Solo Cristiano
Mourinho se defiende ante un Valencia raquítico y la estrella portuguesa acude al rescate
Un Madrid de pico y pala, modulado por Mourinho tras el azote del Camp Nou, ejecutó con solvencia a un Valencia más bien raquítico. Con Cristiano Ronaldo al frente, el equipo madridista hizo una faena funcionarial para despachar a un rival más dispuesto en la pizarra que en el campo. Uno y otro se marcaron de tal forma que entre Cristiano y Cristiano, entre gol y gol, el partido resultó laberíntico.
Al Madrid, muy espeso al inicio, le bastó un apretón en el segundo tiempo para desabrochar a un Valencia de trincheras, que se sintió siempre encantado con el cero a cero, falto de grandeza ante un contrario que se plantó con tantas dudas que cambió cuerpo, sin otro motivo que el resultado. A ello se entregó Mourinho, conservador como nunca desde que llegó a la Liga española. Primero lo pagó el equipo; cuando se asomó Benzema coincidieron los goles. Nada nuevo en el fútbol; nada nuevo en Mourinho que, siempre en función del marcador, tira de delanteros o defensas. Espasmos de pura rutina, nada científico. Y más a rebufo del clásico. Por algo el Madrid se alineó de entrada como en el segundo periodo del Camp Nou.
REAL MADRID 2 - VALENCIA 0
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Albiol, Marcelo; Lass, Khedira (Benzema, m. 53), Xabi; Özil (Granero, m. 75), Di María (Diarra, m. 82) y Cristiano. No utilizados: Dudek; Garay, Pedro León y Morata.
Valencia: Guaita; Bruno, Stankevicius, Ricardo Costa, Jordi Alba (Miguel, m. 60); Albelda, Maduro; Joaquín (Aduriz, m. 80), Tino Costa, Mata (Banega, m. 67); y Soldado. No utilizados: Saúl; Dealbert, Pablo Hernández y Chori Domínguez.
Goles: 1-0. M. 72. Cristiano. 2-0. M. 86. Cristiano.
Árbitro: Pérez Lasa . Expulsó a Albelda por doble amarilla (m. 64) y amonestó a Jordi Alba, Pepe, Bruno, Lass, Tino Costa, Joaquín y Granero.
Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu.
Como primera consecuencia del 5-0, Mourinho fue Mourinho. Lo que no se atrevió a hacer de entrada en el Camp Nou, finalmente lo ejecutó ante el Valencia, con dos coartadas: la goleada en Barcelona y la lesión de Higuaín. Con el deprimente Benzema bajo custodia durante 53 minutos, Mourinho echó el lazo a Lass. Un mensaje muy del entrenador portugués, que siempre fue más atrevido ante los micrófonos. Conocedor del paladar español, hasta la fecha había intentado adulterar su genuino guión. Con el Barça en la pesada mochila, Mou fue Mou. Nadie ha dado más motivos de desconfianza que el propio Benzema, aquel al que reclamaba el florentinismoen tiempos de Manuel Pellegrini, pero sin ariete como punto final, el Madrid se midió al Valencia con siete futbolistas por detrás de la pelota. El mismo molde que implantó Unai Emery, que acostumbra a enrocarse en función del adversario. Con Tino Costa de alguacil permanente de Xabi Alonso y Albelda y Maduro de escoltas, el Valencia claudicó tanto como el Madrid. Como consecuencia de una y otra pizarra, el partido resultó un tostón, un monótono centrocampismo.
Una llegada de Khedira en un reto cara a cara con Guaita y un taquito de Cristiano Ronaldo, aliviaron el tedio del primer acto. El Valencia no tuvo otro dictado que el defensivo y fue de menos a menos, hasta dar protagonismo a su novato portero, que se las apañó, no siempre de forma ortodoxa, ante el apremio madridista del segundo tramo, antes y después del chivatazo de un asistente a Pérez Lasa, que expulsó sin motivo a Albelda cuando faltaba casi media hora. Para entonces ya apretaba el Madrid, que, con angustias, metió otra marcha al encuentro. Mucho tuvo que ver Cristiano Ronaldo, que, dolorido incluso, asumió el liderazgo que le faltó el lunes pasado. A falta de fútbol, CR, con un segundo tiempo de autor culminado con el gol que descorchó al Valencia. A una excelente asistencia de Özil, el portugués fusiló a Guaita con un zurdazo. De inmediato reaccionó Mou, que tenía previsto dar vuelo a Pedro León y Granero. A Mou le puede el marcador, así que con la diana a favor, rectificó y solo Granero tuvo aire. Özil, que solo se deja ver por Chamartín, fue el sustituido. Nadie ha sido relevado tantas veces en esta Liga. Sintomático. Y, más aún, que el Madrid que arrancó con Lass, Xabi Alonso y Khedira concluyera ante un adversario con diez jugadores con los dos primeros y Mahmadou Diarra en el dique.
Capellismo, mourinhismo, como se llame o se quiera llamar. Con tanta arruga, empequeñecido el Valencia desde el banquillo y bien abrigado el Madrid, de nuevo fue Cristiano quien sacudió el tedio con un segundo tanto para bajar la persiana. Un sedante para el Madrid, para un Madrid más de Mourinho que nunca. El clásico le dio motivos. O eso piensa él, que se ha sentido legitimado para volver al calcio. Eso hizo ayer. Y con resultado, que en estos casos es de lo que se trata.
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