Luis Fabiano, principio y fin
El brasileño abre la goleada del Sevilla al Atlético y se lesiona por dos semanas
Un escalofrío recorrió la espalda de Antonio Álvarez en el banquillo y por la de José María del Nido en el palco. Corría el minuto 40 de partido, el Sevilla acababa de hacer el tercer gol, segundo regalo del Atlético, y Luis Fabiano abandonaba en camilla el terreno de juego. En el futuro de ese tobillo izquierdo residen muchas de las esperanzas de un equipo que pelea por entrar en la Liga de Campeones y tiene la oportunidad de acabar la temporada levantando la Copa. Curioso el caso de Luis Fabiano. Como todo brasileño que se precie en el ejercicio previo a la celebración de un Mundial, brilló a principios de Liga, desapareció en el frío invierno y ha despuntado en el tramo final para llegar como un cohete al mayor espectáculo futbolístico. Que Perea le cayese encima ayer no entraba en sus planes. Un esguince de tobillo grado dos, después de una primera exploración y que, a falta de más pruebas, le tendrá dos semanas de baja lo que le haría llegar justo para la final de Copa del 19 de mayo.
SEVILLA, 3 - ATLÉTICO, 1
Sevilla: Palop; Konko, Fazio, Escudé, Fernando Navarro (Perotti, m. 32); Jesús Navas, Zokora, Renato, Adriano; Luis Fabiano (Acosta, m. 40; Lolo, m. 72) y Negredo. No utilizados: Javi Varas; Stankevicius, Romaric y Capel.
Atlético: De Gea; Valera, Perea, Domínguez, Leandro Cabrera; Tiago, Camacho; Salvio, Jurado, Reyes (Simao, m. 75); y Agüero (Ibrahima, m. 80). No utilizados: Asenjo; Juanito, Assunçao, Raúl García y Forlán.
Goles: 1-0. M. 05. Luis Fabiano. 1-1. M. 7. Tiago. 2-1. M. 12. Negredo, de penalti. 3-1. M. 31. Negredo, de penalti.
Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a Agüero, Fernando Navarro, Perea, Konko y Cabrera.
40.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.
Fue, prácticamente, lo único perjudicial que el Atlético realizó en contra de los intereses del Sevilla. La resaca del triunfo europeo se dejaba sentir en un equipo que se plantó en la capital andaluza con escasa convicción y no muchas ganas de pelea. Desde el primer minuto flotó la sensación de que era el Sevilla el único que se jugaba algo. No se cansó el Atlético de dar facilidades. Primero, permitió que Luis Fabiano rematara con absoluta facilidad un saque de esquina; luego llegó el escandaloso penalti de Varela a Adriano y, por si faltara algo en ese aluvión de dádivas, llegó otro de Perea a Konko.
El partido se asfixió con la lesión de Luis Fabiano. El Atlético, sin tensión competitiva, y más cuando le interesa que el Sevilla se meta en Champions para certificar su clasificación europea, maniobraba con una lentitud exasperante. No había más que contemplar el ritmo de Agüero o Reyes para certificar que su alma competitiva se había quedado en Liverpool, o quizás la reservaba para Hamburgo o Barcelona, ciudades en las que espera agarrar ese doblete que colmaría las aspiraciones de un equipo espasmódico, y presa de una irregularidad que le ha hecho grande en las competiciones por eliminatorias. Mientras, el Sevilla acusaba en exceso la ausencia de su estrella. Hace tiempo que su ritmo dejó de ser vertiginoso, salvo cuando la coge Navas. Ante el Atlético, ese enemigo tan íntimo, la victoria se antojaba segura. Se basó en dos chispazos y en los regalos del rival. La Copa será otra cosa.
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