Lo dijo durante la semana Esteban Vigo. «Alguien vendió una moto sin ruedas» en el Hércules cuando puso el listón en las plazas europeas. Y la moto, en efecto, no las tiene todas, pero tiene una llamada Farinós, que a su vuelta evitó que el Hércules se metiera en un pozo oscuro, aunque su equipo estuvo mucho rato perdido en un berenjenal. El Zaragoza, que hace dos meses estaba desahuciado y que, vistas sus prestaciones en Alicante, ya puede decir que ha recuperado el pulso, mantuvo contra las cuerdas a los locales más de una hora gracias a un gol tan tempranero como inútil. El Hércules salió a jugar lastrado por las bajas de cuatro titulares (Peña, Abraham Paz, Drenthe y Valdez) y las cuatro derrotas consecutivas que acumulaba, pero todavía puede presumir de la solidez que demostró en su estadio la primera vuelta. En tres minutos abrió la cuenta Braulio a balón parado para hacer cundir el pánico e instalar el juego de su equipo en el territorio deseado. El equipo de Javier Aguirre estuvo cómodo en su campo y, por momentos, pareció que todavía más en el ajeno, aunque incomprensiblemente renunció al balón en beneficio del desgaste físico y anímico de su rival, lo cual no deja de ser más que una apuesta ante un equipo que maneja bien el balón. Una espectacular tijera de Trezeguet en el minuto 25 supuso el primer acercamiento del Hércules. Todo un aviso del gol que dio la victoria a su equipo. Su juego por las bandas acabó casi siempre en centros imposibles o rechazados por la imponente defensa maña, así que Leo Franco apenas tuvo trabajo, por más que las llegadas se redoblaron tras la reanudación. Tuvo que ser Farinós, desde lejos y por el medio, quien abriera los ojos a su equipo. Añorado hasta ayer, el medio, hiperactivo en la salida del balón -lo que le llevó a cometer algunos errores- enganchó uno de esos zurdazos imposibles para el guardameta rival y rubricar así uno de los goles de la jornada. Cierto es que, en su regreso a la titularidad ocho meses después de lesionarse, se encontró con más de medio equipo de la campaña anterior en Segunda, pero también que conserva esencias de gran futbolista y por sí mismo puede dilucidar las situaciones más comprometidas. Ayer fue uno de esos días. Ni Portillo, que se había reivindicado ante la ausencia de Valdez reclamando un puesto, ni el internacionl colombiano Abel Aguilar. Fue Trezeguet el que en una de sus escasas participaciones dentro del área rival ejecutara un control seguido del remate de bolea que dio la victoria a su equipo. Lleva 10 goles y todos los ha marcado en el Rico Pérez. En los arreones finales del Zaragoza, apareció, una vez más, la mano salvadora de Calatayud para desesperación de los rivales.
