Algo se mueve en Alemania
El equipo germano, con un fútbol menos físico que de costumbre, se clasifica por los pelos y saldará deudas con Inglaterra.- Ghana, único alivio para África, jugará con Estados Unidos
Hay encuentros que suponen un reto con la historia, que se escapan al mero devenir de un campeonato, que evocan una catarata de leyendas, de éxitos y afrentas cuyas cicatrices nunca cierran del todo. Son EL PARTIDO. Uno de ellos será el Alemania-Inglaterra del próximo domingo, dos aristócratas, dos representantes del gotha del fútbol, dos enciclopedias de este deporte. Ambos tienen una cuenta permanente desde su primer enfrentamiento, aquel 30 de junio de 1966 en el que saltó a las portadas el linier más famoso de los Mundiales del fútbol, el azerbayano Tofik Bakhramov. Maldito entre los germanos, cómplice entre los ingleses. A él le deben, en buena medida, su único título, fruto de un gol de Hurst que no entró y que Bakhramov validó. Nunca más Inglaterra pudo con Alemania en un Mundial. Ahora tienen otro pulso a la vista. Alemania se lo tuvo que ganar a duras penas ante Ghana.
Ghana 0 - Alemania 1
Ghana: Kingson; Pantsil, Mensah, Jonathan, Sarpei; Annan, Kevin Prince Boateng, Asamoah; Tagoe (Muntari, min 64), Ayew (Adiyiah min. 90), Gyan (Amoah, min. 82)
Alemania: Neuer; Jerome Boateng (Jansen min.72), Friedrich, Mertesacker, Lahm; Khedira, Schweinsteiger (Kroos, min 81); Mueller (Trochwski min. 67), Oezil, Podolski; Cacau.
Goles: Oezil, de disparo lejano (min. 61).
Arbitro: Carlos Simón (BRA), amonestó a Ayew (min. 40) y a Muller (min. 43).
Incidencias: Partido de la última jornada del grupo D disputado en el estadio Soccer City ante 83.371 espectadores.
Definitivamente, algo se mueve en Alemania, que solo selecciona futbolistas de la Bundesliga y cuyo aperturismo a las nacionalizaciones ha convertido al equipo en un crisol. Anoche, el maquillaje era elocuente: solo Friedrich y Mertesacker, los centrales, daban la talla germánica. El resto, nada que ver con el tradicional futbolista alemán con aire de decatleta. Abortada la vía aérea, ese juego cuerpo a cuerpo en el que los germanos siempre intentaban imponer su carrocería, Alemania destila hoy un fútbol más pausado, de menor voltaje. Lo propician chicos como Lahm, Özil, Trochowski, Marin o el brasileño Cacau. Incluso Schweinsteiger, al que Löw, el seleccionador, intenta convertir en un jugador más refinado, el faro del equipo.
Con este nuevo perfil, Alemania ha tenido un tránsito bacheado por este Mundial. Apuntó alto ante Australia, sucumbió de forma inmerecida ante Serbia y ayer jugó con fuego, se paseó toda la jornada por el alambre. A Ghana, la última esperanza africana, le bastaba un punto. En caso de empate, para Alemania, un gol de Serbia a Australia resultaba fulminante, lo que hubiera sido un desastre para una selección que lleva los Mundiales hasta los tuétanos, con siete finales en la mochila y tres títulos.
Con cierta arritmia en su juego, Alemania tuvo que convivir con los fantasmas. Ghana le sorprendió con una defensa muy adelantada y siempre tuvo a Neuer en el punto de mira. Es un equipo, el africano, muy felino, con jugadores de gran elasticidad y buenos velocistas. Pero el área rival se les hace muy pequeña. En parte por la falta de precisión, en parte por esa falta de contundencia que desde su irrupción en la gran pasarela siempre ha penalizado a los equipos africanos. Le ocurrió a Ayew, que se hizo un nudo al querer adornarse ante el meta alemán, poco antes de que Lahm evitara bajo palos un gol de Gyan. También Boateng, el de Ghana, el que ni se cruzó la mirada con su hermano alemán, estuvo a una cuarta del gol en un fallido cabezazo. Y luego fue el turno de Asamoah, otro sin puntería ante Neuer. No fue el único. Ghana era una amenaza ante cualquier descuido alemán, pero lo sobraba artificio.
Al equipo de Löw le costaba abrochar el juego, demasiado parsimonioso en ocasiones. No había punto final al juego de trenzas de Özil, un futbolista de gran levedad, de pie fino, buen angular y nada dispuesto para lo grueso. Tiene ingenio y habilidad. Su infiltración entre las líneas ghanesas fue lo mejor de Alemania. Falló en el primer mano a mano con Kingson; a la segunda, en una situación más complicada, alejado del área, no falló y su zurdazo fue anestésico para los germanos. Al instante marcó Australia en el otro encuentro del grupo, lo que de una tacada abría el horizonte a los tricampeones. Y también ponía a salvo a Ghana, salvo mayúscula goleada cedida por el grupo de Radomir Antic. Por si acaso, nadie quiso negociar el futuro. En principio, más despejado para los africanos, que se retarán con Estados Unidos. Lo del heráldico Inglaterra-Alemania trasciende todo. Hay tantas cuentas pendientes entre ambos jerarcas... Y no digamos si se tiene en cuenta que el vencedor se medirá probablemente en los cuartos a Argentina, favorita ante México.
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