Una cuestión de peso

Stacey Gardner es una mujer atractiva. Por eso, Mardy Fish, su marido, que hoy abre el Estados Unidos-España de cuartos de final de la Copa Davis contra Feliciano López, no entendía nada. "¿Cómo me dejaste llegar hasta eso?", le dijo un día el tenista a su esposa, tras mirarse en el espejo y compararse con el hombre que fue y ya no era. Entre la imagen que veía y la que recordaba mediaban 13 kilos menos. Había recorrido esa distancia en tiempo récord: seis semanas. La báscula explica el éxito tardío del tenista, que ha llegado al top 10 (ocupa el número ocho) a los 29 años.

"Simplemente estaba demasiado pesado para el tenis, así de sencillo", dice ahora el estadounidense. Fish decidió cambiar cuando una lesión de rodilla y los dolores en la contraria le dijeron claramente que aquella barriga era incompatible con el deporte. "Me hubiera gustado ser tan maduro mentalmente a los 20 años como lo soy ahora", cuenta sobre el tiempo perdido para un tenista de indudable talento y poderoso servicio. "Hemos cambiado muchas cosas. Hemos trabajado mucho. Ha habido mucha gente que me ha ayudado a mirarme en el espejo". El número ocho es hoy un hombre de carbohidratos sin condimentos. Le ha dicho no a sus deseos: hamburguesas, pizza, patatas fritas, helados, su dieta de los viejos tiempos.

En Austin, Fish aparece finísimo, marcados los pómulos, sin gemelos sus piernecillas. Es el trabajo de Rodney Marshall, preparador físico de la Federación estadounidense. Es el teórico líder de un equipo que sigue mirando a Andy Roddick, exnúmero uno mundial, para todo. Se siente preparado: "El primer punto, el que juego contra Feliciano, es el que le pone el tono a la eliminatoria", dijo el número ocho; "pero como después juega un tío que es muy bueno (por Andy Roddick, que se enfrenta a David Ferrer), no siento ninguna presión extra".