Coro recobra la sonrisa
El delantero del Girona, autor del tanto de la victoria de su equipo frente al Hércules, supera su mejor marca goleadora tras ser apartado del Espanyol al final del curso pasado
En verano, mientras Ferrán Corominas (Banyoles, Girona; 1983), Coro, se entrenaba cada día en solitario, no pocos trenes pasaron ante sus ojos. Cruzaron, por ejemplo, los del Hércules y el Celta, equipos punteros de la Segunda División, y también algún que otro convoy extranjero. Pero hasta el día en que se cerraba el mercado, casi sobre la bocina, el delantero no consiguió rescindir su contrato con el Espanyol. Entonces, en vez de mirar hacia delante, lo hizo hacia atrás. "Me llamó Raúl Agné, entrenador del Girona", cuenta Coro; "me explicó su proyecto, me gustó y, como además soy de aquí, me pareció una buena opción. Quiero demostrar que aún tengo fútbol", explica. De vuelta en la provincia en la que creció, en la ciudad en la que tantos partidos jugó, el delantero ha encontrado la regularidad ansiada. Y, pleno de confianza, lleva ya seis goles en diez partidos, dos más de los que consiguió en su campaña más anotadora como periquito. Este sábado tenía un reto superior: batir a la defensa del Hércules, la menos goleada de Segunda, y lo ha conseguido. Ha marcado de penalti el gol de la victoria del Girona, que ha logrado ganar siete partidos después de su último triunfo.
Aunque militó ocho temporadas en el Espanyol, Coro solo necesitó un instante para inscribir su nombre con letras doradas en la memoria colectiva de su afición. Fue el tiempo que tardó en controlar y rematar el gol a la Real Sociedad con el que en 2006 salvó al equipo del descenso en el último suspiro. A pesar de la huella que aquel momento dejó en la hinchada, nunca se terminó de asentar en el equipo. "Se me puso la etiqueta de revulsivo, pero siempre dije que podía ser titular y estar 90 minutos", recuerda. Poco a poco, dejó de contar para el entrenador, Mauricio Pochettino, y el pasado mes de enero, tras haber jugado solo tres minutos en la Liga, fue cedido a Osasuna. A la vuelta, fue apartado de la plantilla y se tuvo que entrenar en solitario durante un mes y medio. "Fue difícil", se lamenta; "es duro, estar siempre solo... Sentí rabia e impotencia, pero en el fútbol hay cosas buenas y malas, y hay que aceptarlas igual".
Al final, la situación se desencalló y Coro encontró su sitio en su tierra, sin importarle que fuera en la categoría de plata, cómodo con regresar a sus raíces antes que una aventura extranjera. Lo vio como un reto más que como un paso atrás. "Es cierto que los futbolistas son reacios a ir a Segunda cuando salen de Primera", explica Xavi Julià, director deportivo del Girona; "pero cuando se van cerrando puertas, se agarran a lo que queda. Coro tenía claro que, si jugaba en Segunda, sería con nosotros. No llegó desanimado, ni mucho menos". Aterrizó motivado y lo está aún más ahora, después de comprobar que al fin cuenta con la total confianza de un técnico. Agné apostó por centrar su posición, usándole como segundo punta, y Coro ha respondido goleando como nunca. En Girona, no solo ha puesto fin a una sequía que duraba desde 2009, sino que ya ha batido su propia marca y es, con cinco dianas, el máximo anotador del equipo. La explicación a su reforzado acierto parece sencilla. "Va todo unido", considera el propio jugador; "la confianza, los minutos, la posición... Nunca había jugado tanto y por dentro tengo más ocasiones".
A sus 28 años, Coro es consciente de que todavía le queda mucho fútbol y no renuncia a volver a Primera a medio plazo. De hecho, ni siquiera descarta volver a enfundarse la zamarra del Espanyol, club del que guarda el mejor recuerdo a pesar de la forma en que se despidió: "Siempre ha sido mi casa. Nunca se sabe...". De momento, su sitio está en su otro hogar, en Girona, donde Coro ha recuperado la sonrisa tras su año más difícil.
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