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Entrevista:RAFAEL AGUILAR | Seleccionador de España de waterpolo

"Mis jugadores son muy pejigueras"

El hombre se mueve por el bordillo de las piscinas con la certeza espacial que le dan más de 30 años en las proximidades del medio acuático. De tanto estar pendiente de los detalles tiene los ojos bien abiertos y el cuello en tensión. Como esos pájaros que examinan el terreno desde la altura. Rafael Aguilar (Tarrasa, 1961) ha sido jugador, olímpico y entrenador antes que seleccionador nacional de waterpolo. Hoy se juega ante Italia el pase a las semifinales del Mundial.

Pregunta. ¿Por qué las grandes potencias salen siempre de los Balcanes?

Respuesta. Hay varios motivos. Primero, uno cultural. Allí la población ha tenido un acceso masivo a las piscinas cubiertas desde mucho tiempo atrás. En Barcelona la primera piscina cubierta se construyó hace 100 años pero no fue hasta los años 60 cuando se extendieron por Cataluña. En los Balcanes, en Europa del Este, proliferaron las piscinas cubiertas mucho antes. A esto se añade que en casi todos los deportes de equipo, especialmente los de pista, los balcánicos son muy buenos: baloncesto, balonmano, voleibol. Es un componente social. A ellos todo lo que implica lucha, competencia... Son muy bélicos. Son anímicamente guerrilleros. Y por último reúnen algo indispensable: técnicamente son excelentes.

P. ¿Físicamente tienen un biotipo privilegiado?

R. Tienen la tipología eslava. Son más grandes, tienen más peso, con unas caderas anchas. Los nuestros pueden ser muy fuertes, pero de gimnasio. Los balcánicos no necesitan tanto gimnasio. Les basta con nadar y entrenar mucho en piscina para que la propia naturaleza les eche una mano. Son capaces de mover 120 kilos con una facilidad abismal. Este es un deporte de equipo, de táctica de grupo, pero en el que el condicionante físico es muy importante. La fuerza que desarrollas en el agua tiene una relación directa con la envergadura y el peso.

P. ¿No es un contrasentido que a mayor peso, más dinamismo en el agua?

R. Han salido muy buenos jugadores no necesariamente siendo pesados. El ejemplo más nítido es Manel Estiarte. O Felipe Perrone. Pero no hablamos de las excepciones sino de la norma. Excepciones hay en todos los deportes. Hombre, si eres un tocho te vas para abajo pero si estás dotado para el agua puedes mover 100 kilos con mucha facilidad. Guillermo Molina mueve 120 kilos fácilmente porque tiene un cuerpo muy trabajado. Los latinos construimos el cuerpo. En otros países no tienen esa necesidad tan imperiosa. Les viene el armazón de nacimiento.

P. ¿Cómo se construye un waterpolista?

R. No hay secretos: con muchísimas horas de entreno. Si estás en el máximo nivel no puedes vivir sin hacer dos sesiones diarias durante toda tu carrera deportiva. Dos horas por la mañana y una hora y media por la noche de lunes a viernes. La adaptación al agua te lo requiere. El fútbol, el baloncesto, o el hóckey, no necesitan esta constancia. Sin el contacto con el agua pierdes muy rápido las sensaciones. En este deporte no es tan importante sólo el nadar rápido sino que hay un móvil que es la pelota y hay unos compañeros que hay que observar y unos adversarios que te defienden. Tienes que hacer todo esto con cabeza arriba: nadar, girarte, recibir, pasar, levantarte, salir del agua... Muchas veces te llevan abajo y tienes que volver a salir. A nosotros, a diferencia de lo que ocurre en los deportes terrestres, estar de pie ya nos cuesta. Muchas veces vamos bajo el agua y tenemos que sobrevivir.

P. ¿La preparación física es con balón o sin él?

R. Hay varias liturgias. Una es la vía clásica, que es el trabajo de la condición física adaptado al waterpolo por un lado, y por otro el trabajo de automatismos, táctica y estrategia. En nuestro caso, en los últimos años estamos trabajando sobre la idea de deportes colectivos que ha apadrinado Paco Seirullo en el Barcelona. Yo he sido alumno suyo y hemos trabajado la condición física teniendo siempre en cuenta lo cognitivo del juego, las relaciones.

