Las marcas de Li
La tenista china sigue aupando al tenis de su país a cimas nunca alcanzadas y, ante Sharapova, busca la segunda final grande consecutiva
La ausencia de grandes tenistas chinas a lo largo de la historia obliga a relatar cualquier logro de Na Li como una nueva marca. En enero, fue la primera de su país en alcanzar la final de un grande, el Abierto de Australia, donde cayó ante la belga Kim Clijsters (3-6, 6-3 y 6-3); el lunes fue la primera en llegar a cuartos de Roland Garros. Ayer su nuevo récord fue meterse en las semifinales del torneo francés, tras derrotar en dos sets (7-5 y 6-2) a la bielorrusa Victoria Azarenka, número cuatro del circuito WTA. Hoy se enfrenta a la gran favorita del torneo, la rusa Maria Sharapova, que ayer se paseó en su duelo ante la alemana Andrea Petkovic (6-0 y 6-3). Pese a que Sharapova se encuentra en el ranking una posición por detrás de la china (la asiática es la número siete por el octavo puesto de la europea), los tres grandes conquistados y su tesón para ganar el único Grand Slam que le falta hacen que los pronósticos no coincidan con las estadísticas.
Mirando el historial de los duelos entre las dos tenistas, aunque favorece a la rusa (5-2), las dos victorias de la china son las más recientes. Y sobre todo, lo que juega a favor de Li es el recuerdo fresco de la final de Melbourne, que no solo certificó la calidad de su juego, sino también el apoyo del que goza en las pistas. Mientras Clijsters ganaba el título, Li se ganaba a la afición, que le apuntaló sin descanso. "Li, ¡Jia You! (¡Vamos Li!)", le gritaba el público, conquistado por su personalidad chispeante.
Una de las frases más famosas de Li explica sus preferencias por el juego de fondo y desvela también la personalidad de la asiática: "Cuando era muy joven, vi a Agassi en la televisión. En China, si un hombre lleva el pelo largo quiere decir que es un malote. Luego vi que llevaba un pendiente en la oreja. En China, eso es algo imposible para un hombre. Se movía como una mariposa, libre y concentrado. Le vi, y pensé: 'Me gusta mucho". Ayer, tras el partido volvió otra vez a lucir su personalidad, juguetona y tajante a la vez. "Hay tanta gente piensa que no soy buena en pista de tierra... Pero pienso que ahora tendrán que cambiar un poco de opinión", ironizó la china tras derrotar a Azarenka. "Cuando terminé el partido pensé 'Guay, puedo jugar en Roland Garros'. Antes de París llegué a semifinales en Madrid y Roma, he ganado muchos partidos en arcilla, pero aún sigo sin creer que pueda jugar", zanjó, medio en broma, medio en serio.
Li despierta simpatías, y también ilusiones en un mundo, el del tenis, que espera conquistar definitivamente el mercado oriental, objetivo para el que ya se han organizado nuevos torneos de primer nivel y muchos otros de categoría inferior. Tras el Abierto de Estados Unidos, las raquetas femeninas se pasarán entre septiembre y octubre por Tashkent (Uzbekistán) Seúl (Corea del Sur), Tokio y Osaka (Japón) y Guangzhou y Pekín (China). Esperando la gira por el lejano Oriente, la consagración de una protagonista que fomente la afición al deporte y anime a nuevos patrocinadores sería muy bien recibida. Alguien de quien se pueda decir, por ejemplo, que ha sido la primera china en ganar un grande.
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