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Un brazalete para guardar

Tras seis meses lesionado, Carrión, capitán del Alcoyano, juega su partido 400 con el club el día de su debut en Segunda

A finales de junio, pocos días antes de que el Alcoyano viajara a Lugo para pelear por su primer ascenso a Segunda División en 44 años, un viejo aficionado del club alicantino se acercó a un entrenamiento e inició una conversación con el lateral izquierdo y capitán, Manuel Carrión (Ibi, Alicante; 1978). "Me contó que la gran ilusión de un amigo suyo, fallecido hacía dos años, era volver a ver al Alcoyano en Segunda. Y se puso a llorar", recuerda el futbolista, emocionado. "Es lo más bonito que me han dicho en la vida". Tal vez le llegó tan hondo porque, tras 13 temporadas en el equipo y tres play-offs de ascenso fallidos, llegar a Segunda era también el sueño del propio Carrión. Lesionado desde abril, no pudo disfrutar sobre el césped del ascenso ni del arranque del equipo en la categoría de plata. Hasta hoy. La casualidad ha querido que su debut, ante el Sabadell en el Nova Creu Alta (2-2), haya coincidido con su partido oficial 400 con la camiseta del Alcoyano.

"Con 33 años, era difícil que me llamara alguien para jugar en Segunda, así que mi única esperanza era el ascenso", celebra Carrión; "me dio la vida". Y eso que dos roturas en el aductor, complicadas por una osteopatía de pubis, no le dejaron disfrutarlo desde el terreno de juego. "Lo pasé mal, porque quería participar y no podía. Pero aparté esos sentimientos y disfruté de aspectos que no se ven desde fuera, como motivar a mis compañeros. Al empezar este curso y seguir sin poder participar también tuve un poco de ansiedad, pero ya se acabó. Jugar en Segunda es el colofón a toda mi carrera. Con mi edad, debutar en el fútbol profesional es la guinda del pastel".

Por su debut y por la cifra alcanzada, es una fecha doblemente importante para Carrión. Bien merece guardar para el recuerdo el brazalete que ha lucido, por mucho que él se empeñe en restarle trascendencia. "Creo que soy el jugador con más partidos de la historia del equipo. José Cano estuvo 15 temporadas entre los años treinta y los cincuenta, pero entonces la Liga era más corta", dice al otro lado del teléfono, mientras ojea las estadísticas del club; "no me obsesiona y no creo que merezca una celebración especial, no significa más que jugar 399 o 403". No se olvida, en cualquier caso, de su primer partido, "un 3-1 al San Marcelino" en 1997. Tampoco del 4-1 endosado al Mallorca ni de los empates arrancados del Camp Nou y Mestalla, pequeñas hazañas logradas en la Copa.

"Para un chaval de Ibi, jugar en el Alcoyano era lo máximo", cuenta rememorando su trayectoria; "pero no ha sido fácil. Hasta que ascendimos a Segunda B, cuando tenía 25 años, tuve que trabajar fuera del fútbol. En un almacén de supermercado, en una fábrica montando juguetes...". Siguió así los pasos de su padre, un metalúrgico que compatibilizó sus horas en el taller con su pasión por el balón, primero como jugador y después como entrenador. Llegó a dirigir a su hijo un curso en el Alcoyano. "Ha sido el único técnico que me ha expulsado de un entrenamiento", recuerda divertido; "me mandó a la ducha por quejarme de la dureza de un ejercicio".

Carrión peleará ahora por recuperar un sitio que su compañero Devesa ha cubierto bien en su ausencia. "Está espectacular", opina; "sé que no será fácil entrar en el equipo, pero puedo aportar mucho trabajo y confianza. Esperaré mi oportunidad". Esperará con paciencia, pero también con la tranquilidad de saber lo que pesan sus galones. De saber que seguirá escribiendo cuartillas de la historia del Alcoyano cada vez que se ponga su brazalete de capitán.

Manuel Carrión
Manuel Carrión

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