El Jefecito, jugando y sin jugar
El equipo elogia el carácter de Mascherano y su papel como central
A Mascherano no se le tiene por referente en el grupo porque sí. El santafecino, capitán de la selección argentina vive por y para el equipo, ya sea de albiceleste o ahora, se ha convertido en un espejo donde mirarse para el vestuario del Barça, donde es ejemplo por su conducta y por su rendimiento. El Jefecito, medio de corte defensivo, ha tenido que adaptarse a una nueva posición. Cuando Guardiola lo ha alineado de central, su rendimiento ha sido satisfactorio. En varios partidos, en ausencia de los lesionados Puyol y Piqué en el inicio del campeonato, aguantó el eje de la zaga azulgrana.
Pero llegó la visita al Bernabéu y, recuperados aquellos, Mascherano fue suplente. Su semblante no cambió. "Elige el míster", sostiene él. Tipo de equipo antes que de club -desde que salió de River en 2004 ha jugado en el Corinthians, el West Ham y el Liverpool antes de fichar por el Barcelona-, le tocó sentarse en el banquillo en un partido grande. "Es lo normal, ya dije siempre que los titulares son Puyol y Piqué si están bien", admitió otra vez en Yokohama, donde el Barça se prepara para el Mundial de clubes.
Por vez primera en mucho tiempo Guardiola abrió las puertas durante todo el entrenamiento, así que se le pudo ver de cerca en una práctica. Como sus compañeros, incluido Messi, El Jefecito también gana en las distancias cortas. Puro nervio, parece un ventilador en los partidos en campo corto, porque no para. Por supuesto, además lució el tackle. Ese estilo tan inglés que él defiende es marca registrada: "Siempre lo hice. ¡Es genuino, no me niegue ese mérito!", dice con fingido enfado cuando se le pregunta si es una lección aprendida en Inglaterra esa de tirarse al suelo para rebañar la pelota. "Tiene un riesgo: llegar tarde. Pero él lo hace de una manera espectacular. Es muy británico pero ya lo usaba cuando llegó al West Ham", sostiene Cesc, que le destaca por sus nervios, su tensión y su calidad táctica. Inmejorable compañía, se le tiene, además, por una buena influencia para Messi, semejante a la que tenía en Milito. "Es un ejemplo", asegura Leo al hablar de Mascherano, de 27 años, tres más que él.
El de Santa Fe fue un <1>5 clásico argentino, un medio de corte defensivo, dinámico como una bola en una máquina de pinball, hasta que llegó al Liverpool. "Puede que esa maquinita sea el mejor centrocampista del mundo", dijo en su momento. Ahora resulta que ha aprendido también a jugar de central y para Guardiola ha sido, hasta el sábado pasado, el central más en forma del equipo durante el inicio de campeonato. "He aprendido. Y sigo aprendiendo a jugar de central. No creo que sepa nunca lo suficiente, pero me siento cómodo, estoy a gusto", sostiene. "Es una exigencia, un puesto que te pide interpretación", insiste.
"Tiene una anticipación bestial, salida de balón y mucha velocidad", le elogia Piqué, que, como todos, calla cuando el volante central de la albiceleste habla. "Está dotado técnicamente y recupera muchas pelotas. Pero sus características más importantes son su personalidad y carácter", asegura Batista, ex seleccionador argentino. Se da la circunstancia de que Mascherano debutó de la mano de Bielsa antes en la selección que en Primera con River, su club.
Más efectivo al barrer que al definir, todavía no ha marcado un gol con el Barcelona. No es lo suyo, suma cinco en toda su carrera, así que los recuerda todos. Seco desde que llegó al Barça, tampoco es que tenga muchas ocasiones. Pero en los 22 millones que se pagaron por él no figuraba que tuviera que dar algo que no fuera esfuerzo. Identificado hasta las cejas con su nuevo club -"a algunos les molesta que el Barça juegue bien", dijo hace poco-, ayer discrepó de Mourinho: "Desde el banquillo no vi mucha suerte, vi un equipo que fue mejor que el otro". Así es su resumen del clásico mientras piensa en ganar un título que nunca antes en su carrera había siquiera disputado.
"Siempre lo vi por la tele o ni lo vi, como cuando fue en Abu Dabi", recordó antes de zanjar que a los sudamericanos en el título les va la vida. Tanto él como sus compañeros llevan cuatro meses pensando en este torneo: "Queremos ganar, pero nos faltan dos partidos. Es una oportunidad que no podemos dejar escapar. Y en eso estamos. Queremos ser los mejores del mundo". Habló El Jefe.
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