El Auckland y su fútbol a contracorriente
El equipo neozelandés, con cinco españoles que pregonan el fútbol del Barça, abre el Mundial de Clubes contra el Kashiwa
Se amontonan los tonos del teléfono. Son las tres de la madrugada en España, las once de la mañana en Japón, y entre un murmullo de voces que abarcan el inglés, el catalán y el español, el técnico del neozelandés Auckland City, Ramon Tribulietx (Barcelona; 1972) atiende la llamada camino a Toyota, a casi 12.500 kilómetros de distancia. "Los chicos están nerviosos", admite. No es para menos. Su equipo, plagado de jugadores semiprofesionales que compaginan trabajos semanales de 40 horas con el fútbol, está a punto de iniciar su aventura en el Mundial de Clubes, el duelo que le enfrentará al Kashiwa Reysol (hoy, 11.45) y subirá el telón del torneo. "Están todos con la sonrisa en la boca. Va a ser muy complicado, pero si hacemos las cosas bien seguro que tendremos alguna opción. No somos una comparsa", asegura el preparador del equipo neozelandés, que participa por tercera vez en la cita -ya lo hizo en 2006 y 2009, cuando ganó dos de sus tres envites y finalizó quinto- en representación de Oceanía y aspira a dar guerra de nuevo en esta edición; "es una experiencia única. En España está muy difícil entrenar, más tal y cómo está el panorama económico. Auckland me ha brindado una oportunidad preciosa, la de acceder al Mundialito, y allí eso sería inviable".
La aventura de Tribulietx nació en 1999, cuando terminó sus estudios de INEF y puso rumbo a Nueva Zelanda. "Siempre me había llamado la atención este país. Tiene un magnetismo especial", justifica. Tras una experiencia como jugador, en el Central United, regresó a España para dirigir al Sant Andreu, el Figueres y el Castelldefels. Pero, en 2008, recibió una llamada del otro lado del mundo. "El Auckland es un club rompedor en Nueva Zelanda. Su pretensión, su objetivo primordial, es expandir el fútbol. Me dijeron que querían implantar un estilo diferente, porque aquí el juego es muy inglés, más directo, quizá más rudo. La influencia de la Commonwealth y la Premier League son muy grandes, ya se sabe. Para eso me trajeron". Poco a poco, en un país dominado por el rugby, los All Blacks y el balón ovalado, la fórmula contracultural del toque y la asociación propuesta por Tribuleitx ha ido calando. "En la Liga se intenta tratar mejor la pelota y cada vez hay más chavales que juegan al fútbol. El papel de la selección -presente en el último Mundial, donde no perdió ningún un partido- también ha ayudado. El problema es que no se profesionaliza. La gente se decanta por el rugby porque el día de mañana puede llegar a darle de comer".
La conversación fluye en consonancia con el ronroneo del autocar del equipo. El celular cae ahora en manos de Andreu Guerao (Barcelona; 1983), uno de los cuatro miembros españoles de la plantilla. "Sí, dicen que tenemos un estilo Barça, pero a nuestro nivel. Está claro", intercede este barcelonés, el último en embarcarse en la aventura kiwi, hace mes y medio, tras pasar por el filial azulgrana, el del Málaga, el Sporting de Gijón y el Polonia Varsovia; "¡esto es una pasada! Estamos en un hotel de cinco estrellas, rodeados de seguridad. La FIFA controla hasta el más mínimo detalle". Recoge el testigo, entre risas, su amigo Manel Expósito (Barcelona; 1981), el cañonero del equipo, autor de 10 goles en 11 partidos con la camiseta del Auckland. "Es anecdótico", minimiza; "¡eh! No jugamos nada mal, generamos muchas ocasiones. Aquí la influencia del fútbol inglés y el pelotazo es muy fuerte, pero para nosotros no es nada agradable correr detrás del balón. Preferimos que sea nuestro y trabajamos a partir de él". El Chino también pasó por La Masia e incluso debutó en el primer equipo del Barça el mismo día que Messi, durante un amistoso en Oporto. "Si nos cruzamos con ellos, la camiseta de Leo es mía. ¡Andreu ya tiene la de Iniesta!, bromea.
La voz Albert Riera (Barcelona; 1983), conocido por sus compañeros como El Terrorista por su foto del pasaporte, asoma ahora por el móvil. "En España conducía ambulancias... ¡y hoy estoy aquí, en el Mundial de Clubes! ¡Es acojonante! se sincera el catalán, fascinado con la expectación que genera el torneo y con la vida en Auckland; "pedí una excedencia. En principio iba a ir a Australia, pero tuve problemas con el visado y busqué otro plan. Contacté con Ramon y estoy encantado". "Yo llegué el primero", interviene el zaguero Ángel Berlanga (Madrid; 1987), nombrado mejor jugador de la Liga neozelandesa el último curso y admirador del Real Madrid; "esto es flipante. Nos tratan como a estrellas, es un sueño. Si ganamos el partido contra los japoneses podremos estar dos semanas más aquí. Ese es el reto". Como siempre, sin renunciar al estilo. "Sí, intentamos imitar el juego del Barça. 4-3-3, dinamismo, toque, toque y más toque. Es la idea de Ramon. Aquí están todos locos por el rugby, son un poquito bestias, pero haremos todo lo posible para darle un empujón al fútbol y este es el mejor escaparate", zanja el madrileño, un intruso más en Auckland, en el país de la melé y el placaje.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.