Penas y glorias en Pekín
La actuación del equipo español mejora respecto a Atenas pero no alcanza los méritos de Barcelona 92
Cuatro años más tendrá que esperar España para batir la hazaña de hace 16 años en Barcelona. Pekín ha apagado su pebetero. Sus Juegos han entregado el testigo a Londres y ya son parte de la Historia del deporte. Una Historia bordada con los oros del pez Phelps y los récords mundiales de Isinbayeva, de Bekele y de Usain Bolt, el dueño y señor del Nido. También con la satisfacción a medias de la delegación nacional, que regresa a España con un botín más cuantioso en oros, cinco, pero la misma sensación de "podía haberse conseguido algo más". A partir de mañana, todo quedará en el recuerdo: éxitos y fracasos, sonrisas y lágrimas. Así son las olimpiadas, tan espléndidas como despiadadas.
Al final, cinco oros, diez platas y tres bronces. Mejor que en Sydney y Atenas, pero muy lejos de los trece oros obtenidos en casa. Y todo ello sin la aportación del atletismo, la gran esperanza derrotada. 54 atletas que lo prometían todo, pero que no han cosechado nada. No pudieron Higuero, Casado y Estévez (por fiebre) en el 'milqui', ni Chema Martínez en el maratón. Tampoco 'Paquillo', favorito en marcha, ni Marta Domínguez, en los 3.000. Los obstáculos se hicieron tan grandes como su cansancio, y la palentina acabó por el suelo, desorientada primero y sorprendida después, rozando un metal que no consiguió atrapar. No pudo concluir la prueba.
No han sido los únicos. Gómez Noya se quedó a un paso, cuarto en el triatlón; casi como Frank Casañas en disco, donde firmó la quinta posición. Salvo la actuación del cubano nacionalizado, el lanzamiento español volvió a defraudar. El canario Mario Pestano no pasó de la novena plaza y Manolo Martínez, emblema de la delegación española, apenas superó el corte de la primera ronda. Los 19,81m del capitán español no fueron suficientes, y tuvo que conformarse con el décimo puesto en el grupo B. Se habla de fracaso en el atletismo nacional, pero el presidente de la Federación insiste en hablar de "decepción".
En tierra, pero sobre dos ruedas, Samuel Sánchez se encargó de maquillar la pobre actuación del ciclismo español en ruta. Las dos promesas, Alberto Contador y Carlos Sastre, sonaban a medallas, avalados por sus victorias en el Giro y el Tour, pero fue el ovetense quien finalmente estrenó el cupo de oros del palmarés nacional. Si ser cuarto en los Juegos supone pasar al olvido, Contador lo pagó caro al dejar el bronce a ocho segundos. Mala suerte, sí, pero no un fiasco; el verdadero fracaso lo protagonizó Maribel Moreno al abandonar Pekín a los cuatro días por una ansiedad que terminó siendo un positivo por EPO. A España le sacaban los colores.
La piscina también dejó decepciones. La jovencísima Mireia Belmonte fue devorada en el Cubo por "las fieras" Rice, Hoff, Coughlin y Coventry, víctima de su falta de experiencia en citas de tanta envergadura como unos Juegos. La catalana, campeona de España en 200 estilos, no pasó del penúltimo puesto, se ahogó ante tanta maestría. ¿El consuelo? La edad, 17 años, y el propósito de entrenar "durísimo" para ser la revelación en los Juegos de Londres de 2012.
Cid, Vasco y Quiñónez, memorables
En el camino entre la decepción y el éxito se han quedado dos atletas excepcionales y una gran gimnasta, Almudena Cid. Pese al lastre que suponen sus 28 años para la gimnasia rítmica ante rivales diez años menores que ella, Cid dice adiós a la competición después de 12 años al más alto nivel, con un diploma olímpico y el orgullo de haber disputado la friolera de cuatro citas olímpicas.
La cara más profesional de la gimnasia española comparte momento con la marchadora María Vasco y el vallista Jackson Quiñónez. Bronce olímpico en Sydney, la atleta barcelonesa ha sido una de las paradojas de estos Juegos al batir el récord de España bajo el diluvio que se descargó en Pekín, exhausta tras intentar recuperar las dos posiciones perdidas en el último kilómetro de la prueba. Concluyó quinta, algo mejor que Quiñónez, el tercer español en una final de 110 metros vallas en la historia del atletismo, tras Moracho en Moscó 80 y Carlos Sala en los Angeles 84. Al español de origen ecuatoriano le superó la prueba, y asistió desde el octavo puesto a la coronación de Dayron Robles.
Los verdaderos protagonistas
Sólo los campeones tienen el derecho a verse reflejados en los anales. Mientras Rusia y Estados Unidos han reafirmado su papel de favoritos, China ha aprovechado su condición de anfitriona para presentar al mundo su potencial deportivo y hacerse un sitio entre los más grandes. Sin embargo, aunque la natación tenga apellidos estadounidenses y la gimnasia se vista de rojo oriental, España, emergente en ciclismo femenino, balonmano y esgrima, será durante cuatro años la referencia en deportes como el tenis, la vela o el ciclismo por motivos tan contundentes como el segundo puesto de 'Vivi' Ruano y Anabel Medina y la victoria de Rafa Nadal sobre Fernando González en la final, la guinda a una trayectoria que le ha visto conseguir lo que hasta hace un año parecía un imposible: destronar a Roger Federer de lo más alto del ranking mundial.
No obstante, el potencial de Rafa hizo predecible el desenlace. Mucho más que lo logrado por Samuel Sánchez en ruta y Joan Llaneras en pista, ambos con dos oros inesperados, preludio de los cinco que completaron las dos parejas, en piragüismo y vela Tornado. Saúl Craviotto y Carlos Pérez trajeron, de forma inesperada, la última presea dorada derrochando paladas en K-2. Fernando Echávarri y Antón Paz, por su parte, despidieron con honores la modalidad velística que les ha visto coronarse con otro oro, el mismo metal que podrían haber disfrutado Iker Martínez y Xavier Martínez si los jueces hubieran descalificado a los daneses en la polémica regata de 49er.
Al final hubo plata, la misma que traerá Gervasio Deferr después de su impecable ejercicio de suelo y David Cal al concluir segundo en el kilómetro y el medio kilómetro de canoa individual. Llaneras, esta vez junto a Jordi Tauler, también se apuntó a la lista de plateados con una gran actuación en la modalidad de madison.
Pero había sitio para más. Por un lado, las 'Sirenas' de la natación sincronizada, encabezadas por Gemma Mengual y Andrea Fuentes, que también comparten una medalla en el dúo, hicieron lo propio, sólo superadas por unas rusas casi inalcanzables. Por otro, los chicos de Aíto, con la plata más grande, la más vibrante, la más digna, rendidos ante la superioridad insuperable de EEUU. Escasos en trofeos en comparación con China pero más cerca del palmarés de Barcelona, Pekín ha demostrado a España que a base de trabajo llegan las recompensas, que el atletismo no es el único salvavidas y que la edad, más que una traba, es un orgullo. "A la próxima vendrá el oro", auguraron las nadadoras. Seguro que sí.
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