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20 años no son nada para Giggs

El galés cumple hoy dos décadas y 863 partidos en el Manchester United sin haber sido nunca expulsado y tras marcar 158 goles

Apenas las sienes encanecidas desvelan que el niño que jugaba como un hombre es ahora un hombre que todavía juega como un niño, según la feliz definición del periodista Danny Taylor en la entrevista con la que The Guardian homenajea a Ryan Giggs por cumplir hoy 20 años en el primer equipo del Manchester United. Todavía ayer, ante el Chelsea, el galés regaló un taconazo-pase en el centro del campo que despertó la profunda admiración del público de Stamford Bridge, a pesar de que cayera el United (2-1) y eso signifique que se apriete su pelea por la Liga con el Arsenal.

De aquel día de su debú, el 2 de marzo de 1991, Ryan Giggs (Cardiff, Gales, 1973) solo recuerda a su eterno y único entrenador, Alex Ferguson, dando gritos en el vestuario. Fue su primer contacto directo con The hairdresser [el secador de pelo], el apodo con el que en la caseta se conocería al viejo cascarrabias escocés: sus broncas, a escasos centímetros de las cabezas de sus chicos, producían un secado automático del cabello. Fue una derrota, un 0-2 ante el Everton, y Giggs, de 17 años, sustituyó en el minuto 35 al lesionado lateral izquiero Denis Erwin. Eran tiempos de escasez. El United venía de siete partidos sin ganar y la ciudad era conocida por Madchester [mad, loco en inglés], en pleno proceso de desindustrialización, lejos de la moderna metrópoli de ahora, llena, según explica Taylor, de apartamentos estilosos, puentes de Calatrava y torres de cristal.

Giggs, en cifras

- 11 títulos de la Premier League

- 2 Ligas de Campeones

- 4 FA Cup

- 4 Copas de la Liga

- 158 goles con la camiseta del Manchester

- 1 galardón PFA al mejor jugador (2009)

- 0 tarjetas rojas en toda su carrera

- 605 partidos en Premier, a uno de la marca de Bobby Charlton

- 862 partidos con el Manchester, el que más ha acumulado en la historia del club

De los dos rasgos que definen el fútbol de Giggs -el zigzagueo de la carrera y el toque celestial de la zurda-, el primero lo heredó claramente de su padre, Danny Wilson, jugador de rugby originario de Sierra Leone. Giggs es, por tanto, mestizo y, en su niñez, fue víctima de racismo según denunció después. A los seis años, el pequeño Ryan sufrió un desgarro sentimental al haber de abandonar Cardiff, donde vivían sus abuelos, para acompañar a su padre, fichado por el Swinton, en Manchester. Un cambio providencial para su carrera: desde que Ferguson lo vio, supo que formaría un grupo de élite junto a Beckham, Nicky Butt y los hermanos Neville, que se convertirían, años después, en respetados profesionales. Fue en un partido entre el United sub 15 y el Salford Boys cuando Ferguson observó desde la ventana de su despacho a Giggs lograr un triplete para los Boys. Poco después, el 29 de noviembre de 1987, cuando el chico cumplía 14 años, Ferguson se plantó en su casa y lo fichó para siempre.

En sus 863 partidos con el United (606 de Liga), Giggs nunca vio una tarjeta roja, señal de autocontrol y señorío a pesar del potente deseo de ganar. Y del dolor de algunas derrotas. A la cabeza la de la final de Champions de 2009 en Roma ante el Barcelona. "En esa final no jugamos. No jugamos. Es la peor sensación", recuerda, tal fue la superioridad del conjunto de Guardiola. O cuando, en la pasada campaña, el Chelsea ganó la Liga y la Copa inglesa. "Estás de vacaciones con los niños y no puedes evitarlo: estás jodido, estás jodido. No quieres volver a sentir eso otro verano".

Como un homenaje a su infancia, Giggs prefirió jugar con Gales en vez de Inglaterra y eso le ayudó a entender la diferencia de estar rodeado de grandes futbolistas (en el United) y de otros no tan buenos (en la selección galesa, donde fue 64 veces internacional). "No es fácil cuando no tienes tanta calidad a tu alrededor". De los 131 compañeros que lo han acompañado en esta maravillosa trayectoria en Old Trafford, Giggs se queda con Bryan Robson ("si él jugaba contigo, sabías que no ibas a perder"); Paul Scholes ("nunca vi a nadie hacer parecer tan fácil el juego") y Roy Keane ("te hacía sentir invencible").

Más mérito ha tenido aguantar 20 años a un entrenador tan volcánico como Ferguson, de quien Giggs piensa que todavía le sobrevivirá. Es tal la pasión del técnico escocés, recuerda Giggs, que esta temporada, antes el derbi frente al City, Ferguson estaba completamente pálido, atacado por un virus, pero no faltó a la cita del vestuario y dirigió el encuentro.

El apogeo lo vivió Giggs sobre todo en el triplete de 1999, cuando el Manchester conquistó la Liga, la Copa inglesa y la Champions en Barcelona, volteando al final la ventaja del Bayern de Múnich. Entonces era un extremo izquierdo eléctrico que fue retrasando su posición al mediocentro a medida que perdía velocidad. Y en su segunda Copa de Europa, esta vez ante el Chelsea en 2008, marcando uno de los goles del United en la tanda de penaltis. ¿Goles? 158 a lo largo de estos 20 años, anotando en 11 Champions seguidas y siendo también el único que ha marcado en todas las temporadas desde el nacimiento de la Premier League, en 1992. Es decir, 19 campañas consecutivas.

Sobre los secretos de su longevidad, la genética de su padre, sin duda, es la razón principal. Pero también la decisión de hacerse abstemio después de que, en la juventud, se corriera algunas de las juergas propias del fútbol inglés. Y sobre su futuro, el Manchester le ofrece lo que él quiera: embajador a la manera de Bobby Charlton, entrenador o lo que sea. Se lo está pensando. De momento, tiene firmado un año más. Solo quiere seguir jugando como un niño y escuchando las broncas en el vestuario del Secador de Pelo.

Giggs pisó por primera vez el césped de Old Trafford hace 20 años cuando sustituyó a Denis Irwin. Después de ese, vendrían más de 800 partidos con el Manchester. Y los que le queden.
Giggs pisó por primera vez el césped de Old Trafford hace 20 años cuando sustituyó a Denis Irwin. Después de ese, vendrían más de 800 partidos con el Manchester. Y los que le queden.AP

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