El niño de Europa

Tiene 18 años y, si juega hoy, será el futbolista más joven que dispute la final del Europeo sub 21. El más joven de los 183 futbolistas que han acudido a Dinamarca era el inglés Connor Wickham, nacido en marzo de 1993, pero su presencia ha sido testimonial. El futbolista del Ipswich abandonó el torneo sin disputar ni un solo minuto. Sus 191 centímetros pasaron desapercibidos, escondido en el banquillo. Lo suyo ha sido una experiencia vivencial más que futbolística. El caso de Muniain es tan inverso al del inglés como los centímetros que los separan (Muniain apenas alcanza los 169). Fue suplente en el primer encuentro ante Inglaterra y titular en los tres posteriores. "Es un futbolista de banda, pero que piensa en el área, con desborde y que le gusta sobre todo jugar por el interior", le definen en una selección donde nunca pasa desapercibido. "Es el perejil de todas las salsas", afirman sus compañeros que con apenas dos o tres años más que él intuyen que acaba de superar la adolescencia.

Pero lo que todo el mundo advierte es que hay dos Muniain: Uno en el campo, serio, concentrado, y otro en el hotel, bromista, pizpireto y sorprendente. Una característica une a ambos Muniain: el desparpajo. En eso coinciden la persona y el futbolista dando la sensación de que llevara toda la vida jugando al fútbol y hubiera vivido mil concentraciones cuando apenas hace dos años que debutó con 16 años, 7 meses y 11 días en Primera División con el Athletic. Solo Domingo Acedo, uno de los futbolistas que consiguieron la medalla de plata en los Juegos de Amberes de 1920 fue más precoz que él a la hora de debutar con el equipo bilbaíno aventajándole en tres meses.

Twitteador nato, refleja su frescura incluso cuando se agarra a la red social en los desplazamientos en autobús para los partidos. Chispa en el campo, chispa en la vida. El niño de Europa ya ha sido medalla de plata en el Mundial su-17 y aspira a escribir su primer título en su currículum futbolístico mañana en Aarhus, ante Suiza (20.45, Cuatro). Quizás sea (o quizás no) el futbolista más pequeño (1,69m) de un torneo de mastodontes, lo que está claro es que no es el más débil. "Su fortaleza física está demostrada", apuntan sus rectores. Con aspecto de cherokee, tras el corte de pelo que le hizo Jeffrén (su compañero de habitación), Muniain juega como vive, con descaro, pero sin insolencia. Le queda mucho por andar pero la sensación que transmite es la de que ya ha andado mucho en el fútbol profesional.