Emociones de campeón
Federer gana la final de Basilea a Nishikori, cierra su peor racha sin títulos desde 2002 y se queda al borde del llanto.- Granollers se impone a Mónaco en Valencia
Eran 10 meses sin títulos, 10 meses sin celebraciones, dicen las emociones que recorren el rostro del suizo Roger Federer mientras levanta la Copa de campeón de Basilea, nada más imponerse en la final (6-1 y 6-3) al japonés Kei Nishikori. Son ojos brillantes, son manos secándose las mejillas, son sonrisas nerviosas entre los sentidos aplausos del público para un tenista que no atravesaba una sequía similar desde 2002 (11 meses).
Con su triunfo en Suiza, donde el estadounidense Roddick y su compatriota Wawrinka fueron los escollos más difíciles, el número cuatro mundial logra su segundo título de 2011 (Doha) y sienta las bases para aprovechar al máximo la gira de cemento indoor, su preferida, que le verá competir en el Masters 1000 de París y en la Copa de Maestros antes de echar el cierre a la temporada.
"Fue un partido perfecto para mí", dijo Federer, que solo cedió seis puntos al saque, aunque se complicó la final cuando se enfrentó a un punto de break mientras servía por el título. "Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien físicamente. Tengo grandes esperanzas para París y Londres", cerró. "No me dio ni una oportunidad", le completó el rival derrotado, Nishikori, que tiene derecho a soñar con un prometedor 2012 tras sus buenos resultados de finales de 2011.
Las mismas esperanzas puede tener Marcel Granollers, que logró su segundo título del curso en Valencia y tras imponerse por 6-2, 4-6 y 7-6 al argentino Juan Mónaco. El encuentro tuvo de todo. Fue vibrante. Peleado. Lleno de cambios de dirección. Tuvo hasta su punto increíble: en medio del tie-break que decidía el título (5-2 para el español), Granollers resbaló a por una pelota y se rompió una zapatilla, separando la suela del resto del calzado. En el momento álgido de la final , el catalán debió marcharse al banquillo para solucionar la situación. Eso no alteró su ritmo: tumbado en el suelo, extasiado, acabó celebrando el trofeo. Ya tiene títulos sobre tierra y cemento.
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