El Zaragoza aplasta al Valencia

En cada acción, individual y colectiva, el Zaragoza superó al Valencia y le metió una tunda muy hiriente para la hinchada valencianista. Urgido por la precariedad de su clasificación, el cuadro de Aguirre entró a la cita como un cohete y así siguió, propulsado por un centro del campo muy compacto, sin darle tregua a un Valencia bloqueado tanto física como mentalmente, aplastado por su eliminación de Champions del pasado miércoles a manos del Schalke. Al conjunto de Emery le faltó energía desde el primer minuto y no la encontró en toda la noche.

Ander Herrera encaró a Guaita y lo liquidó con una frialdad sobrecogedora. Eligió colocarle el balón por entre las largas piernas del meta valenciano, que se quedó de rodillas, tratando de explicarse por donde había entrado la pelota. En momentos de tanta tensión en el Zaragoza, con la hinchada reclamando su marcha al presidente, entre otras cosas por haber traspasado a Herrera al Athletic, el chico resolvió como los grandes.

Y agradeció así un perfecto servicio bombeado con la izquierda por Uche, una pesadilla para la defensa valencianista. ¿Defensa? Mucho decir sería catalogar así a los cuatro jugadores que ocuparon la retaguardia en el área visitante de La Romareda, tal fue el cúmulo de facilidades que otorgaron a sus rivales. Derrumbada desde el minuto cuatro, cuando Jarosik cabeceó picado un centro de falta de Paredes desde casi el medio del campo. En posición, eso sí, de fuera de juego por unos centímetros.

Con el gol a favor, el Zaragoza se liberó y jugó a placer sobre todo por su superioridad en el centro del campo. Allí tenía gente que sabía combinar. Jorge López, Gabi y Herrera, especialmente. Y dar salida bien a Bertolo por la izquierda o bien a Uche por cualquier parte.

El Valencia jugó una de las peores primeras partes del campeonato. No solamente estuvo completamente plano en la creación sino muy parado en la recuperación. Como si se hubiera dejado toda la fuerza en Alemania, el cuadro de Emery deambuló sin sentido mientras el entrenador, con los brazos cruzados, renunció a su gestualidad habitual. Tan enfadado con su equipo que, al cuarto de hora, mandó calentar a Banega. Cabía pensar que iba a entrar por un atropellado Tino Costa, pero sustituyó al otro Costa, el central portugués Ricardo, que se marchó a la caseta con una sonrisa irónica. Topal pasó a jugar de central.

Banega estuvo casi un cuarto de hora calentado, aunque en su primera intervención se resbaló y propició una contra zaragocista. Acto seguido, se resbaló Bruno y el equipo de Aguirre dispuso de otra ocasión de gol. Era una metáfora de la espesura valencianista y la motivación del Zaragoza.

El Valencia siguió tan perdido en la segunda parte como en la primera. Y el Zaragoza tenía el partido donde quería, protegiéndose atrás, en realidad, dosificando esfuerzos y saliendo alegremente a la contra. La diferencia se iba a agrandar cuando Bertolo retó a Stankevicius a una carrera dentro del área. Del forcejeo entre ambos, el Zaragoza sacó petróleo: expulsión del lituano por la segunda amarilla y penalti, que transformó Gabi.

Expulsado Stankevicius, Emery recurrió a Albelda de central junto a Topal, dos mediocentros de improvisados centrales fueron un chollo para los delanteros zaragocistas. En este caso Braulio, aprovechando una nueva contra para provocar la entrada de Albelda. Nuevo penalti y otro gol de Gabi, sustituido poco después entre una gran ovación de La Romareda, agradecida por el liderazgo indiscutible de su capitán. Un tipo que da la cara para sacar al Zaragoza de la cueva de la Liga. Y para golear a un Valencia lleno de secuelas en La Romareda.

Zaragoza 4 - Valencia 0