P. En el Mundial las gradas están llenas de cámaras: cada equipo con la suya registrando todo. ¿Es inconcebible la competición sin el análisis del rival a través del vídeo?

R. Sin el análisis del rival y sin la autoevaluación propia. O conoces las estrategias y las relaciones de los jugadores o no las conoces. Y lo filtras para que tus deportistas lo conozcan o vas en ciego. Los jugadores de élite de hoy, cuando saben a qué se tienen que enfrentar les da más seguridad. Prefieren saber cuál es el reto de cada segundo, de cada objetivo. ¿Cómo canalizas esa información para ellos? Ahí está la magia de cada técnico.

P. ¿No se conocen de memoria los equipos?

R. Se conocen pero cuando llega cada campeonato se hacen muchas combinaciones. No es lo mismo el lanzamiento de Kiss desde el 'dos' recibiendo el balón desde el lado contrario como se lo tensa Biros a como se lo da Szivos. Biros se lo da de tal manera que recibe y lanza aprovechando la velocidad y Szivos se lo da en un bombeo. Si sabes esto tienes un segundo más para ir a defender o no.

P. ¿Estos conceptos en la cabeza de un jugador no resultan abrumadores? ¿Cómo se aplicaron contra Hungría?

R. Se lo intentamos decir pero mira, ese día Kiss no metió y metió otro, u optaron por otra estrategia. ¡Pero nosotros también hacemos lo mismo y les metimos muchos! Es información que queda oculta, que con el partido en vivo no la ves pero que cuando la analizas ves que es repetitiva y encuentras los porqués. Los jugadores se asocian. Parte de la estrategia del grupo es asociar parejas. Fran Fernández hace una salida que todos conocemos, pero no la da a todo el mundo en el momento exacto, en el tiempo, en la altura y con la tensión que le puede imprimir Felipe Perrone o Xavi García. Con Iván Pérez igual: él está en el palo y tiene una opción de acabar. Pero no todo el mundo se la daría del mismo modo: uno se la da cuando está girando la cabeza y otro cuando... Son sincronismos que se producen entre los jugadores. Muchas veces les pido que se asocien entre ellos.

P. ¿Esos sincronismos se producirían naturalmente o surgen de una charla?

R. A veces los entrenadores orientamos. Creemos en las capacidades de los jugadores para hacer determinada cosa si se asocian y ellos lo desconocen o piensan que no, o no lo habían advertido.

P. ¿Por ejemplo?

R. En el hombre de más en el Mundial de Roma pusimos en el segundo palo a Iván Pérez para recibir, por el lado contrario al palo corto, de una persona con la que se entiende mucho que es Guillermo Molina. Preparamos en momentos muy puntuales hacer un sincronismo en el que Guillermo, en vez de lanzar, le tenía que poner el balón en el aire en un punto determinado para que Iván saltara a por él sin tiempo a nada más que meterla. Los escogí a los dos para esto y fue un desastre durante la preparación. No lo querían hacer más porque no les salía nunca. Pero si con alguien se podía hacer era con ellos. Y en el Mundial les salió perfecto. Les hice sincronizar una cosa que no veían y que no conseguían hacer: un día se la daba y la pelota pasaba de largo, otro no había mirado, o se la daba al codo, o arriba. Era un momento muy fino. O era ese momento o ya no podía ser.

P. ¿Usted siempre hila tan fino?

R. La suerte que tengo es que como son buenos jugadores tú puedes proponer cosas de esa finura. El mérito no es mío. Es de ellos.

P. Quizá la complejidad añadida que tiene el juego en un medio antinatural como el agua resta capacidad de inventiva a los jugadores.

R. La gente piensa en las grandes cosas y muchas veces las diferencias son muy pequeñas. Son multitud de pequeños detalles lo que hace a esa pequeña cosa que te da un punto. Lo decisivo no está en las cuestiones gordas.

