afecta mucho. Este sistema es muy cruel".
El sistema del que habla hace que el equipo, formado por seis gimnastas y una reserva, se convierta en una única representante en Londres 2012. En Pekín fueron dos, y eso que España acabó 18ª en los Mundiales. Pero las reglas han cambiado. Carballo, con ocho Juegos como seleccionador femenino en la mochila, lo sabía bien y antes de viajar a Londres cruzaba los dedos: "Si nos sale perfecto, tendremos una opción", decía. No ha sido así.
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