Munúa nunca se rinde
El portero impulsa al Levante tras recuperar la titularidad y persigue el sueño de vestir de nuevo la zamarra de Uruguay
Era la jornada 20, el primer partido de la segunda vuelta, y el Sevilla le había pasado por encima al Levante 4-1. Era, también, el peor momento de la temporada. El equipo se había puesto último y el entrenador, Luis García, necesitaba cambiar la dinámica en la que se había metido el conjunto. Así que el portero Gustavo Munúa (Montevideo, Uruguay; 1978), que había comenzado la temporada como titular pero que fue relegado al banquillo tras encajar 10 goles en las tres primeras jornadas, recuperó su puesto. Desde entonces, el equipo sumó 23 puntos en 10 jornadas, encajando solo seis goles, cuando en los primeros 20 partidos había recibido 34.
"Durante ese tiempo estuvo entrenando muy bien, preparado para cuando se le presentara la oportunidad. Preparado para cogerla con los dos brazos", relata Sergio Ballesteros, central del Levante, sobre la vuelta de Munúa; "la posición de portero es complicada porque nunca ves posibilidades de jugar y sufres anímicamente, pero él se repuso rápido y miró hacia delante". Pedro Rostoll, el segundo entrenador, asegura que el cuerpo técnico no tiene en cuenta estas peculiaridades: "Nosotros tratamos a todos de la misma manera y si tenemos que cambiar de portero, lo cambiamos. Creo que nos salió bien cuando metimos a Manolo Reina y también ha funcionado con Munúa. Gustavo siguió entrenando fuerte durante la semana y la prueba es lo bien que ha rendido cuando ha vuelto".
Munúa admite lo doloroso que fue perder la plaza entre los palos tras los tres primeros partidos, que se saldaron con tres abultadas derrotas. "No me culpé. Sí tuve, quizás, esa sensación de amargura. Una sensación fea, porque esos tres encuentros no eran el reflejo mío ni del equipo", expone. Munúa compara su trayectoria en la campaña con la del equipo, que está en una confortable décima plaza: "Todos hemos ido de menos a más". Y Rostoll puntualiza: "A lo largo del año el equipo ha ido madurando". La zaga titular del Levante acumula años de fútbol -Munúa, Javi Venta, Ballesteros, Nano y Del Horno pasan de los 30 años-, algo a lo que alude el segundo técnico como una de las claves para haber salido de los últimos puestos: "Cuando hay problemas, es la gente con experiencia la que señala el camino".
Con 33 años cumplidos y con un contrato que expira en verano, Munúa nunca perdió la fe. "No me vi fuera del equipo en ningún momento". De hecho, parece haber encontrado la fórmula para seguir disfrutando del fútbol y mira con cariño pero sin añoranza sus primeros años en Uruguay, donde ganó cuatro Ligas con el Nacional, en el que ostenta el récord de imbatibilidad: 963 minutos. "Lo más lindo del fútbol es ganar partidos y campeonatos y claro que se echa de menos. Sin embargo, soy feliz teniendo la conciencia tranquila al dar el máximo en una competición como la española. Son objetivos distintos, pero este también es muy bonito", señala. La pasión por el juego sigue viva en él y parece que quiere prolongar su relación una vez cuelgue los guantes, ya que se está preparando para ser entrenador: "Ahora mismo tengo la misma ilusión que cuando tenía 22 o 23 años. Tengo muchas ganas de jugar al fútbol, que es lo que he soñado desde niño. Y, ahora mismo, mi sueño es el Levante".
Aunque se le ve satisfecho, aún se le escapa un último deseo. "Uno siempre sueña con cosas. Sueños que una nunca sabe si puede cumplir o no. Uno de ellos es volver a vestir la camiseta de mi país", anhela. La última vez que se enfundó la elástica celeste fue en la clasificación para el Mundial de 2006, por lo que no estuvo presente en el cuarto puesto que su país logró en Sudáfrica el verano pasado. Pese a ello, no desiste. "Yo soy uruguayo, quiero mucho a mi país y me gustaría poder volver a vestir la camiseta. No sé si podré cumplirlo, pero haré todo lo que este en mi mano. Quiero que se fijen en Munúa". Él por si acaso, nunca se rinde.
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