El extraño 'efecto BEC'
El cambio de cancha del Bizkaia BB ha traído consecuencias con varias lecturas
El Pabellón de La Casilla siempre fue mucho más que una cancha. Vio renacer de sus cenizas al Bizkaia Bilbao Basket hasta llegar a lo más alto, aunque ahora, con sólo cuatro partidos ganados en la liga ACB -tres en el BEC y uno en Murcia- no esté en su mejor momento. La bombonera, denominada así por la particular y reducida forma circular y compacta de sus instalaciones, contribuyó a asfixiar al rival de turno durante años al permitir que los aficionados, pocos -alrededor de 6.000- pero unidos, se comiesen a los visitantes. Pero su limitado espacio, ideal para angustiar al rival y para revitalizar el ánimo propio, también coartaba la expansión del club.
Tras unos meses en los que los hombres de negro jugaron sólo esporádicamente en la que iba a ser su nueva casa, el BEC, ubicado en Barakaldo, esta temporada ha sido la primera en la que han jugado todos sus encuentros fuera de La Casilla. Y, si hacemos caso de las previsiones del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, será también la última porque para la próxima ya podrán jugar en Miribilla. Como todo cambio, ofrece aspectos positivos y negativos. De un lado, permitió al equipo crecer como club y pasar a casi duplicar su número de abonados. Tanto es así que el BEC tiene el récord de asistencia a un partido de la ACB con 15.414 espectadores -fue ante el TAU Baskonia en 2007-.
Existe otro aspecto que, depende de quién y cómo se mire, es una ventaja o un inconveniente: que la pista esté situada tan cerca de la parada de metro de Ansio es un plus positivo para los vecinos de Portugalete, por ejemplo, que antes debían desplazarse hasta el centro de Bilbao. Aunque ocurre lo contrario con los residentes en la capital vizcaína -un 55% de los abonados-, que podían desplazarse a pie hasta la cancha. Los abonados residentes fuera de la capital vizcaína suponen el 45% del total. Ahora bien, encontrar aparcamiento, por ejemplo, ha dejado de ser un problema, porque junto al centro de convenciones hay un gran parking.
También se ha dado una consecuencia con un alto componente psicológico que no ha pasado inadvertida en el club ni entre los aficionados y jugadores. Y es que el llamado efecto bombonera ha desaparecido. "En momentos determinados se echa en falta el aliento del público, al que antes se sentía más cercano. Muy intenso se tiene que poner el partido que el ambiente se ponga como antes", reconocen fuentes del club. Algo así ocurrió en el encuentro del pasado sábado ante el Barça, cuando los aficionados se calentaron tanto ante el desolador panorama que tenían ante sí que acabaron silbando a Txus Vidorreta y a Javi Salgado. En la cancha también lo han percibido. "Hay menos calor, pero también es cierto que ahora puede disfrutar del partido un mayor número de personas", apunta Paco Vázquez, quien sí admite que "es imposible recrear el ambiente de La Casilla, eso es algo inigualable".
En esa línea, también se registraron numerosas quejas por parte de algunos abonados, que habían perdido visibilidad, aunque el club pronto diseñó una alternativa que pasó por incorporar dos graderíos laterales logrando así acercar el público a la cancha.
Entre los jugadores, un inconveniente relevante es no haber podido entrenar en el BEC con asiduidad por su elevado coste. Acudían, en cambio, a entrenar a Rekalde y a Santurtzi salvo el día antes del partido.
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