P. ¿No resulta agobiante para los jugadores esa necesidad de manejar tantas variables tácticas?

R. Controlamos muchas cosas y otras las olvidamos y al cabo de un tiempo resurgen. Lo hemos comprobado. Hay cosas que trabajamos en el pasado y salen ahora. Son relaciones humanas. Preparamos jugadas de estrategia para los Juegos de 2008 que no nos salieron y el año de Roma sólo comentándolas salieron a la primera. ¡Tiene guasa! Había quedado toda la información en la memoria de los jugadores. Al final los jugadores españoles se conocen mucho. Saben de sus limitaciones y saben que son buenos si hacen cosas diferentes y excelentes. Y dependen muchas veces del detalle pequeño. Ellos mismos se sincronizan en el pequeño detalle. No es que los haya metido yo en esto, es que son muy pejigueras. '¡Tú si me la das aquí no me la des aquí!', '¡no me la des cuando te miro sino cuando no te miro!'. A veces rizan el rizo demasiado.

P. ¿Los húngaros o los serbios rizan el rizo?

R. No, son más limpios. Es que el reglamento al que jugamos les va muy bien a ellos. Nosotros hemos de ser muy buenos en un reglamento de jugadores grandes y pesados. Un reglamento que permite que los jugadores de fuerza salgan adelante. Porque están muy enganchados, porque cuando tenemos un hombre demás mis dos jugadores que están en la cocina, en los palos, sufren un martirio. Y yo, cuando estoy en hombre de menos pues no es lo mismo un apretón de un tío de 80 kilos que uno de un tío de 120. Yo no puedo martirizar a los rivales. En cambio, si el reglamento dijera: 'No se les puede tocar a los pequeños'. Pues saldríamos ganando. Es un deporte en el que para muchas cosas tienen ventaja los grandes. Los húngaros y los serbios pueden jugar con más nitidez: no tienen que estar buscándole la vuelta a las jugadas. Ellos pueden mover el balón a un metro y medio por encima del agua, por su envergadura, y en esa línea yo no llego. Yo por más que salte mucho mi récord de salto no es de metro y medio. Es más bajo. Ellos pueden jugar por arriba y por abajo. Yo, para hacer lo mismo tengo que ser muy bueno.

P. ¿Por qué España necesita armar más las jugadas?

R. Una cosa que distingue mucho a los equipos balcánicos son esos goles que hacen: '¡Fluuuuhhh!'. Sueltan un misil. Nosotros para soltar un misil normalmente tenemos que venir de una combinación. 'Pim, pam, pum y cataclán'. Ellos tienen esa potencia de lanzamiento producto de que son muy buenos técnicamente, son capaces de hacer virguerías con la pelota, y tienen una envergadura que les permite volar en una línea superior. Ellos dicen: 'Yo mido lo que mido y si tú me vienes a defender a mí levanto el balón aquí y me tienes que atacar aquí'. Y si un balcánico te levanta el balón lo tienes que atacar mucho más arriba. Tienen ciertas ventajas. Hace 20 años, uno de los cambios de biotipo más importante, los equipos de waterpolo tenían a dos boyas tremendos, dos porteros como dos osos y dos defensores de boya como dos armarios. Los demás eran más normales. Ahora se han igualado. Todos están más parejos porque se necesita más movilidad. Antes los equipos jugaban más parados. Era como el baloncesto. Hace unos años podía jugar Romay. Lentamente. Ahora los Gasol juegan de tiradores, de aleros, adentro... Y de vez en cuando hay un Shaquille O'Neal. En nuestro deporte se ha tendido a eliminar estos excesos, esos jugadores de 2,20. Esa raza ya no existe. Los jugadores se han quedado en los dos metros. Ahora se juega mucho más rápido.

P. ¿Cuántos metros recorren por partido?

R. 2.000 y a tope. Y saliendo de debajo del agua que te están hundiendo. No son 2.000 metros en línea. Son después de ponerte de pie, sujetarte, lanzar, pasar, recibir un impacto, un tirón, meterle los codos a otro... Haces media piscina y vuelves para atrás, y otra vez para adelante. El único momento de suavidad es cuando vas al centro después del gol. Muchas veces los jugadores están deseando que alguien de cualquiera de los equipos meta un gol para ir al centro y decir: 'Paramos un momento'.

