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"Cuestión de fe y justicia"

Los jugadores y el seleccionador español aseguran que "nunca tuvieron miedo" por el resultado

Justicia era la palabra más repetida en el vestuario de España. Fe era la palabra más repetida por Luis Milla. Miedo, según unos y otros, nunca existió, aunque el gusanillo de la desesperación prendió en algunos momentos en el equipo. Milla, en pleno éxito por el primero de los objetivos conseguidos, quiso dedicar sus primeras palabras al anterior seleccionador, Juan Ramón López Caro "porque participó en buena parte de la fase de clasificación y este éxito por tanto también es suyo". Pero en su retina quedó grabada, según dijo, una imagen "que procede también del ambiente que reina en la absoluta: cuando hemos conseguido el segundo gol, todos los suplentes han saltado al campo para buscar al autor del tanto y al que había hecho la jugada". Ciertamente, se produjo una invasión de campo que se asemejaba a la que se produjo al final del partido.

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Adrián, que, por sus dos goles, fue elegido el mejor jugador del partido, insistía en que "el fútbol ha sido justo, aunque hemos sufrido, pero estamos felices y contentos. Hoy he tenido la suerte de marcar" afirmó el pichichi del campeonato, con cinco goles en cuatro partidos.

La segunda palabra de Milla era "fe". "Ese fue el mensaje que les transmití en el descanso, que había que apretar desde el principio y que había que mantener la fe. Yo he jugado al futbol y sé que en los partidos hay que tener fe cuando vas ganando y cuando vas perdiendo. Nunca puedes bajar los brazos, ni por lo uno ni por lo otro". El seleccionador aseguraba que nunca temió por el resultado "porque lo mismo que cuando vas ganando estás atento a los detalles por lo que pueda pasar, cuando vas perdiendo no puedes sucumbir a la tensión del partido. Hemos logrado el primero de los dos objetivos y ahora vamos a por el segundo que es ganar el título europeo".

El vestuario era una fiesta. Todos estaban para esto, para conseguir el pase olímpico, más allá de añadir un título a su hoja de servicios para dar lustre a su currículo. El pitido final ilustró el sentimiento general. Una piña de futbolistas gritando, riendo, saltando, lo más parecido a la celebración de un título. Allí no había ni titulares ni suplentes. "Yo siempre he dicho que en esta selección los suplentes eran fundamentales", afirmaba Luis Milla; "y lo he comprobado día a día viéndoles trabajar, entrenar, hacer grupo y dándote la confianza de que cuando tienes que tirar de ellos están en su mejor forma y con el chip encendido".

Ayer tuvo que hacerlo, por el gol en contra y por la estrategia que opusieron los bielorrusos. "Teníamos mucha gente por el medio y el rival nos estaba cerrando bien los caminos, por eso teníamos que dar amplitud al juego". Y por eso salieron Capel y Jeffren, en detrimento de Ander Herrera y Muniain. Era el espíritu de La Roja que se transmite en todas las categorías, un colectivo que hoy querrá celebrar el éxito conseguido. Tendrá que ser en el hotel. En Silkeborg por la noche, aunque es de día, nada está abierto, aunque ayer sonaba a jazz en esta pequeña ciudad danesa. En el hotel de la selección quizás sea más propio el rock duro.

Los jugadores de la selección sub 21 celebran su tercer tanto del partido.
Los jugadores de la selección sub 21 celebran su tercer tanto del partido.HENNING BAGGER (EFE)

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