"Depende de nosotros ilusionar a Madrid"
Jesús Gil suprimió la sección de balonmano del Atlético en 1992 por su déficit económico. El legado de aquel equipo, con Cecilio Alonso y Juan de Dios Román como principales iconos, fueron siete Ligas, 10 Copas y un subcampeonato de Europa. Casi 20 años después, los problemas del Ciudad Real para equilibrar su presupuesto de cuatro millones de euros han obligado al club que entrena Talant Dujshebaev (Bishkek, Kirguizistán; 1968) a mudarse del Quijote Arena al Palacio de Vistalegre y a vestirse de rojiblancos. A cambio, el Atlético le cede su nombre y aportará 900.000 euros. El nuevo equipo de Madrid se estrenó dando un repaso al Barcelona en la final de la Supercopa (33-26) ante 11.963 aficionados entregados, que batieron el récord de asistencia a un partido en España (el anterior era de 11.500 espectadores, en un amistoso de la selección contra Francia en 2009).
Pregunta. Hasta el año que viene no se entrenarán en Moratalaz. Para jugar en casa se tendrán que desplazar desde La Mancha, no va a haber mucha diferencia con los partidos a domicilio...
Respuesta. Como ha ocurrido todo tan deprisa, en apenas dos meses, y todos los jugadores estaban ya de vacaciones, hemos optado por la opción de ir poco a poco. De ir acostumbrándonos. Claro que es una pequeña desventaja seguir entrenándonos en Ciudad Real y viajar a Madrid a jugar los partidos como local, pero es la mejor opción. El año que viene ya nos instalaremos en Madrid porque detrás de los jugadores hay familias, hay niños, hay mujeres, hay que encontrar casas, guarderías, colegios... Hay que hacerlo de una manera tranquila. Tendremos que esforzarnos todavía más, dar el todo por el todo para que no se note este hándicap.
P. ¿Cuál fue su reacción cuando el presidente, Domingo Díaz de Mera, le comunicó las urgencias por las que pasaban?
R. En Ciudad Real estábamos muy a gusto, la gente nos apoyaba y te duele por ellos tener que abandonar el proyecto que había y la ciudad. Ante la situación tan drástica que había, ante la posibilidad de que un equipo tan grande, con tantos títulos los últimos años, pudiera desaparecer, esta era la mejor solución. Ahora depende de nosotros, del vestuario y del cuerpo técnico de ilusionar a la gente de Madrid. Como quien dice, vamos a conquistar al público, para que se enganche al balonmano. Entiendo que es una alegría enorme que vuelva a haber un club en la capital, sobre todo para los nostálgicos de esos enfrentamientos famosos y magníficos de los años setenta y ochenta entre el Atlético y el Barcelona.
P. Al no haber un equipo referente, ¿entienden que pueden conseguir el respaldo en general de todos los aficionados al balonmano, no solo del Atlético?
R. No voy de listo, pero Madrid es Madrid. Es una de las grandes ciudades de Europa, en Inglaterra hay un Londres y en Francia un París. Para nosotros es un motivo añadido. Si vienen a vernos una media de 10, 12 o 14.000, estupendo. Pero más que nada, queremos ser el club grande y representativo de toda la Comunidad de Madrid. No solo de una parte. Llevando en lo más alto el escudo del Atlético, pero que la gente sepa que somos el equipo de Madrid.
P. ¿Cómo se sienten, como el Ciudad Real o como el Atlético?
R. Se ha hecho un poco raro, es un poco la anécdota, pero en los gritos en los entrenamientos y en todo ya nos decimos y nos sentimos atléticos. A mí, personalmente, se me ha hecho extraño ver por ejemplo a los jugadores en el calentamiento con la ropa del Atlético, pero ya nos estamos acostumbrando a ir con unos colores distintos. Al principio te cuesta un cambio así, escuchas un himno nuevo... Pero ya está asumido. Lo llevamos mucho mejor, contra el Barça nos hemos terminado de dar cuenta de la grandeza de nuestro club y de la hinchada. Con Vistalegre lleno hasta la bandera, nos identificaremos lo antes posible.