P. ¿Cuál es el orden de fuerzas en el waterpolo mundial?

R. En el mundo hay diez equipos capaces de estar arriba. Aquí se han quedado fuera de los ocho Australia y Rumanía. Para este Mundial no se clasificaron Rusia ni Grecia, dos históricos, ni Canadá, que jugó las semifinales del pasado Mundial con nosotros. Rusia hizo tercero en los Juegos de 2004... Hay diez equipos en el mundo que pueden hacer medalla, lo que pasa es que Serbia tiene un 90% y Rumanía un 5% de probabilidades. Pero un día Rumanía puede ganarle a Serbia. ¿Favoritos? Los que han ganado las medallas últimamente: Serbia, Croacia, Montenegro, ahora Italia... Hungría. Hungría ha sido tres veces sucesivas campeona olímpica pero desde Pekín no ha hecho medalla ni en Europeos, ni en Mundiales... ¡Tres años de secano! El tema está muy duro.

P. ¿Cómo imagina el partido con Italia?

R. Muy difícil, contra un equipo correoso que es subcampeón de Europa y campeón de la Liga Mundial. En el último año han vuelto a ser muy competitivos. Además, el partido de cuartos de un gran campeonato es el más difícil de jugar. Con un premio que nos motiva: si Serbia le gana a Alemania nos clasificamos para los Juegos.

P. ¿Para usted qué papel juega la motivación?

R. No estamos hablando de moral sino de conseguir rendimientos excelentes. A los jugadores les pido esfuerzos muy grandes para igualar. Para intentar ganar tienen que hacer rendimientos de récord cada partido. Les tiene que gustar. Si no, no pueden ni estar.

P. Da la sensación de que el waterpolo es tan exigente psicológicamente como el tenis o el golf, dos deportes de lanzamientos de precisión. La necesidad de embocar el gol puede generar mucha ansiedad.

R. No siempre porque en el tema del lanzamiento los goles muchas veces van trenzados. El jugador responde a un automatismo y palmea. No hay un valor de conciencia. Hay una práctica, una mecánica que hace que tú hagas esa respuesta y normalmente suele ser buena. Pero más del 80% de los lanzamientos responden a una cosa muy individual: o estás fino o no lo estás, o sientes la pelota o no la sientes, o has llegado muy cargado de las últimas peleas o no. Y luego está el portero que tienes delante. A veces chutas sin ver al portero, otras lo ves y él te ve a ti. Es un duelo. Hay lanzamientos que responden a lo que imagina el jugador, que reacciona de acuerdo a lo que ha practicado, y otros son del tipo: 'Ahora la tengo que meter'. Muchos vienen encadenados, sin toma de decisiones, y en otros el jugador se da cuenta de que le toca decidir tirar: 'Me toca a mí'. Ahí es donde actúa la confianza, el coco.

P. Pero en el fútbol puede empatar 0-0. Aquí es imposible.

R. Aquí o creas o estás muerto. Es muy importante defender, porque si no se te disparan todos los valores y no llegas. Pero tienes la obligación de crear. Sobre todo nosotros, que tenemos un límite defensivo. ¿Cuál? Depende contra quién. Si nos meten nueve o diez goles... ¡Ufff! Yo no sé si los metemos nosotros. O si los metemos es porque ya no ganamos. Esto lo sabemos. El otro día contra Hungría acabamos con un parcial de 8-8. Pero yo no puedo aguantar a ese ritmo. Si me retas a esto yo puedo: 'Escoge: ¿a qué nos retamos, a defender o atacar?'. El seleccionador húngaro me dijo después del partido: 'Lo he pasado muy mal. Yo les he dicho a mis jugadores en la tercera parte que no bajáramos el ritmo. Que si no bajábamos no lo podríais mantener'. Hicieron 16 minutos solemnes. Fue un espectáculo de eficacia en los lanzamientos. Hemos repasado los goles y todo lo que entraba eran martillos. Entraban donde tenían que entrar. Muy pocos como consecuencia de errores defensivos.

El técnico Rafael Aguilar, seleccionador del equipo nacional de waterpolo.
El técnico Rafael Aguilar, seleccionador del equipo nacional de waterpolo.SUSANNA SÁEZ

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