El Athletic despierta muy tarde
Octava victoria en casa del conjunto de Manzano, que sube a la cuarta posición, mientras Caparrós frena su racha
El Mallorca de Gregorio Manzano, un equipo de retales, casi desahuciado de antemano durante la pretemporada y convulsionado desde hace año y medio por una precaria y movediza situación institucional y económica, alcanzó ayer los puestos de Liga de Campeones -es cuarto empatado con el Sevilla, quinto-. Con treinta puntos, la mayor renta de su historia en una primera vuelta, el equipo balear se ha colocado cuarto a una jornada de visitar al Madrid en el Bernabéu, el próximo domingo. En la isla, cuando todo el mundo esperaba la tormenta, el sol luce más radiante que nunca.
El secreto del Mallorca está en casa. Ocho partidos, ocho victorias. Nadie ha puntuado todavía esta temporada en Son Moix, y la afición local ya anda preguntándose a quién le tocará la lotería. El Athletic tenía números, venía de ganar cuatro partidos consecutivos fuera, pero ayer acabó cediendo en este particular duelo de rachas triunfales.
MALLORCA, 2; ATHLETIC, 0
Mallorca: Aouate; Mattioni, Rubén, Josemi, Ayoze; Mario Suárez, Martí; Julio Álvarez, Borja Valero (Pezzolano, m. 89), Castro (Tuni, m. 87) y Aduriz (Keita, m. 88). No utilizados: Lux, Corrales, Víctor, Webó.
Athletic: Iraizoz; Iraola, San José, Amorebieta, Castillo; Gurpegui (De Marcos, m. 57), Orbaiz, Javi Martínez; Susaeta (Etxeberria, m.75), Yeste (Muniain, m. 57) y Llorente. No utilizados: Armando, Ustaritz, Koikili, Gabilondo.
Goles: 1-0. M. 48. Julio Álvarez, desde la frontal. 2-0. M. 67. Aduriz, de vaselina, tras recibir de Valero.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Rubén, Aduriz, Borja Valero, Martí, Víctor (en el banquillo), San José y Muniain.
12.803 espectadores en el Ono Estadi.
El partido de verdad tardó en arrancar. Durante media hora larga, Athletic y Mallorca se midieron con mucho respeto antes de dar los primeros zarpazos. Tocaban los baleares sin profundizar, aguantaban los vascos, cómodos sin la pelota, con sus dos puntas, Llorente y Susaeta, a la espera de pescar algún balón largo. Forzado por las bajas, Manzano presentó una pareja de centrales inédita, formada por un suplente habitual como Rubén y un lateral de vocación como Josemi, pero el Athletic no supo sacar provecho de la situación.
Antes del descanso, Aduriz lanzó dos avisos: un disparo cruzado que se marchó lamiendo el palo y un cabezazo que blocó con seguridad Iraizoz. Ayer, el portero navarro estuvo otra vez espléndido. Por su parte, los leones se asomaron al área rival con una jugada ensayada que Llorente no pudo culminar.
La igualdad y el aburrimiento se acabaron de un plumazo recién estrenada la segunda mitad. Caído desde la banda derecha, Julio Álvarez recibió sin oposición en la frontal del área y, con todo el tiempo del mundo, se preparó y lanzó un zurdazo colocado a la escuadra. Amorebieta desvió la pelota, que tomó una trayectoria imposible y superó por alto la estirada de Iraizoz. Un minuto después volvió a aparecer Aduriz, que falló un mano a mano con el portero.
Cuando los bilbaínos quisieron despertar, ya era tarde. Caparrós relevó a Yeste y Gurpegui para remover el ataque con De Marcos y Muniain. Tuvo varios minutos eléctricos el Athletic y, tras un contragolpe, Llorente estuvo a punto de empatar. Pero, con Aouate ya superado, Josemi llegó a sacar el balón con la cabeza.
Ahí acabó todo, porque en la siguiente jugada, Borja Valero ?recuperado después de un mes de lesión? concibió un pase soberbio para que Aduriz, esta vez sí, marcara de vaselina. El ex jugador del Athletic apeló al corazoncito de su antigua afición y no celebró el gol, pero la alegría se desbordó igualmente en las gradas. En el nuevo año, el Ono Estadi sigue siendo inexpugnable.
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