Expediente X en Mallorca
El fútbol, para gracia y desgracia de quien lo disfruta y de quien lo padece, mantiene algunos misterios. Como que un equipo de Caparrós, más estratégico que cerebral, marque seis goles en un santiamén; o que un equipo como la Real, que acude con dos goles de ventaja y se vuelve a adelantar con otro gol, y se enseñorea en el campo con una suficiencia insultante, encaja tres goles en poco más de cinco minutos y otros tres sin darse cuenta; o que Xabi Prieto falle un gol de libro ante un portero pidiendo amnistía.
Misterios del fútbol que por más vueltas que se les dé seguirán siendo indescifrables, por más piruetas que hagan los entrenadores, por más que repasen el partido los futbolistas, por más que se apele al carácter o a la actitud, que son asuntos socorridos cuando no se sabe qué ha pasado.
Parecía que la Real, por fin, iba en serio en la Copa después de muchos años de traspiés indecorosos, de los que te doblan algo más que el espinazo, es decir, la cerviz. Y se le fue la vida en cinco minutos. Con el cielo abierto vio el infierno y, más aún, cuando Castro le robó el balón a Zubikarai rememorando el gol de Tamudo a Toni en la final de Copa de 2000 que le dio el triunfo al Espanyol y rompió hasta hoy su antigua amistad. Demasiadas ofensas para la Real en muy poco tiempo. Demasiadas incógnitas por resolver, un expediente X para el que no hay explicaciones lógicas.
La Real aguantó el primer sopapo sin moverse, el segundo le despeinó, el error de Xabi Prieto, su futbolista más intelectual, le hizo una herida. El tercero, le tumbó. Y ya no se levantó. No supo ni responder ni resistir. No había cambios que hacer: los del banquillo estaban tan desconsolados, asustados y extraviados como los del campo. El técnico también. Caparrós, mascando chicle, quizás para ocultar la sonrisa —más que los nervios—, de una situación inesperada que le coloca en unos cuartos de final casi abandonados.
Las cuestiones de fe en el fútbol tienen mucho que ver con la casualidad de unos y la fatalidad de los otros. A la Real le faltó cuajo, le faltó experiencia, le faltó sabiduría, le faltó templanza. Se encontró con un escenario insospechado y se quedó muda. Ahora lloverán dudas, pero es difícil resolver un expediente X si no cuentas con la agente Scully y el agente Mulder. Se buscan.
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