_
_
_
_

De Jones a Jonás

Ramalho es el primer futbolista negro del Athletic que hace medio siglo rechazó al delantero guineano que triunfó en el Atlético

Miguel Jones no pudo jugar en el Athletic porque era negro. Y además porque había nacido en Santa Isabel (hoy Malabo, Guinea Ecuatorial, 1938) a pesar de que se instaló en Bilbao a los cinco años. Y a pesar de ser un muchacho ejemplar que estudió en colegio de pago, Lekaroz, y Económicas en la universidad de Deusto. Y de haber jugado en el Barakaldo y luego en el Indautxu, junto a Pereda y Garate, que tampoco pudieron jugar en el Athletic por haber nacido fuera de las fronteras vascas. A Jones, que triunfó en el Atlético de Madrid, que se retiró en Osasuna y acabó como directivo del Indautxu, un barrio señorial de Bilbao, la estricta normativa le privó del sueño rojiblanco. Siempre se sintió vasco, más aún bilbaíno, y siempre asumió aunque no entendió aquella estricta regla que le impedía jugar en el club de sus amores por una línea en el DNI. Si hubiera nacido cinco años después en Bilbao, donde residió, probablemente tampoco hubiera jugado en el Athletic por su condición de negro. Era la sociología, no la filosofía, de la época la que le hubiera impedido enfundarse la casa rojiblanca y corretear en San Mamés, a pesar de ser un magnífico futbolista. La ética, trufada de épica, era la estética rojiblanca en aquellos años 50 cuando el Athletic tuvo que cambiar hasta su nombre por el de Atlético por orden del caudillo.

El domingo en el Sánchez Pizjuán debutó un vasco negro, Jonás de nombre, Ramalho de apellido, rompiendo uno de esos enigmas trascendentales sobre los que el Athletic (es decir su entorno) a veces se interroga. ¿Veremos qué pasa cuando debute un futbolista negro en el Athletic?, se preguntaban quienes recelaban de la filosofía rojiblanca sin evaluar las vicisitudes históricas y políticas por las que ha pasado. "Yo lo único que sé es que he cumplido un sueño", decía Ramalho (Cruces, 1993), ya acostumbrado a asumir el papel protagonista del primer negro que juega en el primer equipo del Athletic en competición oficial. Ramalho ejemplifica en el Athletic la sociología de la sociedad vasca. Era el primero y le cae en la espalda el peso de la historia de un club tradicionalista. Caparrós se lo llevó a un amistoso ante el Amorebieta (entonces de Tercera División) lo que le valió un conflicto con la Ley Vasca del Deporte que impide disputar competiciones profesionales a jugadores de 14 años o menos. Después, le incluyó en las convocatorias ante el Werder Bremen (Liga Europa) y Zaragoza (Liga española), pero sin llegar a debutar. La primera vez que saltó a San Mamés fue en un amistoso ante la selección de Paraguay. Con Bielsa, el domingo cumplió un sueño que fue la pesadilla de Jones.

Ramalho siempre ha sido una perla de Lezama. Central poderoso por su capacidad futbolística y su elasticidad, el Athletic lo desplazó al lateral derecho "para exigirle mayores dificultades. Como central se salía y así no iba a evolucionar. En la banda tendría más dificultades y podría ejercitar otras habilidades", dicen quienes le entrenaron en su temprana edad. En el fondo sacaron dos futbolistas en uno: lateral en el filial rojiblanco y central en la selección sub19. Pero llegó Bielsa y le dio cinco minutos en Sevilla... como medio centro.

Colega de Muniain, su "brother", con el que comparte el fin de la adolescencia, se reconoce como un futbolista que lo ha tenido todo a mano y todo en la espalda. Tanto que la pasada temporada sufrió una lesión dorsal, achacada a su crecimiento, que frenó su carrera hacia el primer equipo. Ahora la ha retomado, y la historia continúa.

Iker Muniain y Jonás Ramalho
Iker Muniain y Jonás RamalhoEFE
Armenteros y Ramalho, en el partido del Sánchez Pizjuán
Armenteros y Ramalho, en el partido del Sánchez PizjuánMORENATTI (DIARIO AS)

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_