De la Peña cuelga las botas

Iván de la Peña cuelga las botas. Con 35 años, y tras una recta final de carrera plagada de lesiones, dice adiós una de las diestras con más clase que ha dado el fútbol español en las dos últimas décadas. "Mi cabeza decía que quería seguir, pero el cuerpo ha dicho basta", ha explicado en una emotiva rueda de prensa; "he tenido muchas lesiones, pero así es la vida, eso me ha ayudado a ser más fuerte y a crecer como persona y jugador. Viene como viene y hay que luchar, estoy muy orgulloso". Se despedirá el sábado a las 22.00 en el estadio de Cornellá, ante su público, contra el Sevilla.

"He disfrutado muchísimo, los mejores amigos los he encontrado en el mundo del fútbol, a los que quiero agradecer siempre los momentos buenos y malos que hemos pasado, he disfrutado muchísimo de esta profesión", ha dicho el medio con la voz entrecortada por el llanto, mientras sus compañeros le aplaudían.

De la Peña desarrolló casi toda su carrera deportiva en Barcelona. Primero, en el Barça, y después, tras jugar en el Lazio y en el Olympique de Marsella, recaló en el Espanyol. Hoy ha querido agradecer a todos esos equipos las oportunidades brindadas para vestir sus elásticas, y, más que a nadie, a los periquitos. "Nunca pensé que me iban a querer tanto como me han querido. Siempre les llevaré en mi corazón".

Con el equipo azulgrana, al que llegó a los 14 años desde Santander, le hizo debutar nada menos que Johan Cruyff. Era 1995 y tenía 19 años. Miembro de una buena generación de canteranos barcelonistas, a la que dio nombre -era conocida como la Quinta del Mini o de Lo Pelat-, no tardó en enamorar a la afición culé con su gran visión de juego y sus precisas asistencias. En Can Barça coincidió con el brasileño Ronaldo, del que hoy ha dicho que ha sido, "sin duda", el mejor futbolista que ha tenido a su lado. Vivió dos buenas temporadas a las órdenes de Cruyff y del inglés Bobby Robson, pero la llegada de Louis Van Gaal al banquillo del Camp Nou le condenó a buscarse otros compañeros a los que iluminar con su fútbol.

No le fue bien en Italia, perdido en el rocoso juego del Lazio, ni en Francia, donde vivió un fugaz episodio en el Olympique de Marsella. Regresó al Barça en 2002, pero no terminó de asentarse bajo las órdenes de Lorenzo Serra Ferrer y desembarcó después en el Espanyol, donde logró estabilizarse y donde ahora cuelga las botas, casi una década después.

Como periquito consiguió debutar, ya en la treintena, con la selección española absoluta, con la que jugó dos amistosos y tres partidos clasificatorios para el mundial de 2006, para el que finalmente no fue convocado. En su juventud, De la Peña había sido un habitual en las categorías inferiores, en las que se asoció de maravilla con el exmadridista Raúl González Blanco, gran amigo suyo. Juntos jugaron los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996.

El cántabro, prodigioso en el último pase, se va con un palmarés envidiable. En sus más de tres lustros como profesional, ha ganado una Liga (1998), tres Copas del Rey (1997, 1998 y 2006), una Supercopa española (1996), una de Italia (1998), dos Recopas de Europa (1997 y 1998) y una Supercopa de Europa (1998). Ahora quiere disfrutar de su familia y de sus amigos. En el futuro, eso sí, le gustaría seguir vinculado al fútbol. "Es lo que siempre he hecho, lo único que sé hacer".

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