El difusor revolucionario (y polémico) de Ross Brawn
Las modificaciones aerodinámicas del equipo Brawn GP suman dos rivales en la pelea al frente de la parrilla
La delgada línea que separa la ilegalidad de una resolución inteligente sigue dando coletazos en el garaje de Ross Brawn, y mientras unos contemplan la modificación de los difusores traseros como una decisión marrullera, otros decantan sus declaraciones a una "interpretación no correspondida con la naturaleza de las reglas". El Gran Premio de Australia del próximo fin de semana ha pillado a la Federación con el trabajo a medio hacer, y ahora se le acumulan las tareas. Al aumento de puntuaciones, de 10 a 12, para el vencedor solicitado por la Asociación de Pilotos y la propuesta de la FIA de conceder el mundial al corredor con más victorias -ambas medidas no natas- se suma ahora la polémica por el tamaño de los componentes aerodinámicos de los monoplazas. Un nuevo frente en la guerra FIA-FOTA.
Si se mantiene la tendencia en Melbourne, los comisarios de Albert Park tendrán trabajo asegurado después de la carrera. El rendimiento de los Brawn GP de Jenson Button y Rubens Barrichello en la pretemporada les ha catapultado al frente de la parrilla con tiempos casi inalcanzables para el cuarteto puntero del pit-lane. ¿El culpable? El tamaño del difusor, un elemento vital en la aerodinámica del monoplaza diseñado para asegurar el flujo óptimo del aire debajo del coche e incrementar la adherencia al suelo. Mientras Ferrari, McLaren, BMW y Renault portan un modelo más estándar, BrawnGP (también Toyota) incorpora una modificación que les proporciona más agarre trasero y favorece la reacción del coche a la salida de las curvas, haciéndoles casi inalcanzables en pista. De concluir novenos en 2008 a ser promesa en 2009.
¿Es ilegal utilizar una laguna existente en la reglamentación de la FIA? Por ahora, la respuesta es no, aunque después de la cita en Australia las cosas podrían cambiar. El reglamento oficial no alude en ningún momento a la forma de los difusores. Sin embargo, si algún equipo protesta -puede hacerlo antes o después de la carrera-, las alegaciones presentadas serían estudiadas posteriormente por los organizadores del Gran Premio, y probablemente las quejas serían trasladadas a los tribunales de la Federación como última instancia.
Su presidente, Max Mosley, ha celebrado no tener que interferir, al menos por ahora, en la polémica, pero probablemente tenga que mediar en un futuro. "Será difícil juzgar, se puede decir que son legales y se puede decir que no. Si hubiésemos tenido tiempo se podía haber sometido la cuestión a la Corte de Apelación de la FIA antes del Gran Premio de Australia, pero hacerlo esta semana no era el momento, no hubiera sido correcto. Si todos los equipos hubiesen pensado que el dispositivo es ilegal, no deberían haberlo usado en las pruebas de Barcelona".
Si Melbourne decide que los difusores son legales y no revisten una diferencia escandalosa con el resto de rivales, éstos interpondrán una reclamación formal para echar por tierra la evolución aerodinámica; si, finalmente, el fallo favorece a Ferrari y compañía, la escudería británica no se quedará de brazos cruzados viendo cómo se pierde su mejor baza para ganar carreras. Cada resolución tendría, además, una consecuencia añadida. En caso de que las protestas lleguen a buen puerto, según Isaac Prada y Noguera, cambiar la fisonomía del Brawn GP tendría que esperar hasta la llegada de la fórmula uno a Europa, después de aterrizar en Malaisia y Bahréin. Si prevalece la iniciativa de Ross Brawn y las diferencias entre su escudería y el resto son notables, serían los rivales los que deberían readaptar los coches para hacerlos más competitivos, aunque para ello tuvieran que modificar piezas, probarlas y verificar su efectividad en pista.
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