Una derrota inocua

Probablemente había que perder un día y el Bizkaia, eligió el mejor del calendario y el peor rival. Hincó la rodilla, cuando ya está clasificado y sólo ponía en juego el liderato del grupo (que mantuvo), pero lo hizo ante el peor equipo en la clasificación por mucho pedigrí que le adorne la camiseta. Quizás era lo normal en estos casos. No es fácil tensionarse en esas condiciones. Si acaso, son partidos que animan el espíritu reglamentista y protagonista de los árbitros que ante el desánimo de los combatientes deciden que ha llegado su hora. Y no hay nada peor que un árbitro (tres, en este caso) reglamentista, tirando de la letra pequeña y dejando pasar las mayúsculas del partido, que esas ya las ve cualquiera. Lo importante es el dedo que roza el hueso del dedo corazón y no los pasos flagrantes de un jugador en carrera obsesionado por llegar a la canasta.

Tanto se sobrepusieron al partido que el Bizkaia sucumbió a su protagonismo y se enredó en batallas personales (de Mumbrú, de Seibutis, ...) dejando ir el partido en ventajas tan cortas que al final acabaron rompiendo a favor de los italianos bien dirigidos por Hukic y mejor rematados por Hackett.

Quizás era mucho pedir intensidad al Bizkaia que andaba a tirones, defendiendo con flaqueza y atacando con algunos atascos. En el fondo creía que podía ganar en un arreón improvisado, en un ataque final, que pudo conseguir aunque un resbalón inoportuno le rompió la última jugada. Fue una derrota tan inocua como la victoria del decepcionante Benetton,antiguo estandarte del flaquito baloncesto italiano actual. Se rompió la racha victoriosa cuando hacía poco daño (perdió el Panellinios con el Brose). Si acaso, sólo una herida en la coraza hasta ayer invencible del Bizkaia.