P. ¿Uno de los problemas pudo ser que mal acostumbraron a la afición? Por ejemplo, los abonos para toda la temporada descendieron, muchos seguidores se reservaba para los tres partidos buenos. Para llenar el campo hasta se regalaban hasta entradas en los colegios...
R. Fue así, la gente quiere a los ganadores, pero en el siglo XXI, con tanta oferta, la gente se aburre. Pierde el interés: desde 2004 en casa no hemos perdido, en diciembre harían siete años, ningún partido de Liga Asobal. ¡Ni uno! Son datos. Igual dentro de unos años nos daremos cuenta de lo que teníamos en Ciudad Real, pero sin apoyo público, sin apoyo económico, era imposible mantener este proyecto. Lo lamento mucho, pero la vida es así.
P. Desde que en 2004 ganaron la primera Asobal no paran. Ciudad Real dejó de ser una capital de provincias.
R. En lo que va de siglo hemos obtenido los mejores resultados del balonmano español y mundial, y no lo digo yo, lo dice el propio Román, que es el presidente de la federación. En siete años hemos ganado tres Copas de Europa, dos Mundiales de clubes, cinco Asobal, dos Copas del Rey, cinco Copas Asobal, tres Supercopas de Europa, tres de España... En 2008 logramos los cinco títulos por los que competimos, el año pasado tres de seis... Notamos muchísimo que fuimos el principal club aportador de internacionales para el Mundial de Suecia. Mientras en otros años tuvimos a los jugadores peleando hasta el último momento por los títulos, pero esta vez aportamos a 14 jugadores, de los que 11 llegaron a semifinales. Eso habla mucho y bien de este equipo, pero el desgaste físico y mental fue importante. Nos hemos puesto a la altura de la elite, del Barça, del Kiel, del Hamburgo. Sinceramente, creo que la plantilla lleva todo este cambio bien, los jugadores llevan en la sangre ganar cada partido. No saben hacer otra cosa.
P. El Atlético se quedó a nada de ser campeón de Europa. Con ustedes, pueden quitarse esa espina.
R. Aquel grupo fue una sorpresa grande para el mundo del balonmano. En España había una Liga buena, pero nunca se dio a conocer tan fuerte como hasta entonces. Fue el primer equipo español que de verdad sonó, teniendo en cuenta que había equipos como el CSKA de Moscú, el Minsk, Steaua de Bucarest, los equipos alemanes como Magdeburgo, Leipzig... De repente ver a unos españoles en una final fue increíble, porque eliminó a los monstruos de la época, como al Praga, y se enfrentaron a la Metalopastika de Yugoslavia. ¡Vaya! De alguna manera fue el germen, la eclosión del balonmano español. Los clubes de aquí se lo empezaron a creer, no había límites.
P. ¿Ahora los límites los pone el Barça?
R. Sin duda, tratar al Barcelona siempre es, el en buen sentido, un dolor de cabeza. Porque eso quiere decir que estás jugándote algo importante. Con un plus añadido: la Supercopa era el primer título al que optamos con la camiseta del Atlético en partido oficial... Ellos eran el rival a batir, nos ganaron el año pasado en la Liga y la Champions. Su punto fuerte es que llevan muchos años de búsqueda, de juego, juntos. Parece una tontería, pero nuestro secreto, más allá de habernos reforzado con fichajes de la talla de Markussen, se resume en tres palabras: hambre, hambre y hambre. Enganchar a la gente, aunque la salud del deporte depende muchas veces de la salud del país. Si a la gente le va bien, sin dolores de cabeza económicos, eso se traslada automáticamente al deporte. La felicidad y el deporte van cogidos de la mano. Pero la afición del Atlético es especial: destaca por su compromiso y alegría haya crisis o llueva el dinero del cielo.
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