Bradley ríe el último
El conductor de Estados Unidos culmina un partido perfecto para desmontar las armas de Egipto y meter a su equipo en semifinales
Michael Bradley es el hijo del seleccionador de Estados Unidos, Bob. Es medio centro y juega en el Borussia Moenchengladbach. Tiene 21 años y su aspecto de niño distinguido y pulcro debe ser un resabio de su etapa de Princeton, el lugar de su nacimiento. Bradley parece un estudiante de universidad de pago. También es un buen jugador. Elegante y astuto. Su contribución fue decisiva para desconectar el medio campo de Egipto y dar el mazazo que metió a su selección en las semifinales de la Copa Confederaciones .
Egipto no consiguió imponer su ventaja técnica ante Estados Unidos. Síntoma de inmadurez. También de fatiga. Sin su estrella, el escurridizo Zidan, al campeón africano le resultó insoportable enchufarse al partido después de vivir una semana de euforia. Venía de apretar a Brasil y de ganar a Italia. Sin embargo, no consiguió imponer su ventaja técnica ante estados Unidos. Síntoma de inmadurez. También de fatiga. fLo aprovecharon los estadounidenses, que jugaron con inteligencia y se apropiaron del balón.
EGIPTO 0 - ESTADOS UNIDOS 3
Egipto : El Hadary; Fathi (Said, m. 56), Hani,Gomaa, Farag; El Mohamadi, Shawky, Hosni; Abdelghani (Abugrisha, m. 62), Abutreika y Eid (Hassan, m. 50). No utilizados: Wahid, Sobhi; Fathalla, Khairy, Homos, Tawfik, Moawad, Raouf y Zidan.
Estados Unidos: Guzan; Spector, Onyewu, DeMerit, Bornstein; Dempsey, Bradley, Clark, Donovan; Davies y Altidore (Felihaber, m. 69). No utilizados: Howard, Robles; Bocanegra, Casey, Pearce, Beasley, Wynne, Claiff, Adu y J. F. Torres.
Goles: 0-1. M. 21. Davies. 0-2. M. 63. Bradley. 0-3. M. 71 Dempsey.
Árbitro: Michael Hester (N. Zelanda). Amonestó a Spector, Bradley y El Mohamadi.
Royal Bafokeng Stadium: unos 35.000 espectadores.
La táctica de Bob Bradley, ejecutada con acierto por su hijo, consistió en aislar a Ahmed Eid y a Shawky, los directores del juego egipcio. Cuando Egipto tuvo el balón, Estados Unidos lo presionó arriba, sin tregua, con la contribución de todos sus hombres, empezando por los centrales y terminando por Altidore, un punta omnipresente que bajó a ayudar a sus compañeros apretando y descargando con sentido cada vez que le dieron la pelota. Estados Unidos no es un equipo fastuoso, pero supo cumplir con las máximas del oficio. Supo competir. El resultado es que Egipto, la revelación del torneo, dio la impresión de ser un equipo vulgar.
Egipto perdió la brújula y el partido se convirtió en un correcalles. Fue una mala noticia para Egipto, que se acomoda con la posesión y la pausa. Estados Unidos aprovechó el desorden de su adversario para atacar los espacios y buscar el remate. Charlie Davies lo aprovechó con ímpetu de tanque. Pisó el área pequeña, exigió a los centrales, y su remate pegó en el portero El Hadari, que no consiguió evitar el gol en propia meta. Mérito de Davies, que compensó su falta de habilidad con tesón y agresividad.
El gol desencajó más a Egipto. Nada funcionó en el equipo africano, a excepción de su banda derecha y de Abufilka, su excelente delantero. Por la derecha progresaron Al Muhamadi y Eid, en busca del desborde. Sus incursiones fueron la única respuesta egipcia al dominio americano. De principio a fin, el partido estuvo en el bolsillo de Bradley y sus compañeros.
El golpe de gracia lo dio Bradley avanzada la segunda parte. Robó un balón frente a su área y avanzó con clase. Cuando se aproximó al área de Egipto tocó con Donovan que le devolvió el pase templadito para el disparo. Fue adentro. Fue el 2-0.
La entrada de Hassan no sacó a Egipto del aprieto. Al revés. Cayó en picado ante la lógica precisa del juego de su rival. En un contragolpe, tras un centro de Spector desde la derecha, cabeceó Dempsey ante la inoperancia de la defensa.
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