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Monfils, ante sus límites

El tenista parisino, sin triunfos importantes, se enfrenta hoy a Federer, al que se rindió dos veces en el grande francés

Muy probablemente, Monfils es el mejor atleta del circuito ATP. Apodado sliderman por su capacidad en deslizarse de un lado a otro de la pista con una facilidad descomunal, el parisino tiene elasticidad y resistencia, estira su cuerpo de 1,93m con gracia y a todo esto añade una derecha violenta y un buen servicio. Cuando, en 2004, se hizo con tres de los cuatro grandes en la categoría junior -solo le faltó el Abierto estadounidense-, Francia pensó haber encontrado por fin al tenista capaz de confrontarse sin miedo con los grandes de la raqueta. L'Equipe le dedicó una portada en la búsqueda espasmódica de una estrella procedente de sus propias fronteras. Sin embargo, cumplidos ya los 24 años, al francés le ha faltado dar el salto de calidad necesario para tutearse con los dominadores de las pistas mundiales. Hoy vuelve a intentarlo en los cuartos de final de Roland Garros ante uno de ellos, el Federer ganador de 16 Grand Slam, que ya dos veces, sobre la tierra roja del torneo francés, ha mortificado sus sueños de gloria.

En 2008, cuando en París alcanzó su cima en los grandes, fue precisamente el suizo quien le derrotó en semifinales en cuatro sets. Un año después, en cuartos, fue otra vez Federer, de camino a la única gran corona que faltaba en su palmarés, el que doblegó a Monfils ante su público, esta vez en tres mangas y empleando poco más de dos horas. El número nueve del mundo (ocho desde el próximo lunes), vuelve a medirse al campeón suizo, contra el que solo una vez ha conseguido llevarse la victoria, esto sí, en el duelo más reciente, sobre el cemento del Masters 1000 de París, en 2010. A Monfils, que lleva más de dos años instalado en el top 20 del ranking mundial, le falta empezar a coleccionar victorias en escenarios importantes (hasta ahora solo presume de tres torneos menores) y aprovechar su capacidad física, mermada por frecuentes lesiones.

Después de haber superado ayer al español David Ferrer en un partido que se alargó cinco sets en dos días -empezó el domingo y fue suspendido por falta de luz-, el francés vuelve a la pista arropado por su público. Está en casa. "En Roland Garros, esté cansado o no, lesionado o no [sufrió un esguince en el tobillo durante el encuentro ante Ferrer] lo que quiero es luchar. Aunque sufriera una fractura, estaría en la pista en un torneo así", exageró el tenista parisino en sus declaraciones tras el encuentro.

El sueño es el de convertirse en el primer francés en hacerse con el torneo 28 años después del último que lo consiguió: Yannik Noah en 1983. El calendario no se lo pone facil; después del maratón contra el español le espera el escollo Federer que, lejos de las luces del duelo por el número uno entre Nadal y Djokovic, ha llegado a los cuartos casi sin sudar, no perdiendo ni siquiera un set y jugando en cuatro partidos un total de 7 horas y 24 minutos, es decir, cinco minutos más del tiempo que Nadal ha necesitado para superar las primeras dos rondas. Y aunque el número nueve consiguiera superarlo, le aguardaría Djokovic, invicto en 2011, con el número uno a tiro y con cuatro días de descanso después de que Fognini, su rival en cuartos, se retirara. Monfils necesitará meter en la pista algo más que sus apabullantes dotes atléticas.

Monfils celebra la victoria ante Ferrer, en los octavos de final de Roland Garros.
Monfils celebra la victoria ante Ferrer, en los octavos de final de Roland Garros.REGIS DUVIGNAU (Reuters)

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