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Carroll y Rudy se dan un festín

El Madrid levanta un partido complicado ante el Milan con los 38 puntos de sus dos escoltas y la febril dirección de Llull

Carroll y Rudy le hicieron un traje al Armani -hasta 38 puntos sumaron entre ambos-. Con el partido cuesta arriba (40-53) a falta de 15 minutos y su equipo aturdido, Sergio Llull y Rudy Fernández entraron en ebullición, se asociaron a Carroll, levantaron el partido y firmaron una victoria de prestigio para el Madrid ante el lujoso plantel del Armani Milan de Scariolo.

Los planes del seleccionador español pasaban por contener el vértigo del Madrid. Para echar el freno al partido puso a Cook a amasar el balón en ataque y a secar las acometidas de Sergio Rodríguez en defensa. No le funcionó de salida por el ímpetu de Rudy Fernández que con un triple y un alley-oop levantó a los espectadores de la Caja Mágica desatando el estado de optimismo en los blancos. Pero Scariolo tiró de repertorio y dio entrada a Hairston. El alero estadounidense, que lideró la victoria del Armani ante el Maccabi en el estreno de la competición con 25 puntos, siete rebotes y seis asistencias, exhibió su estado de gracia con cinco puntos consecutivos que voltearon el marcador y alteraron la inercia del partido. Gallinari se sumó a la tarea y del 7-2 se pasó a un 12-16 a favor del conjunto italiano.

REAL MADRID, 85 - EA7 EMPORIO ARMANI, 78

85. Real Madrid (14+22+27+22): Sergio Rodríguez (4), Rudy (17), Carlos Suárez (0), Mirotic (3) y Begic (9) -quinteto inicial- Llull (13), Reyes (1), Tomic (6), Pocius (11) y Carroll (21)

78. Armani Milán (18+21+23+16): Cook (3), Nicholas (24), Fotsis (2), Gallinari (12) y Bourousis (6) -quinteto inicial- Mancinelli (7), Radosevic (2), Giaccheti (0), Rocca (4) y Hairston (18)

Árbitros: Jungebrand (FIN), Latisev (LAT) y Lopes (POR).

Incidencias: Segunda jornada de la Euroliga, Grupo C. Caja Mágica de Madrid. Casi lleno.

El descanso que Scariolo concedió a Cook, otorgó también un respiro a los blancos. Llull tomó el relevo de Sergio Rodríguez y le ganó el pulso a un destemplado Giachetti. Los hilos del partido se manejaban en el perímetro y apenas había tránsito en la pintura. Bourousis, enemigo público número uno en Madrid por las cuentas pendientes que arrastra desde sus provocaciones a los aficionados de Vistalegre en su etapa en Olimpiacos, se había cargado de faltas antes de hacer valer su acreditada facilidad para el rebote y el meritorio Begic no acababa de dar continuidad a sus buenas intenciones.

A 4.32 para el descanso, Laso decidió que había llegado el momento de sacar músculo. Ibaka saltó a la pista, con 28-27 a favor de los blancos, y nada más pisar el parquet correspondió a la ovación de los aficionados regalándoles dos tapones. Una de las grandes virtudes de su repertorio. Recién aterrizado de Miami y con el cartel de estrella fugaz firmado por contrato, evidenció una ineludible falta de acoplamiento a pesar de compartir quinteto con varios compañeros de la selección española. Jugó poco más de tres minutos y no volvió a contar en lo que restaba de partido -en su ficha, un rebote y una falta recibida-. El debut de Ibaka coincidió con el retorno a pista de Cook. El base estadounidense con pasaporte montenegrino daba la sensación, por veteranía y convicción, de ser el único que tenía entre manos el libro de instrucciones del partido. El exjugador del Valencia estaba en todas, en ataque y en defensa, regalando asistencias y birlando rebotes, jugando y haciendo jugar. Bajo su batuta despertó Nicholas que con 13 puntos en el tercer cuarto dejó sonado al Madrid y puso el marcador en 40-53 para el Armani Milan mediado el tercer cuarto.

Los blancos estaban contra las cuerdas, enfrascados en protestas arbitrales -tras dos técnicas en contra- y abrumados por la producción ofensiva del conjunto italiano. Laso recurrió entonces a una zona 3-2 en defensa y se entregó al espíritu kamikaze de Llull para gestionar la crisis. El base menorquín, espoleado por las decisiones de los colegiados, activó el plan de emergencias, caldeó el ambiente y desató la muñeca. Encontró para la arriesgada misión la complicidad febril de Rudy, que fue agigantando su figura conforme el duelo ganaba en dramatismo y la metralleta de Carroll. Entre los tres completaron un parcial de 21-6 en apenas cinco minutos y dejaron el marcador en 61-59.

A los 10 minutos finales se llegó con un apretado 63-62. Ahí comenzó una partida de ajedrez que ganaron los blancos por excitación. Un intercambio de golpes que puso a prueba el cuajo de los madridistas ante un rival de enjundia. Una victoria de nivel que quedó coronada por el grito de la afición de Rudy quédate.

Rudy Fernández intenta encestar durante el partido
Rudy Fernández intenta encestar durante el partidoJAVIER SORIANO (AFP)

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