_
_
_
_

Lukaku, el delantero rezador

El jovencísimo goleador del Anderlecht (16 años) ha revitalizado el orgullo del fútbol belga

Hace unas semanas, sentado en la tribuna de San Mamés, el ojeador del Anderlecht comentaba con su acompañante las incidencias del partido que disputaban Athletic y Real Madrid. A su lado, un aficionado rojiblanco que había estudiado en la Universidad de Lovaina entabló conversación con él. "El ambiente, tremendo; un equipo muy físico, peligroso, mucho calor en el campo, pero...". El 'pero', lo preocupante para el ojeador belga, era el nombre que tenía apuntado en mayúsculas en su cuaderno de notas: Javi Martínez: "Ese chico es tremendo, muy importante para el equipo. O le paramos o..." le señalaba al aficionado rojiblanco que corroboraba su opinión. El Anderlecht teme a un portento físico como el jugador navarro, "capaz de multiplicarse en todas las zonas del campo", decía el ojeador belga, del mismo modo que el Athletic teme a Romelu Lukaku, un goleador que reparte sus 16 años en los 192 centímetros y 94 kilos de peso, al más puro estilo Drogba.

Lukaku, que reza 15 veces al día, prometió a sus padres acabar los estudios
El ojeador de los belgas ante el Madrid subrayó un nombre: Javi Martínez

Lukaku, de origen congoleño, es la última pasión del fútbol belga. El fútbol de ese país no ha producido nada de interés desde los míticos Scifo, Lozano o, sobre todo, Ceulemans. Carentes de referencia, la última fue M'penza, un chicarrón pleno de potencia, pero muy reducido a sus fronteras, Lukaku se ha convertido en el orgullo nacional. Su potencia, su velocidad y su carcasa le han emparentado inmediatamente a Drogba, con quien comparte, además parecido físico y a quien admira profundamente. El mítico Paul Van Himst le compara sin embargo al Rooney de 17 años que jugaba con el Everton.

El chico tiene otras prioridades, más allá de los cantos de sirena que le sitúan próximamente en los mejores equipos de Europa.

"Cuando un comentarista dijo que Lukaku valía 30 millones de euros, Romelu se tiró al suelo de la risa", decía a una web deportiva su padre, el ex futbolista Roger Lukaku. Pero lo cierto es que el equipo londinense es el más dispuesto a llevárselo lo antes posible.

El delantero tiene objetivos más inmediatos: "Cuando firmé mi contrato profesional con el Anderlecht prometí a mis padres y a mi director de escuela que obtendría mi diploma". Desde entonces tiene un programa especial de secundaria y un coach particular que trata de resarcir los daños escolares que los entrenamientos, concentraciones y partidos causan a su educación. Se decía, incluso, que si sus resultados escolares era malos, su número de partidos jugados con el equipo púrpura sería menor.

Si el Anderlecht reza para que Javi Martínez no les estropicie el equipo, el Athletic reza para que Lukaku no le rompa la defensa. Se verá. Quién sí reza, y continuamente, es el joven belga: "10 ó 15 veces al día", según relata su padre. "Reza en el vestuario, en el campo y durante los entrenamientos. Siempre en silencio, pero eso no significa que sea un creyente fanático".

Está claro que el muchacho cree en Dios y en el gol, algo que suele atacar desde la izquierda (es zurdo) para acabar por el centro o que busca imponiendo su envergadura.

En cierto modo resume el estilo del Anderlecht, un equipo muy físico, corpulento, y directo, como el Athletic, aunque aún prevalezca aquel espíritu belga que enseñó a Europa su manera de tejer telas de araña en el centro del campo (a veces a costa del espectáculo).

Por eso el técnico Ariel Jacobs sabe que se enfrentan dos concepciones similares (no hay nada repetido en el fútbol) que promueven un partido de desgaste o, mejor, una eliminatoria de puro desgaste donde nadie puede flaquear.

No lo hará Javi Martínez, el temor del ojeador belga, ni lo hará Lukaku, "no sé qué come este chico pero habrá que copiar su dieta", dijo ayer irónicamente Caparrós, que ha dejado fuera a Koikili (prefiere la envergadura de Castillo) y ha dado entrada a Yeste (un poco de toque en un encuentro físico nunca está de más).

Lukaku sonríe en la calle y reza en el campo. Entre lo uno y lo otro, aprende inglés ("lo que más me gusta") y lamenta las matemáticas ("lo que menos me gusta"), aunque al final la matemática de los goles será la que haga de él un triunfador del fútbol o una promesa incumplida.

Romelu Lukaku, a su llegada a Bilbao.
Romelu Lukaku, a su llegada a Bilbao.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_