El Barça supera el momento Hitchcock
La entrada de Piqué y Messi tras el descanso desactiva la reacción del atrevido Xerez
A la hora del picnic, en una jornada propicia para salir de excursión con los niños, al Barcelona le dio un ataque de pánico . Un momento Hitchcock. No hubo película de dibujos animados en el Camp Nou como se presumía ante la visita del Xerez sino que se proyectaron diez minutos de terror. El colista tomó por el pescuezo al líder y le sometió a una tunda escalofriante nada más salir del vestuario después del descanso. Indefensos y rendidos en la cancha, los azulgrana quedaron a merced del cuchillo del Xerez, superior, guapo, muy atrevido y también excesivamente cándido. El susto no pasó hasta que Messi y Piqué saltaron al campo. Ya no hubo entonces más debate y el Barça certificó la victoria que tan bien había dibujado nada más empezar la merienda.
BARCELONA 3 - XEREZ 1
Barcelona: Valdés; Puyol, Chigrinski, Márquez (Piqué, m. 51), Maxwell; Xavi, Touré, Keita; Jeffren (Messi, m. 51), Ibrahimovic y Henry (Bojan, m. 73). No utilizados: Pinto; Milito, Busquets y Pedro.
Xerez: Renan; Francis, Gioda, Prieto, Aythami (Calvo, m. 46), Casado; Orellana, Keita (Moreno, m. 62), Víctor Sánchez, Armenteros (Alustiza, m. 80); y Bermejo. No utilizados: Chema; Abel, Redondo y Michel.
Goles: 1-0. M. 13. Jeffren. 2-0. M. 23. Henry. 2-1. M. 24. Bermejo. 3-1. M. 56. Ibrahimovic
Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó a Alustiza por roja directa (m. 89) y a Orellana por doble amarilla (m. 92). Amonestó a Aythami, Víctor Sánchez, Casado, Bojan, Renan, Bermejo, Moreno, Calvo y Gioda.
82.456 espectadores en el Camp Nou. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Juan Antonio Samaranch.
No hay manera de tomarse un respiro en el Barça. No duerme el barcelonismo con el partido del miércoles contra el Inter. La visita del equipo de Mourinho está en la cabeza de los aficionados y también del entrenador azulgrana, Pep Guardiola, que recibió al Xerez con una alineación rebajada -si se tiene en cuenta la nómina del plantel-, y muy respetable -cuando se la compara a la formación del equipo de Gorosito-, un once al fin y al cabo que sirvió a la afición para deducir quien se enfrentará a los italianos: jugaron los dos centrales más suplentes, Márquez y Chigrinski, y descansaron Pedro y Messi, seguramente los futbolistas más universales del Barça, juntamente con Xavi.
Alrededor del volante internacional, los barcelonistas se desplegaron de forma ortodoxa, nuevamente a partir del clásico 4-3-3, el dibujo habitual cuando Messi no condicionaba la distribución en la cancha como ha ocurrido últimamente. El envoltorio era bueno. Al equipo, sin embargo, le faltaba juego y consistencia. Los goles, en cualquier caso, le eximieron de dar explicaciones. El toque de sus volantes y la profundidad de sus extremos redimieron al desafortunado Chigrinski, cuyas intervenciones animaron al Xerez y desquiciaron a la hinchada.
El partido estaba resuelto a favor del Barça en veinte minutos con dos remates de Jeffren y Henry. Jeffren recogió una asistencia de Xavi desde el extremo derecho, pareció que el balón se le escapaba, porque trastabilló, resbaló, y en cambio recuperó el equilibrio, se mantuvo erguido, regateó a Casado, se orientó el cuero y, después de constatar que no había nadie para el remate, tiró sin ángulo a la red con la zurda. La jugada fue exquisita técnicamente. Al rato, diez minutos después, Keita habilitó a Ibrahimovic y el ariete, cara a cara con el portero, tocó sin mirar para la llegada de Henry, que dejó la pelota en la red.
El marcador anunciaba un encuentro tranquilo a la espera del Inter. El Barcelona, sin embargo, se condenó a un ejercicio de sufrimiento después de dos errores consecutivos de Chigrinski, el segundo decisivo para que Mario Bermejo enganchara un remate duro e inapelable al ángulo izquierdo de Valdés. A los azulgrana se les escapó el control de la contienda frente a un Xerez mejor puesto en el campo por su superioridad en la divisoria. Los andaluces defendían con tres centrales y atacaban con un solo rematador mientras presionaban con muchos medios, circunstancia que impedía el juego de toque de los azulgrana.
Al Barça le costaba salir con la pelota, eliminar la línea de presión del Xerez, y consecuentemente apenas combinaba, difícilmente jugaba con velocidad, no tenía tensión. El equipo barcelonista se aflojó mucho, paralizado a veces por el fútbol combativo del adversario, espantado a menudo por la presencia de Chigrinski, cuyo nerviosismo resultó contagioso. El central ucranio mezcló la temeridad con el vértigo, nunca encontró el punto de juego que se exige a un central del Barça para defender y para atacar con el balón, y el partido adquirió un tono de suspense especialmente preocupante para los azulgrana.
A la salida del descanso, el Barcelona quedó petrificado, sometido a las llegadas continuas del Xerez, que tuvo hasta tres remates consecutivos para empatar después de quitar a un defensa por un medio: el primero se lo cedió Valdés en un error del meta, en el segundo se resarció el portero y en el tercero no afinó Bermejo. La cosa se puso tan crítica que Guardiola intervino sin mayor dilación. Aparecieron Messi y Piqué por Jeffren y Márquez y el encuentro se calmó por un momento, el suficiente para que el Barça marcara de nuevo las diferencias con un gol de Ibrahimovic después de un centro preciso desde la izquierda de Touré.
El tercer tanto fue tan estupendo como los dos anteriores para suerte del Barça. La efectividad redimió a un equipo distraído, pendiente del Inter más que de la Liga, como si la victoria se diera por descontada ante un Xerez camino del descenso, irreconocible al final del choque, víctima de su dureza. Los azulgrana no recuperaron precisamente sus mejores sensaciones con vistas al miércoles y en cambio la afición constató sus dudas sobre Chigrinski e Ibra. A ambos responsabilizó de los minutos muy críticos, de un susto corregido a tiempo, de un momento que pesó en el ánimo azulgrana tanto casi como sus preciosos goles. Ya había advertido Guardiola que no tenía buenas sensaciones ante el partido y los aficionados le dieron la razón nada más leer la alineación.
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