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FÚTBOL | REAL MADRID 6 - ZARAGOZA 0

Excelencia a la vista

El Madrid arrolla al Zaragoza con un soberbio ejercicio de demolición liderado por Higuaín y Van der Vaart

Cuatro meses después de iniciada la temporada, hay un Madrid que se acerca a la excelencia. Dio pistas en el Camp Nou, acentuó su candidatura en Mestalla y anoche, en Chamartín, se hizo la luz . El Madrid fue un ciclón, inalcanzable para un deprimente y desnortado Zaragoza, un muñeco de trapo para los de Pellegrini, que se ensañaron. No hubo tregua. Este Madrid ha cogido impulso, es un equipo en vuelo, con una pegada descomunal, con un sentido del vértigo extraordinario, con un martillo en las dos áreas. No importa que Kaká esté en la enfermería. Lo mismo da que Cristiano no merezca todos los focos hasta el quinto gol, una pieza para el Prado, una diana en la que se permitió bailar en el área rival. Control, tres enemigos con las esposas dispuestas, un vistazo, una burla y adentro.

Real Madrid 6 - Zaragoza 0

Real Madrid: Casillas, Sergio Ramos, Garay, Albiol, Arbeloa, Mamadou Diarra, Lass, Marcelo (Benzema, m.62), Van der Vaart (Granero, m.72), Cristiano Ronaldo e Higuaín (Raúl, m.62).

Zaragoza: López Vallejo, Diogo, Ayala, Pavón, Paredes, Ponzio, Abel Aguilar (Jorge López, m.63), Pennant (Braulio, m.87), Ander Herrera, Lafita y Arizmendi (Ewerthon, m.63).

Árbitro: Manuel Mejuto González, del comité asturiano. Mostró tarjeta amarilla a Paredes (m.23) y a Diogo (m.51), del Zaragoza y a Sergio Ramos (m.80), del Real Madrid.

Goles: 1-0, m.3: Higuaín; 2-0, m.26: Van der Vaart; 3-0, m.29. Van der Vaart. 4-0, m.35: Higuaín. 5-0, m.50: Cristiano Ronaldo; 6-0, m.72: Benzema.

Incidencias: encuentro correspondiente a la decimoquinta jornada de Primera División disputado en el estadio Santiago Bernabeu ante unos 60.000 espectadores.

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El Madrid ha encontrado la senda con teloneros en los títulos de crédito: ahí está Marcelo, un asistente de lujo en Valencia y anoche como auxiliar de Higuaín y Van der Vaart en los dos primeros goles. Ahí está el mismo Van der Vaart, el gran milagro de Pellegrini, que le ha recuperado para la causa y ahora le discutirá el puesto a Kaká. Y ahí está, por encima de todos, Higuaín, desenfrenado ante el gol. Un iluminado al que contemplan desde el banquillo Raúl y Benzema. ¡Nueve goles en los últimos siete partidos! Higuaín es el chico del momento. Su segundo tanto fue poético. Un control delicado, un remate sutil, una pincelada por encima de López Vallejo, espectador privilegiado.

Sin Pepe, Xabi Alonso y Kaká. Lo mismo da. El Madrid está en onda, hace tiempo que se despliega con una voracidad encomiable. Es punzante como pocos, el equipo achica al adversario a un palmo de su portero y en ataque no hay radares fijos, la movilidad de sus puntas estresa a cualquiera, máxime a Pavón y Ayala, los centrales más zarandeados de la Liga. El Madrid no es el de antes. Tiene credo, ya no recula, siempre mira al frente, sus laterales empujan y sus pivotes (ayer los Diarra) se someten a un ejercicio voluntarista inigualable. Por eso no hubo partido, sólo el que quiso el conjunto local. En dos minutos, Higuaín tenía al Madrid en alza; en media hora, con cuatro azotes recibidos, el Zaragoza pedía un armisticio. En realidad, estaba rendido desde el calentamiento.

Con el Barça en el podio mundial, el Madrid arrancó como corresponde a un equipo de sus galones. A un club que quiere lanzar un mensaje contundente. Quiso aplazar cualquier debate con los azulgrana, y su dictadura en el juego y en el partido no tuvo antídoto. No hay receta contra el Barça; hoy, pocos atemorizarían a este Madrid. Y mucho menos el Zaragoza, al que un novato, José Aurelio Gay, intenta reanimar en pleno velatorio. Le queda un ochomil por delante.

Ausente Xabi Alonso, Pellegrini se reservó el envite por los tres delanteros y mantuvo a Van der Vaart, que, de alguna forma, le ha servido de hilo conductor en esta escalada. Dice mucho a favor del técnico su perseverancia con el holandés, del que no había pistas desde la temporada pasada y que en verano arrancó con el grupo casi como un proscrito. Con él, y a falta de Guti, enrocado en su propio diván, el Madrid ha encontrado un ancla entre el medio campo y la delantera. Lo que no es poco. Falta le hacía al Madrid alguien capaz de asistir, de trenzar una pared. Ése es Van der Vaart, con menos púrpura mediática, pero con mayores prestaciones hasta la fecha que Kaká. Y no sólo por sus dos goles de ayer, dos retos en la cara de López Vallejo, sino por su inesperada contribución al hilo del juego.

Más allá de las innumerables debilidades del equipo aragonés, el Madrid se exhibió de principio a fin, no se concedió un respiro ni en el valle de la goleada. Todos quisieron sumarse a la causa, lo que entroniza al grupo, que ya no recula cuando tiene el viento de cola. Es un equipo con apetito, como demostró Benzema, que desde la caseta marcó el sexto; o Raúl, que salió al toque de corneta. Cosa seria, muy seria este Madrid que va teniendo molde. Un conjunto capaz de habilitar a Diarra II o a Garay, relevo intachable de Pepe, un futbolista menos extremista que el portugués, pero también efectivo y, al contrario que aquél, muy silencioso. Pellegrini tiene un fondo de armario con el que no sospechaba. Por eso, sin rotaciones maquilladas por dictados presidenciales, el chileno va teniendo más pistas de las que esperaba. Por fin, él también tiene su mérito. Este es el Pellegrini esperado. Este es el Madrid que la hinchada soñaba. Rumbo a la excelencia. Ahora, sí.

Cristiano y Van der Vaart celebran uno de los goles del Real Madrid.
Cristiano y Van der Vaart celebran uno de los goles del Real Madrid.EFE
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