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Prigioni, corazón de hielo

El base argentino logra una sola canasta que derriba al Olympiacos (81-79)

¿Se puede ganar un partido con una sola canasta? Prigioni, sí. Ni una sola vez había conseguido acariciar la red que cuelga del aro hasta que fue absolutamente necesario. En la agonía, en el sí o sí, cuando un acierto es la grandeza y un error es la miseria. Y ahí llego el base argentino, con sus nervios de acero, sin una sola canasta en su haber, para jugarse un tiro lateral cuando el corazón rompe los pulsómetros, y dar la victoria al Caja Laboral ante el Olympiacos que siempre pareció ganador, que siempre lo sintió y que se fue para Grecia con la depresión que acompaña a su país.

Prigioni fue algo así como un personaje de esos que salen un minuto en la película y resuelven el melodrama. Algo así como el mayordomo, porque antes el Caja Laboral tiró del carácter de San Emeterio y la muñeca de Teletovic, dos habituales en el servicio de urgencias de Ivanovic, para rescatar al Baskonia de la UVI donde le había recluido un gran Olympiacos que dominó casi todo el partido. Pero le mató ese casi que acabó invalidando el magnífico trabajo de Papadopoulos, de Spanoulis o del serbio Antic que llevaron al Baskonia a su remolque en tres cuartas partes del partido.

CAJA LABORAL, 81; OLYMPIACOS, 79

81 - Caja Laboral (13+19+28+21): Prigioni (3), Williams (4), N. Bjelica (2), Teletovic (20), Seraphin (15) -cinco inicial-, Dorsey, Heurtel (5), Oleson (2), Ribas (9), M. Bjelica (6), San Emeterio (15).

79 - Olympiacos (22+18+26+13): Spanoulis (19), Katsivelis, Keselj (10) Papadopoulos (6), Antic (14)-cinco inicial-, Hines (14), Lucas (5), Gecevicius (7), Printezis (4), Mantzaris, Papanikolau.

Árbitros: Ziemblicki (POL), Lottermoser (ALE), Jasevicius (LIT). Eliminado Keselj (m. 37).

Incidencias: Tercer partido del Grupo A de la fase regular de Euroliga disputado ante 7.942 espectadores en el Iradier Arena de Vitoria. EFE

Lo peor de las derrotas parciales no son los números sino la sensación que transmiten al contrario de su incapacidad para remontarlas. Ahí triunfaba el poderío de Papadopoulos, capaz de guerrear bajo el aro como de bailar ante dos NBA como Dorsey o Seraphin. Y en momentos puntuales el lituano Gecevicius martilleó al Caja Laboral para quitarle el poco aire que le quedaba.

Y entonces surgió San Emeterio y reapareció Teletovic para echarse el equipo a la espalda y dar la vuelta a una situación que parecía incorregible. Son los viejos argumentos que hicieron más grande a Seraphin, más activo y sobre todo apelaron a la fe.

Y en plena ebullición sanguínea surgió el corazón de hielo del argentino Prigioni para anotar su primera canasta y concluir la tercera victoria del Caja Laboral, mantener su invencibilidad y prácticamente ponerle en la siguiente fase. La cara de los griegos era muy parecida a la de Papandreu.

Prigioni controla el balón durante el partido ante el Olympiacos.
Prigioni controla el balón durante el partido ante el Olympiacos.RAFA RIVAS (AFP)

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