Del Potro ve la luz

En la plaza de toros, anillo de asientos que ha presenciado míticos encuentros, una demostración de carácter: el argentino Juan Martín del Potro, corto de piernas y sobrado de corazón, remonta (6-7 (7), 6-3, 7-5 y 6-4) en la pista uno al croata Karlovic, el doctor Ivo, autor de 22 aces.

Cada paso en París del gigante de Tandil le dirige hacia una doble meta: si supera al esloveno Kavcic, el número 82, podría jugar en tercera ronda contra el invencible Novak Djokovic, de nuevo arrollador hoy en su debut contra el holandés De Bakker. Si alcanza esa frontera, también, el argentino habrá completado la recuperación de una larga serie de lesiones físicas y espirituales, que arrancó con una operación de muñeca, le llevó hasta más allá del número 480 del mundo y vivió su último capítulo durante el torneo de Madrid, cuando sufrió un pinchazo en el recto anterior de la pierna izquierda. Delpo se retiró, viajó a Buenos Aires y dudó sobre su presencia en París. Hoy está en la ciudad de la luz y el vestuario le mira con suspicacia: ¿Quién ha venido? ¿Un tenista que sale de una lesión o el campeón del Abierto de Estados Unidos 2009?

"Soy consciente de mi presente", se apresura a aclarar el exnúmero cuatro, que hoy, a los 22 años, es el número 26 del mundo. "Hoy es tratar de jugar buen tenis, de recuperarme físicamente, y de disfrutar de ello, porque cuando no lo tuve lo extrañé mucho", continúa. "Todavía siento algunas molestias, espero que no sea nada grave. Tengo muchas ganas de jugar este torneo, de seguir avanzando, porque es muy lindo poder vivirlo. Poco a poco, voy mejorando y me voy sintiendo mejor", añade.

Para poder pensar en esas cosas, Del Potro debió sobrevivir a un día para fuertes. El sol golpeaba en la pista. Karlovic golpeaba desde el cielo de sus 2,08m. Se jugaba en la plaza de toros, allí donde nació el mito de Guga Kuerten, allí donde se dieron algunas de las más grandes sorpresas de siempre. No hoy. No con Del Potro. Que pase el siguiente.