La regata más fría y espectacular

La Copa del América más corta, más fría y, posiblemente, también la más espectacular de los últimos años zarpa este lunes en Valencia. Un lunes de febrero, sí, en el que los multicascos del Alinghi y el BMW-Oracle se batirán en duelo. Lo harán en un combate al mejor de tres regatas, según las normas del Deed of Gift, el documento fundacional de esta competición, que data de 1851. Los suizos, defensores del título, y los estadounidenses son los únicos supervivientes en esta 33ª edición, totalmente judicializada. La más extraña de los últimos tiempos.

Extraña porque, atendiendo a las reglas de esta cita náutica, es el defensor de la Copa del América, el Alinghi en este caso, el que organiza la competición según las reglas de su club. Es el defensor el que decide dónde, cuándo y el tipo de barco con el que se regateará. Si el defensor y su desafiante, el primer equipo que le reta para poner en liza la Jarra de las Cien Guineas -el centenario trofeo- acuerdan cómo dar forma a la competición, incluyendo múltiples desafíos como ha ocurrido la mayoría de las veces, el resultado es una Copa del América como la que Valencia acogió en 2007. Un éxito. Con 12 equipos y un sinfín de regatas previas que arrancaron tres años antes de la final, que se celebró con un soleado tiempo y con vientos estables.

Nada que ver con la regata que empieza este lunes. El Alinghi y el Oracle no se han puesto de acuerdo en nada. Y es por eso que la regata se disputa, tras más de dos años y medio de pleitos y por decisión judicial, en estas fechas. Además, la competición durará muy poco: puede haber terminado el miércoles si un equipo gana las dos primeras mangas.

Los dos barcos, de 90 pies de eslora en la línea de flotación (27x27 metros), partirán de sus bases hacia las 7.30, pues la salida deberán tomarla a las 10.06. Y esta vez el campo de regatas estará muy alejado de la costa. "Esto no son formas", se lamenta Pedro Campos, el director del equipo Telefónica y consejero del Desafío Español en la 32ª Copa. "Un lunes de febrero a las ocho de la mañana no habrá nadie en el puerto".

Seguramente, no. Menos aún sabiendo que el duelo sólo podrá seguirse por televisión, dada la lejanía del campo de regatas y la complejidad de seguir desde otras embarcaciones a esos barcos, gigantescos y velocísimos (alcanzan tres veces la velocidad del viento, entre los cinco y los 15 nudos; el nudo equivale a una milla náutica, 1.851,85 metros por hora).

Con todo, esta 33ª Copa pasará a la historia, pues nunca se ha competido a bordo de barcos como los del Alinghi, un catamarán, y el Oracle, un trimarán que incorpora una vela rígida similar al ala de un avión. Por sus dimensiones, su rapidez, y los avances tecnológicos aplicados. Además, el campo de regatas es, con 450 millas, siete veces mayor que el de la anterior. "Esta Copa impulsará un cambio de era. Todo, de los barcos a las reglas, será distinto", sentencia Luis Sáenz Mariscal, abogado especialista en vela.