La prosa vence al verso
España sucumbe en la final del Europeo sub 19 ante una Francia que supo imponer su poderío físico y su empuje frente a la sutileza de los de Milla.
Francia se tomó cumplida revancha de la derrota sufrida ante España en el Europeo sub 17 de hace tres años. Sobre el campo, repetían final ocho jugadores por parte de cada equipo. En aquella ocasión la selección española goleó 4-0 a los franceses. Ayer, vencieron los galos que supieron orientar, en la segunda parte, el partido al territorio de lo físico. Desde la potencia arrinconaron a España que no tuvo respuesta cuando el tapiz se convirtió en campo de batalla.
Los alumnos españoles se sabían la lección y aplicaron el manual desde el arranque del encuentro. Movimiento rápido de balón, toque, paciencia y combinaciones corales buscando la portería rival desde la artesanía. Encumbrando el balón como objeto de culto. Nunca el Jabulani se sintió mejor tratado que en las botas de los españoles.
Francia 2 España 1
Francia: Diallo; Nego, Faure, Kolodziejczak, Mavinga; Fofana, Coquelin, Sunu (Lacazette, min. 70); Griezman (Tafer, min. 45), Bakambu y Kakuta.
España: Alex; Montoya, Pulido (Calvente, min. 86), Bartra, Planas; Canales, Thiago, Romeu, Pacheco, Keko (Muniaín, min. 63); y Rodri (Rochina,min. 73).
Árbitro: Stephan Studer (Sui.). Amonestó a Fofana (min. 27), Coquelin (min. 84) y Fayre (min. 89) por parte de Francia y a Pacheco (min. 23), Pulido (min. 63), Rochina (min. 82) y Muniaín (min.89) por parte de España
"La clave es la posesión: el toque nos llevó al éxito", afirmó Del Bosque camino de Sudáfrica y esa es la premisa del libro de estilo español. "La absoluta es nuestro modelo a seguir. Nuestro juego de toque y posesión acaba desesperando al rival, se pasan todo el partido corriendo detrás del balón", explicaba Canales en la previa de la final. Y así fue en el arranque del partido más importante. En el momento decisivo. Los chicos de Milla, con aplicación y descaro, salieron a buscar el partido desde el pitido inicial con la firmeza del que se sabe superior.
Thiago y Canales dirigían las operaciones con solvencia sorteando la presión francesa, tan intensa y entusiasta como baldía ante el rondo de La Roja. Por momentos, la apuesta española ofrece un espejismo retórico que confunde al rival pero el catálogo es amplio y el repertorio no desdeña el juego más directo e incisivo. El primer gol del partido confirmó la idea. El compás de Pacheco trazo una perfecta diagonal a la espalda de los centrales franceses que solo descifró Rodrigo. El más listo de la clase. Era el minuto 18 de partido pero la cara de los jugadores franceses revelaba la impotencia del que se encuentra ante un reto insalvable.
La lesión de Griezman parecía confirmar los malos presagios franceses. Keko primero y Canales después tuvieron la posibilidad de sentenciar la final pero la suerte se mostró esquiva en forma de rebotes. Y entonces llegó la sorpresa. Un pelotazo en largo del guardameta francés Diallo fue descolgado de las nubes por Sunu y tras una simple pared con Tafer, recambio de Griezman, desbarató la resistencia española y batió a Álex, hasta entonces inédito, con una sutil vaselina. Inevitables las reminiscencias con el gol del suizo Fernandes que amargó el debut de España en Sudáfrica. La fórmula española que se había demostrado preciosista durante todo el torneo se ponía a prueba ante el reto competitivo. Un nuevo escenario más propicio para la prosa que para el verso. Y ahí se tambaleó España. Con más entusiasmo que juego, Francia adelantó la línea de presión, alborotó el escenario y removió las fichas del tablero. Sin quererlo y sin saber evitarlo los chicos de Milla se vieron abocados a la trinchera. En esa atmósfera, el nervio francés desordenó el guión español. Saltaron Muniain y Rochina por Keko y Rodrigo pero no cambió el panorama. Los jugadores rodaban por el césped y el pitido del árbitro era la banda sonora del partido. Francia se sentía cómoda en el caos y España sufría alejada de su ecosistema. Álex retrasó la derrota con una mano felina a disparo de Tafer. Pero la potencia de Fofana y Kakuta arrinconó a España que no tuvo respuesta ni desde la pizarra ni desde el físico. A cinco minutos del final se consumó una derrota que desde minutos antes se había convertido en inevitable. La zancada de Kakuta se volvió incontenible. El mediapunta del Chelsea no supo resolver su prodigiosa jugada ante Álex pero tuvo tiempo para entregarle el gol de la victoria a Lacazette. Quedaban cinco minutos pero España no tuvo respuesta ni física, ni poética, ni heroica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.