El Barça gana la Copa con el Athletic en el paraíso
Los de Guardiola se llevan de calle el título ante un rival que solo aguantó al inicio pese al gran empuje de su afición
Pocas veces dos equipos rivales se sienten en la gloria tras una final. Sucedió en Mestalla: la Copa fue para un Barça camino del paraíso total; el Athletic y su gente disfrutaron de su edén particular como no lo hacían desde hace 25 años, con una comunión increíble, inolvidable, de esas que engrandecen los valores de este deporte y subrayan la alcurnia de un club como este. Tal fue la traca final sobre el césped que un marciano no habría adivinado quién era el vencedor. Las dos hinchadas, rendidas por igual a su equipo y al contrario. El Barça se aproxima a una hazaña sin precedentes en su imponente museo; para el Athletic, la final ya supuso una gesta y refuerza sus singulares raíces. Todos contentos en las gradas. Sobre el campo no hubo debate: ganó el mejor, superior salvo en el explosivo inicio rojiblanco.
Athletic 1 - Barcelona 4
Athletic Club : Iraizoz, Iraola, Aitor Ocio, Amorebieta, Koikili, Yeste, Javi Martínez, Orbaiz (Etxeberría, m.61), David López (Susaeta, m.56), Toquero (Ion Vélez, m.61) y Llorente.
Barcelona : Pinto, Dani Alves, Piqué, Touré Yayá (Sylvinho, m.89), Puyol, Busquets, Xavi (Pedro, m.88), Keita, Messi, Bojan (Hleb, m.84) y Eto,o.
Goles : 1-0, m.9: Toquero. 1-1,m.32: Touré Yayá. 1-2,m.55: Messi. 1-3, m.57: Bojan. 1-4,m.64: Xavi
Árbitro : Luis Medina Cantalejo (comité andaluz). Amonestó por el Athletic de Bilbao a David López (m.31) y Koikili (m.36) y por el Barcelona a Touré Yayá (m.22), Messi (m.50) y Keita (m.50). Incidencias: partido final de la Copa del Rey disputado en el estadio de Mestalla ante 50.000 espectadores llegados de Bilbao y Barcelona con mayor presencia de seguidores del conjunto vasco. Terreno de juego en buenas condiciones.
Tenso y eléctrico, el Athletic arrancó al ritmo de Toquero, es decir, con un alto voltaje, con un juego directo con la pelota y una presión asfixiante sobre los azulgrana, sobre su primera línea de gravitación, la defensa. En la cultura de este Barça no existe el pelotazo, se cose desde la cueva. De impedirlo se encargaba Toquero, cabeza de león de este Athletic. Su caso es curioso: se alinea como delantero, pero su dorsal, el 2, le delata. En realidad, es el primer defensa de Caparrós, su esfuerzo resulta conmovedor. Toquero cargó contra Piqué, Touré, Busquets y todo aquel barcelonista dispuesto para la trenza. Si alguien era capaz de sacudírselo, Orbaiz iba al quite. El Barça, sin el fluido auxilio de Iniesta, se sentía tuerto, desnortado por el espíritu Toquero, también causante de una tarjeta a Touré. Ese era el plan rojiblanco, cumplido al milímetro por un pelotón al toque de corneta de Toquero, al que el tajo desmesurado no le impidió acudir al auxilio en el ataque. Al primer córner del Athletic, el alavés cabeceó ante el flequillo de Pinto y entre varias estalactitas azulgrana. El Barça pagó su deficiente defensa zonal; su adversario explotó su mejor vía ofensiva. Así, antes de cumplirse un cuarto de hora, el conjunto de Caparrós había logrado imponer su guión soñado. Enfrente, el cuadro de Guardiola no encontraba una puntada.
El gol puso al Athletic en trance, pero no supo administrarlo de la mejor manera. Extraviado Llorente, no encontró el enganche para su juego de ataque, casi siempre frontal, y reculó más de la cuenta. Toquero se enhebró en el medio campo y el Barça tuvo más paisaje, se quitó las cadenas. Con el Athletic en la sala de espera, era cuestión de paciencia. Así es este Pep Team, siempre fiel a su arquitectura, sea cual sea el andamiaje y el devenir del partido. Ocurrió lo peor que le podía pasar al equipo vizcaíno: del protagonismo de Toquero al de Xavi. Guardiola tuvo mucho que ver. Ordenó a los dos centrales, Piqué y Touré, que se abrieran a las orillas del área, un señuelo para los escoltas de Caparrós, que despejaron el pasillo central a Xavi. Y, al hilo de Xavi, se activaron Messi y Alves. Demasiado para el Athletic, que perdió su armadura. Con los tres tenores, Busquets y Keita perdieron su timidez inicial y hasta Touré se sumó a la aventura. Eto'o y Bojan ya habían tenido una cita con Iraizoz. Hasta que le llegó la más imprevista: un eslalon de Touré desde la caverna defensiva que concluyó con un zapatazo que imantó la pelota en un rincón de la portería rojiblanca. Al Barça solo le faltaba Bojan, cuya ternura a veces le hace parecer un intruso parvulario en un partido de adultos. Tiene gol, pero le falta hueso para la partitura de sus compañeros.
Poco a poco, el partido se volcó por completo del lado azulgrana. En la misma medida en la que Messi comenzó a disparar todas las alertas en la retaguardia del Athletic. Xavi marcaba los pasos, Alves remaba y el argentino desequilibraba. No había noticias de los chicos de Caparrós, entregados a la causa de forma encomiable, pero superados por el talento de su adversario. El Barça multiplicó la velocidad de circulación, inalcanzable para su rival. El Athletic estaba maduro y Messi, cómo no, le dio la puntilla tras una jugada que retrata al pictórico equipo que ha dibujado Guardiola. El gol se inició en Pinto, con los centrales abiertos para la salida del juego. La jugada acabó en córner sin que apenas un rojiblanco acariciara el balón. Después del saque, Messi, con su acierto, puso en marcha la sinfonía barcelonista. Bojan cerró una contra estupenda y Xavi dejó la pelota en la red tras afeitar la escuadra derecha de Iraizoz en una falta.
Laminado por su adversario, el Athletic frenó el escarnio por el desatino de Eto'o y un exceso de poética en torno a Iraizoz. Perdonable. Este Barça rumbo a la gloria merecía darse un homenaje. El Athletic, pese al resultado, también se lo dio, arengado por una afición intachable, capaz de pasear a San Mamés por esta Copa con toda la grandeza de su historia. Por algo, unos y otros se sintieron en el olimpo, nada que ver con el triste final de hace 25 años.
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