La ciclogénesis de Pablo Orbaiz
El futbolista del Athletic ha sorprendido con dos acciones aisladas su habitual saber hacer fuera y dentro del campo
A Pablo Orbaiz se le conoce y reconoce por su activismo en el campo: no calla, gesticula, se mueve, da órdenes, consejos. Sobre todo, no calla, según dicen sus compañeros de ahora y de antes. Está en permanente tensión, esté en mejor o peor forma; esté con más o menos suerte; esté con más o menos ánimo. A Pablo Orbaiz se le conoce y se le reconoce, fuera del campo, por su carácter introvertido, como si guardara las palabras para el terreno de juego y las midiera milimétricamente en las entrevistas. Todos los presidentes que ha tenido le han visto siempre como a un líder natural del vestuario y uno del Athletic lamentaba que en la cantera no salieran líderes naturales como Orbaiz, al margen del nivel de juego.
Su hoja de servicios, llena de notables, no debe empañarse con suspensos absurdos
Todos los presidentes que ha tenido le han visto como un líder natural en el equipo
En cierto modo, Orbaiz es un gran desconocido para la afición del Athletic, un equipo al que llegó en pleno encontronazo entre la directiva y su entrenador de entonces, Luis Fernández. La directiva que encabezaba José María Arrate apostó por Orbaiz, medio centro de Osasuna contra la opinión del técnico francés que, enrabietado, fichó a Tiko, también osasunista, para mantener su poder en el club. Fue una situación rocambolesca que mantiene diez años después a Orbaiz como una referencia fija en el centro del campo.
¿Y entonces, que ha pasado este mes con el reflexivo Orbaiz para acabar en dos ocasiones expulsado por actitudes violentas, sin sentido? Una parte de la afición se ha cebado con el futbolista navarro condensando su década rojiblanca en dos acciones inexplicables e indefendibles. Un tipo experto, veterano, inteligente y reflexivo no puede tropezar dos veces en la misma piedra. "Tampoco debería hacerlo Zidane y, sin embargo, se despidió del Mundial con un cabezazo inesperado a Materazzi. Y tantos otros a los que no sería justo recordar por una equivocación puntual, con 180 pulsaciones por minuto y un partido de por medio", reflexiona un ex futbolista rojiblanco.
Pero, no obstante, la actitud de Orbaiz, titular indiscutible cuando está a disposición del entrenador, sorprende a todo el mundo "aunque yo, desde luego, estoy en contra de las lapidaciones, algo habitual en el fútbol" reflexiona otro ex futbolista.
Lo más sorprendente, en cualquier caso, ha sido la reacción en frío de Orbaiz. Se entienden sus disculpas en privado ante sus compañeros de vestuario, pero extraña su ausencia pública ante los aficionados, con la sala de prensa como intermediaria, algo que debiera haber sido a petición propia. Falta de tacto se llama esa figura, extraña en un futbolista curtido y con suficiente argumentación para afrontar cualquier presencia pública por molesta o entrometida que resulte. Eso no es echar gasolina al fuego, sino agua al incendio que finalmente se ha producido en un entorno que no se explica su cambio de actitud.
La hoja de servicio de Orbaiz está llena de notables que no debería empañar con suspensos en las asignaturas que mejor domina: la templanza y el savoir faire. Ante las preguntas, la mejor actitud es la respuesta, por convencional o sincera que sea. Ahí no puede fallar el referente del vestuario, porque eso es como abrir la puerta a la ciclogénesis explosiva.
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