La resbaladiza hierba de Wimbledon
Aunque es una superficie poco favorable para los españoles, Feliciano tiene condiciones naturales para jugar en Wimbledon, es el torneo favorito de Verdasco y Ferrer ya ganó en Hertogenbosch
Aunque la hierba es una superficie resbaladiza para los tenistas españoles, más habituados a cosechar triunfos y puntos sobre la tierra, Wimbledon ya no se presenta tan infranqueable como antaño. Sobre todo para Nadal, entorchado dos veces en el All England Club. Pero también es una superficie favorable para el tenis de Feliciano, preciosista y delicado, con su tope en cuartos de final. Ferrer ya ganó un torneo sobre hierba en 2008 y a Verdasco se le ilumina la cara al pisar las pistas de Londres. Para Almagro, es un reto.
Feliciano López. Probablemente ningún tenista español haya tenido nunca mejores condiciones naturales para jugar en hierba que el toledano. Zurdo, con un saque espectacular y una gran sensibilidad para la volea, el español competirá en su torneo preferido sin ser cabeza de serie. Eso le convierte en un peligro para los favoritos y, al mismo tiempo, describe su irregular temporada, llena de claroscuros. Feliciano, dos veces cuartofinalista en el grande de la hierba, es un hombre de sensaciones, un tenista-artista, con todo lo que eso implica. Si le llega la inspiración, si juega con convencimiento, será un peligro. Si no, el ranking dictará su implacable lógica y le despedirá del torneo. A los 29 años, debe aprovechar sus oportunidades. Ha jugado ya más torneos de Wimbledon de los que le esperan.
David Ferrer. Pocos tenistas representan mejor la ambición de los españoles por adaptarse a todas las superficies que el alicantino. Ferrer, nacido y criado en tierra, donde pasa por ser uno de los mejores especialistas del momento, también fue capaz de conquistar el torneo de Hertogenbosch en 2008. No es poca cosa: hasta que llegó Nadal, el tenis español estuvo más de 30 años sin echarse un torneo sobre césped a la boca. El número seis, sin embargo, sufre en Wimbledon. No tiene en el saque un arma definitiva. Depende muchísimo de su movilidad y de lograr buenos apoyos, justo lo que más dificulta la resbaladiza hierba. Su carácter está fuera de toda duda: el año pasado fue capaz de estirar hasta la quinta manga al sueco Soderling en los octavos.
Fernando Verdasco. El zurdo madrileño tiene en Wimbledon su torneo predilecto. Este año, además, Londres decidirá hacia dónde va su temporada. El número 23 arrancó el curso entre los 10 mejores. Cuando perdió el sitio en ese grupo de élite, se marcó Wimbledon como la cita en la que iniciar la remontada. El año pasado perdió en primera ronda. No defiende casi puntos, más allá de los cuartos de final logrados en el Abierto de Estados Unidos 2010, de aquí a final de temporada. Tiene armas para intentar la aventura. Ha perdido peso y ganado en ligereza, lo que le sienta estupendamente a su tenis. Le faltan, probablemente, confianza y orden, las dos razones que explican su temporada. Londres dirá si la cosa cambia.
Nicolás Almagro. El murciano vive desconectado desde que alcanzó un puesto entre los 10 mejores. Cayó a la primera en Roland Garros, igual que en su primer torneo sobre hierba. La superficie castiga su punto débil, el movimiento, por mucho que haya mejorado bajo el mando del prestigioso José Perlas. Al mismo tiempo, el césped le permite aprovechar su portentoso segundo saque, de los mejores del circuito. Las estadísticas dejan claro la magnitud del reto al que se enfrenta el murciano, que hoy es el número 15 del planeta: solo ha ganado cuatro partidos sobre hierba en toda su carrera.
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