Paul Davis, el reboteador de la década
Las 22 capturas del pívot del Cajasol suponen el mejor registro en 10 años.- Firma, además, el primer '20-20' en ocho temporadas
"He recibido muchas felicitaciones. La familia, la gente por la calle, los compañeros, los miembros del cuerpo técnico...", explica Paul Davis (Michigan, Estados Unidos; 1984), que ayer inscribió su nombre en los libros históricos de la ACB, en la victoria ante el Manresa (76-65). No es para menos, ya que el pívot del Cajasol se ganó un puesto en la escueta cuenta de los jugadores que han logrado un 20-20 en la historia de la ACB. Gracias a los 21 puntos y 22 rebotes (17 en ataque, cinco en defensa) que acaparó -para una valoración de 36-, el pívot del Cajasol es el 22º jugador que logra dicha marca, en una estadística que gobierna uno de los mejores jugadores de la historia de la competición, el lituano Arvydas Sabonis, que logró ocho a lo largo de su carrera.
"No hago ningún trabajo específico para el rebote", explica el jugador norteamericano, que el curso anterior promedió 5,3 por partido y que esta temporada llevaba 24 en cuatro encuentros. "Sin embargo, es algo que quiero mejorar respecto al año pasado. Sé que no voy a coger 20 todos los días, pero me gustaría estabilizarme en unos 10 por partido", afirma el pívot, atendiendo a la reclamación que su técnico, Joan Plaza, le hizo ayer tras el partido: "Sabíamos que una de las bazas era dominar el rebote, que es lo que nos ha permitido jugar plástico y bonito por momentos. En cuanto a Davis, si él quiere, y así se lo he dicho, puede coger fácilmente cada día entre 13 y 15; pero para ello ha de ir donde más tortas se reparten". Nadie había conseguido hacerse con tantas capturas desde hace una década -también es el récord de la historia del equipo andaluz-, y prácticamente él solo igualó el número de capturas de todo el equipo rival (22 contra 26). Y eso que apenas disputó 25 minutos.
Sin embargo, Plaza le exige más al jugador, que en verano pudo salir del equipo mientras se especulaba con que el técnico prefería la presencia de alguien más contundente en las zonas y bajo los aros, ya que lo que predomina en los 211 centímetros de Davis es el talento ofensivo (el año pasado anotó 13,2 tantos por partido): "Él no debe ir a intercambiar canastas, porque cuando el domingo tenga delante a Ibaka, Begic o Tomic lo normal es que no pueda jugar así. En Europa has de estar delante y detrás; él ha de mejorar en ese sentido, y creo que tiene predisposición para ello". Tal vez el punto que le falta para convertirse en uno de los grandes interiores del continente. "Tengo que trabajar la defensa y conseguir ser más constante", admite Davis, que antes que a Plaza tuvo a su padre como tutor: "Él no era jugador, pero fue el que me enseñó a jugar. Incluso estudiaba el deporte para poder enseñarme más cosas. Sin embargo, más que el juego en sí lo que más me inculcó fue la filosofía de tener que trabajar fuerte. Hay un millón de chicos que van a tratar de obtener tu sitio, hay que ser duro", sostiene el jugador del Cajasol.
Con el equipo sexto en la tabla, el pívot no duda a la hora de ponerse metas para la temporada. "Prefiero pensar en objetivos para el equipo antes que en los personales. Tenemos claro que queremos estar en la Copa del Rey y en los playoffs al final del año. En cuanto a mí, quiero convertirme en un líder para el equipo", explica el norteamericano, que es feliz en su ciudad de adopción. "La NBA siempre es un sueño, pero me encanta vivir en Sevilla. Me veo pudiendo hacer toda mi carrera aquí", aventura. Aficionado a los videojuegos, la capital andaluza le permite además tener cerca otra de sus aficiones: el golf. "Actualmente estoy jugando en la consola al Tiger Woods. Es un deporte que me gusta mucho y Sevilla tiene un circuito, por lo que puedo ir a practicar", comenta. Mientras compagina palos de golf, mandos de videoconsola y música tecno -otra de sus pasiones- , Davis tratará de seguir sumando tantos puntos y rebotes como pueda, aunque no siempre pueda ser de 20 en 20.
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