_
_
_
_
_
LIGA BBVA | VALENCIA 3 - ALMERÍA 2

Pánico en Mestalla

El Valencia gana al Almería pese a su desastre defensivo

Tras el fragor de la extenuante batalla, los victoriosos jugadores del Valencia formaron un círculo en el centro del campo y aplaudieron a su público. En espera de correspondencia, Mestalla respondió con una pitada inequívoca. No quería gato por liebre. El Valencia fue un equipo desorganizado, inseguro, debilísimo aún con la victoria. El Almería tuvo más cuajo y el empate a tiro. El que le detuvo en el último suspiro César a Piatti: una gran estirada de su brazo izquierdo, muy abajo, que salvó al conjunto de Emery del ridículo espantoso. Pero no de un sufrimiento atroz. El Valencia necesitó tres goles para ganar. Con menos no puede. Es la consecuencia de la peor defensa que se le recuerda.

Valencia 3 - Almería 2

Valencia: César, Miguel, Maduro (Albelda, m.87), Marchena, Moretti, Baraja (Edu, m.81), Fernandes, Joaquín (Angulo, m.69), Silva, Mata y Villa.

Almería: Diego Alves, Bruno, Carlos García, Pellerano, Mané, Iriney, Soriano (Corona, m.68), Juan Manuel Ortiz (Piatti, m.83), Crusat, Uche y Negredo.

Goles: 1-0, m.6: Joaquín. 1-1, m.22: Negredo. 2-1, m.30: Villa, de penalti. 3-1, m.61: Villa. 3-2, m.64: Negredo.

Arbitro: Mejuto González (colegio asturiano). Amonestó por el Valencia a Maduro y Baraja y por el Almería a Soriano, Carlos García y Crusat.

Incidencias:Partido disputado en el campo de Mestalla ante 15.000 espectadores. Terreno de juego rápido por la lluvia caída antes y durante el encuentro. Se guardó un minuto de silencio por los cuatro niños fallecidos al derrumbarse una instalación deportiva en Sant Boi la pasada semana y por Pablo Porta, ex presidente de la Federación Española de Fútbol.

Fútbol holandés en Mestalla. Vivaracho y locuaz. De defensas frágiles y delanteros amenazantes. Un descontrol táctico que el escaso público disfrutó unas veces y sufrió en otras. El Valencia es un equipo partido en dos. Una delicia arriba; un desastre atrás. Capaz de enamorar con Joaquín, Silva, Mata y Villa; y de desesperarse con Miguel, Maduro, Marchena y Moretti. Al oír el pitido del final de la primera parte, Baraja se estiró de la camiseta en un gesto de rabia. "¡Menos mal", tal había sido el pandemonio de ese primer acto.

El partido nació abierto, como si la lluvia hubiese disipado todos los miedos del equipo de Emery. El aire corría por todas partes, también desde la grada, semivacía. Contribuyó el Almería, generoso en su planteamiento, más cerca de la portería de César que de la propia. El ataque valencianista se desató en el primer cuarto hasta que la alianza de los zurdos, Mata y Silva, combinaran por el extremo antes de servir un centro templado que Joaquín empalmó cruzado a gol, en semifallo.

Adormecido hasta entonces, el orgullo de Hugo Sánchez entró en ebullición y envió a Crusat a explorar las flaquezas defensivas de Mestalla. Las encontró todas. El explosivo Crusat se zampó a Miguel con un magistral regate de espaldas y halló un pasillo franco que le condujera directamente ante César. Nadie le salía al paso, por mucho que el superado Miguel le pidiera con la mano a Marchena que cerrara las puertas. En lugar de seguir, Crusat prefirió pensar. Y en vez de disparar ante la media salida de César, prefirió pasar a media altura, al espacio exacto, a Negredo, que dibujó un escorzo en el aire para rematar en el aire. Con el exterior de su zurda, por supuesto. Es lo que tienen los zurdos cerrados.

Mestalla se puso de uñas y la zaga de Emery se derritió. Cualquier incisión parecía una hemorragia que tapó Cesar en una decidida salida a los pies de Negredo. Feo se le puso el partido al Valencia y Crusat sembró el pánico entre la grada. Pero en estas llegó un error en la entrega de Bruno a su portero que permitió la internada de Mata. Con Carlos García en el cogote, el extremo valencianista se sintió feliz de besar el suelo. Si hubo contacto, fue suave, pero el penalti le alegró la vida al Valencia, que pasaba por un mal trago. Diego Alves, portero del Almería, trató de poner nervioso a Villa. Retrasó todo lo que pudo el lanzamiento. Y le adivinó la dirección. Pero ni así logró evitar la impresionante efectividad del Guaje en este tipo de suertes: esta vez le bastó la precisión y la potencia justa.

Baraja y Fernandes dieron síntomas de desmoronarse. Son problemas distintos. A Baraja le falta físico; a Fernandes, cabeza. Juega como si fuera sobrado, pero no lo está. Mestalla se temía lo peor hasta que Mata cazó una contra de carril. Le sirvió a Silva, éste a Villa y el remate del Guaje lo rechazó Alves. Como el balón volvió a caerle en su órbita, Villa esta vez remachó de un zurdazo. Puede perdonar una vez; dos no. Dos goles de ventaja para tomarse un respiro no son suficientes para el Valencia. No. Bastó una pifia de Marchena en el despeje para que Negredo se encontrara con un cabezazo franco. Mestalla sintió los minutos como horas. El lateral Mané destrozó a Angulo, pero sus centros no encontraron rematador. Y cuando Piatti pilló la última bala, le respondió César con la parada de la noche. Una reacción de viejo vaquero.

David Villa celebra su segundo gol conseguido frente al Almería.
David Villa celebra su segundo gol conseguido frente al Almería.SANTIAGO CARREGUÍ

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_