Sin anclajes, el mejor Raúl García
El jugador, encorsetado como mediocentro en el Atlético, se desata como mediapunta y goleador en Osasuna
Cuando el Atlético le permitió irse cedido a Osasuna, Raúl García (Pamplona, 1986) recobró la sonrisa, el gusto por el balón. "Mi deseo era volver, sí o sí", admite, al otro lado del hilo telefónico el futbolista, que tras cuatro años de funambulismo en el Calderón optó por regresar a Pamplona para enfundarse la elástica rojilla, aquella con la que hilvanó su mejor secuencia. "Hubo ofertas de equipos españoles y también del extranjero, pero quería regresar a casa", prolonga el jugador, de discurso rumiado y toque excelso, como su desempeño esta temporada en las filas del conjunto navarro, con el que ha rubricado cuatro dianas en siete encuentros, su mejor arranque desde que irrumpiese en la élite en 2004, y con el que aspira a retomar el vuelo. "Llegas aquí, ves lo que siente la gente y adquieres un compromiso enorme. Conozco bien el club y sé que podemos construir una historia bonita", afirma el medio, esta noche una seria amenaza para el Getafe (20.00, Canal+ Liga 2 / PPV), de nuevo arrimado al área y por el que los rojiblancos extendieron un cheque de 13 millones de euros en 2007.
"Necesita libertad y en el Atlético no la tuvo", sostiene Miguel Ángel Lotina, que dio buena cuenta de la talla del 14 cuando este comenzaba a despuntar en Tajonar; "no es un mediocentro estático, es un llegador nato, un bombardero. Su aportación desde segunda línea es fulminante". No pudo exhibirla en el Manzanares, donde pese a alzar dos títulos (la Liga Europa y la Supercopa de Europa) y tener presencia en el equipo, le asignaron un rol bregador por detrás de la línea de tres cuartos. Su hábitat. "Los jugadores necesitan estar arropados y sentirse seguros. Eso es lo que puede haberle pasado a Raúl. Yo lo tuve desde juveniles y, cuando está a gusto, explota. Tiene un talento inmenso", explica el preparador del filial del Athletic, José Ángel Ziganda, que le tuvo a sus órdenes durante su estancia en el banquillo del Reyno de Navarra. "Aquí juego sin anclajes. En el Atlético todo era diferente. Retrasaban mi posición y me ponían a robar pelotas como un loco. Llegaba arriba desfondado", apostilla el futbolista, imprescindible para el técnico José Luis Mendilibar.
Cedido por un año en Osasuna, el próximo curso deberá hacer el viaje de vuelta a Madrid, ya que el Atlético le prorrogó su contrato por tres años. Allí se encontrará de nuevo con su antigua parroquia, que emitía un runrún cada vez que tocaba el esférico y le dedicó más de una pitada en el tramo final del último ejercicio. "La crítica no puede atenazarte, no debe hacerte cambiar", defiende el navarro; "ya se sabe que, cuando las cosas van mal, siempre se buscan culpables y a alguien al que señalar con el dedo. En el Calderón me tocó a mí... pero no entiendo muy bien por qué. Esos pitos me han hecho más fuerte". Bien lo saben los hinchas del Reyno, que anhelan recuperar a ese llegador que les condujo a Europa y que este año tiene una trascendencia capital en su equipo. De los nueve goles que ha logrado Osasuna, cuatro llevan su sello (su mejor registro son cinco, en la temporada 2005-06); su promedio realizador es de un gol cada 121 minutos, el noveno mejor de la Liga; y, además, ha aportado una asistencia.
"Nos da un punto más de fútbol, de llegada", reconoce el responsable del área deportiva, Ángel Martín González, que incide en otro aspecto; "sabíamos que traíamos a un jugador enorme, no podemos colgarnos ningún laurel por eso". "Es un todoterreno, tiene un físico imponente", asegura el portero Andrés Fernández. "En un equipo como el nuestro marca las diferencias. Ha vuelto con la misma humildad o más, no va de estrellita para nada", apuntala su compañero de vestuario Álvaro Cejudo. "Irá a más. Mucho más", augura el zaguero Roversio. "No es ninguna sorpresa. Está haciendo lo que se esperaba de él", concluye otro miembro de la retaguardia, Rubén.
El de Zizur, mientras tanto, ha encontrado el nido tal y cómo lo dejó. "Miro al club y veo que conserva su esencia, la apuesta por los jóvenes, por la cantera. Eso es primordial, un orgullo. No es fácil en el fútbol de hoy en día". Y, en los despachos del club, se frotan las manos con el regreso del hijo pródigo. "Es un chico encantador", deslizan. "Mi implicación es ahora mayor si cabe. Estar fuera me ha abierto la mente. Hoy soy una persona más completa. Tengo muy claro lo que soy y lo que quiero ser", remata Raúl García, con una sonrisa de oreja a oreja. De nuevo en casa. Y con una versión mejorada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.