"Nueva Zelanda es la leyenda"
Gonzalo Quesada (Buenos Aires, Argentina; 1974) es, desde hace tres años, el encargado del juego al pie de la selección francesa de rugby. Como jugador, disputó 38 partidos con la selección Argentina, incluidas las Copas del Mundo de 1999 y 2003. Horas antes de la final del Mundial entre Francia y Nueva Zelanda, atiende a EL PAÍS.
Pregunta. Nueva Zelanda, invicta, es la máxima anotadora (293 puntos) y tiene la mejor defensa (65) del torneo, ¿tan buena es?
Respuesta. Es la que ha practicado el mejor rugby desde hace muchos años. Además, jugamos contra la leyenda, el misticismo que rodea a los All Blacks. Un desafío mayúsculo porque nos medimos con el mejor equipo, que juega de local en una cancha en la que no pierde desde 1994. Y es una final de un Mundial, trofeo que no ganan desde hace 24 años y que ya es todo un drama para ellos. Es imposible encontrar más ingredientes que incrementen el reto. Por ello, lo más importante es entrar al campo sin complejos.
P. ¿Cómo se le puede hacer daño a un rival así?
R. Vamos a intentar que sea un partido muy cerrado, que sea dé un resultado ajustado. Pretendemos salir muy fuertes y adelantarnos en el marcador para obligarles a buscar el partido, que sientan la presión de ir por detrás. Hay que cortarles el ritmo. Si van por delante, se crecen y se convierten en un equipo aún más peligroso. Los 20 primeros minutos van a ser esenciales. Si en ese tiempo nos sacan siete o 10 puntos, el partido va a estar prácticamente liquidado. Por eso, nuestra línea de contención tiene que ser muy sólida para desarticular su principal arma, que es jugar dentro de tu defensa. El otro principio defensivo es que no podemos regalarles balones de contraataque, otra de sus principales fuentes de ensayos. Se aprovechan, sobre todo, de un juego con el pie mediocre y los balones que roban en el suelo. Ofensivamente, hemos encontrado muchas cosas interesantes dentro de su defensa y estamos organizando nuestro juego a partir de cuatro o cinco fases específicas, que ya están predeterminadas. Vamos a intentar concentrar jugadores y forzarles a consumirse en rucks, en zonas concretas, para luego abrir espacios en otros sitios.
P. ¿Es la lección que extrajeron del partido de la fase de grupos, cuando perdieron por 37-17?
R. Más o menos. En ese duelo, quitando los 10 minutos del primer tiempo en el que nos marcaron tres ensayos, el resto fue de igual a igual. Pero esos minutos fueron terribles porque tres errores individuales en el placaje nos costaron tres tries. Por eso entiendo que no podemos cometer errores individuales en defensa. Mientras mantuvimos el orden y pusimos en práctica lo trabajado, estuvimos equiparados. Y, en ese sentido, no fallamos cara a los palos, algo imprescindible de cara a esta final.
P. ¿Cuál es la receta para tener ese acierto en el juego con el pie? Yachvili tiene un porcentaje de acierto del 90% en golpes de castigo y Parra un 80%...
R. Trabajar. Entrenan mucho. Aunque desde que llegamos a Nueva Zelanda, un poco menos debido al cansancio. Pero en los dos meses de concentración la carga fue mayor. Cada uno tenía su programa individual, con su análisis biomecánico, coordinado por mí. Hicimos constantes sesiones de vídeo, viendo los gestos técnicos de cada uno. Es más fácil tener éxito cuando uno se prepara bien. Ese es el secreto.
P. Ha habido, en cualquier caso, pateadores que se han quejado del oval porque entendían que no volaba recto
R. Un falso debate. Es una buena pelota. A Parra y Yachvili les gusta y los dos, como en todo el Mundial, están preparados para lanzar.
P. ¿También están preparados el resto de jugadores, después de la bronca del seleccionador del domingo pasado, cuando les llamó "niños malcriados" y le acusó de "hacerle la vida imposible"?
R. Durante el torneo ha salido mucho más en la prensa de lo que vivimos dentro del vestuario. Se ha exagerado. Internamente nunca hubo tanto conflicto como parecía. Las cosas se solucionaban con charlas entre Lièvremont y los jugadores con los que él pensaba que tenía que hablar. El Mundial, en cualquier caso, ha sido la imagen de los últimos dos años, donde fuimos capaces de jugar muy buen rugby y ganarle a los mejores, y también jugar muy mal y perder partidos en los que normalmente nos tendría que haber ido mejor.
P. ¿Por eso se ganó a la poderosa Inglaterra y se sufrió ante Gales, que jugó con uno menos casi todo el partido?
R. Puede ser. Después de perder con Tonga, nadie daba un duro por nosotros ante Inglaterra, que llegaba invicta y contra la que solo habíamos ganado uno de los últimos cuatro partidos. Eso nos liberó. Los jugadores salieron sin presión e hicieron un partidazo. Pasamos y dejamos buena imagen. Después, contra Gales, ocurrió lo contrario. De golpe, se perdió esa motivación y el grupo no logró recrear el espíritu de los cuartos. Además, con la expulsión, los jugadores se sintieron más presionados para ganar y optaron por no tomar el más mínimo riesgo y se contentaron con defender. Esa actitud estuvo a punto de costarnos muy cara. Pero creo que la lección está aprendida y ahora volvemos a estar en la misma situación que contra Inglaterra. Nadie, ni la prensa, ni las apuestas, ni el público, vuelven a dar un duro por nosotros y eso es bueno. Los jugadores saldrán sin presión y se crecen al pensar que luchan contra todos.
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