Dorsal 161, Damiano Cunego
El italiano sería en este Tour como un camarón, minúsculo y de cuerpo transparente, que parece no verse pero que ya va quinto en la general
Desde la cima del Galibier por encima de los 2.500 metros, y con el empacho de alta montaña que nos hemos metido hoy en el cuerpo, me pongo ahora a escribir esto, y se me está ocurriendo hablar de un animal marino. Bueno, bien es cierto que hace millones de años todo esto era un foso marino, así que quizá lo de este animal de hoy no esté tan fuera de lugar.
El corredor que voy a presentar hoy es un corredor italiano que no necesita muchas presentaciones. Damiano Cunego se dio a conocer al mundo entero en el año 2004, ganando con gran autoridad el Giro de Italia con tan sólo 22 años. Ahora tiene 29 y corre este Tour en el equipo Lampre. Debutó en profesionales en el año 2002 y venía con la impronta de haber sido campeón del mundo juvenil en el año 1999. Después de esa fulgurante victoria en la gran carrera de su país, se esperaba más de él, pero se estancó en su progresión durante unos años y, a pesar de poseer un rico y variado palmarés con victorias de mucho prestigio, hace ya unos cuantos años que no le vemos luchando por los puestos de podio en una gran vuelta por etapas.
A día de hoy, tras esta durísima etapa alpina, Damiano es el quinto clasificado en la general. Hoy ha cruzado la meta unos segundos por detrás de el líder de la carrera, después de circular durante todo el día en el grupo de los favoritos, cediendo unos pocos segundos con ellos en la parte final.
¿Y qué animal podría ser Cunego? En este Tour, yo veo a Damiano como una kiskilla, que es como yo conozco a ese pequeño animal marino que en otros sitios se le llama camarón. Es una especie de gamba minúscula, de unos cuantos centímetros en algunos casos, y con el cuerpo transparente.
Yo suelo ir a coger kiskillas con mis hijos a la playa. Buscamos los charcos que quedan en las rocas cuando baja la marea, y nos ponemos a pescar kiskillas con el salabardo, que es ese aro con una pequeña red. Vamos llenando el cubo y, después de observarlas un buen rato con esos movimientos tan espasmódicos que tienen, las volvemos a soltar en su hábitat natural.
¿Y porqué me ha recordado Cunego a estas kiskillas? Porque no son invisibles, pero casi; hay que prestar mucha atención para ver que están ahí. Y eso mismo me ha pasado a mí con Damiano en este Tour. Ahí está, quinto en la general, pero durante las etapas apenas se le ha visto. Ahora, si te fijabas bien y te preguntabas por él, enseguida aparecía. De hecho ningún día ha perdido un tiempo excesivo con el resto de favoritos. Ha sido siempre un actor secundario que ni ha tomado la iniciativa, ni tampoco ha reventado ningún día.
Suerte en este Tour, dorsal 161. No te van mal las cosas, discreto pero efectivo. Pero a ver si te vemos sacar la mala leche mañana, que es tu última oportunidad.
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