El Sevilla golea sin piedad
El conjunto de Jiménez sentencia en Riazor ante un Deportivo mermado por las bajas
Justamente hace dos años, también un 20 de enero, Lotina estaba con pie y medio fuera del Deportivo, penúltimo en la Liga y a cinco puntos de la salvación tras una dolorosa derrota en Almería. Al día siguiente, el técnico pasó una mala tarde a la espera de una llegada de Lendoiro, que, al final, no llegó. Fue entonces, en la que quizás era su última oportunidad, cuando tomó la decisión de armar al equipo a partir de una zaga de tres centrales. La solución funcionó y 18 partidos después estaba en Europa. Pero a Lotina nunca le convenció un esquema con el que el Deportivo sorprendió en los años 90 con Arsenio en el banquillo. Eran otros tiempos, otro fútbol y otros jugadores. Ayer, acuciado por las ausencias y el desequilibrio que se ha generado en un plantel huérfano de hombres de banda, el vasco rescató el dibujo, metió al equipo atrás y a vivir o, mejor, a sobrevivir. No había para más con un once en el que cinco de sus jugadores salieron del filial y tres de ellos, Manu, Juan Domínguez e Iván Pérez, descendieron el año pasado a Tercera. No caben reproches.
Deportivo 0 - Sevilla 3
Deportivo de La Coruña: Manu; Laure, Piscu (Juca; min.75), Zé Castro, Lopo, Filipe Luis; Juan Rodríguez, Antonio Tomás (Añón; min.64), Juan Domínguez, Iván Pérez (Valerón; min.54); y Bodipo.
Sevilla: Palop; Stankevicius, Escudé, Dragutinovic, Fernando Navarro; Duscher, Romaric (Lolo; min.86); Navas, Renato, Capel (Perotti; min,60); y Negredo (Luis Fabiano; min.76).
Goles: 0-1; min.27, Negredo. 0-2; min.68, Renato. 0-3; min.70, Navas.
Arbitro: Iturralde González (Colegio Vasco).
Incidencias: Encuentro correspondiente a la ida de la eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio de Riazor ante unos 14.000 espectadores.
Pero el caso es que el Deportivo le jugó al Sevilla como un cuadro pequeño , despreció la pelota y se aprestó a defender su área y esperar una contra. No la encontró. Por una parte, porque no conectó con un delantero que se hiciera con el esférico, lo retuviera y sacara al equipo de la cueva. Por otra, porque carecía de salida en las bandas. Hace dos temporadas, Lotina contaba con el sueco Wilhelmssom y con Lafita, dos puñales que aliviaban al equipo y le daban profundidad. Anoche no le quedó más remedio que dejar ese trabajo en los pies de Juan Rodríguez e Iván Pérez, que se encuentran a gusto en posiciones más centradas. El Deportivo se atascó porque, además, Filipe y Laure no tenían posibilidades para progresar, pendientes como estaban de Navas y Capel. Jiménez abrió el campo, nada nuevo, porque él si dispone de extremos y, además, buenos.
Navas se adueñó del partido. Buscó el uno contra uno con Filipe, cayó hacia la espalda de Negredo y, en definitiva, se dedicó a desmontar la muralla blanquiazul. En una de esas excursiones al centro del campo encontró a Negredo en la vertical, topó con un agujero por el medio de la línea de cinco. Tanto defensa para eso. Marcó el delantero internacional, al que ofreció facilidades Manu, que titubeó y se quedó en tierra de nadie.
Hubo respuesta del Deportivo, al que le faltarán jugadores, pero le sobra amor propio. Los de Lotina dieron un paso adelante. Filipe se desenganchó y el equipo se ancló a Juan Domínguez, un joven que deja detalles en cada partido, futbolista de amplia zancada y capacidad para cubrir espacios, más fuerte de lo esperado en el cara a cara con rivales curtidos. Apretó el Deportivo sin elaborar, con balones tras los centrales a Bodipo o centros al área. Uno de ellos, nacido de Filipe, acabó en un testarazo de Juan Rodríguez que se fue al palo.
El Sevilla tomó nota del aviso. Le sirvió para entender que la eliminatoria no estaba ganada. El partido viró porque los jugadores del Deportivo, y más en los primeros minutos tras el descanso, comenzaron a asociarse en la medular. Salió Valerón al campo, un futbolista. Ahí sí caben reproches o explicaciones y que alguien diga para qué está el genio de Arguineguín, si puede rendir al ciento por ciento o en pequeñas dosis, las que le pide Lotina y le recluyen en el banquillo incluso cuando más barato está un hueco en la alineación. Tampoco está para alardes. Nada cambió para bien en el Deportivo con su presencia porque el Sevilla retomó el control y sentenció con dos goles consecutivos. Goleó sin piedad, se aseguró un final plácido y convirtió la cita del Sánchez Pizjuán en un trámite. Será entonces cuando certifique su pase a las semifinales de la Copa y apee de ellas al Deportivo por tercera vez en las últimas cuatro temporadas.
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