El Barça silencia Celtic Park
El equipo de Rijkaard se reencuentra con su mejor versión en Glasgow ante un Celtic que recibió una recompensa excesiva
El Barça se reencontró en el sector católico de Glasgow. Ni las 60.00 gargantas de Celtic Park, ni los estruendosos bramidos de los enfervorizados hinchas del Celtic pudieron hacer frente a un Barcelona que estuvo muy cerca de su mejor versión en el vetusto estadio escocés. Un fortín del que han salido trasquilados equipos de la talla del Manchester, el Milan o el Bayern, pero que no pudo frenar el juego ofensivo de los de Rijkaard. Liderado por Messi, que firmó una soberbia actuación, el equipo azulgrana se repuso de sus errores defensivos y de los golpes iniciales que le propinó su adversario para dejar prácticamente sellada la eliminatoria. Con un juego más vertebrado, y con un Ronaldinho repuesto, más incisivo, el Barça ofreció sus primeros síntomas de resurrección e impuso su enorme superioridad sobre el cuadro escocés.
No obstante, el Celtic transformó contra pronóstico el guión del partido. El Barcelona, precavido, bien armado en la medular y la retaguardia, esperaba una salida fulgurante de su rival. Pero lejos de aprovechar los minutos iniciales y el empuje de sus seguidores, los hombres de Strachan cedieron el esférico sin contemplaciones al equipo azulgrana, que desde el inicio comenzó a trazar buenas combinaciones. Con un Ronaldinho enchufado, mucho más entonado que en otros envites, el Barça cercó la portería de Boruc. El astro brasileño, en alianza con Abidal, hizo estragos la banda izquierda escocesa e incluso se atrevió a encarar como antaño. A los diez minutos, el 'Gaúcho' estuvo a punto de empalmar una buena cesión de Henry, y acto seguido, el guardameta polaco empleó sus puños para despejar un misil procedente de las botas de Iniesta.
Sin embargo, la aparente benevolencia del Celtic se transformó al cuarto de hora en una embestida brutal para los de Rijkaard, dirigidos desde el banquillo por Johan Neeskens en esta ocasión. Ronaldinho botó una falta con inocencia y McGeady recogió el testigo. La incursión del habilidoso extremo escocés se convirtió en una acción envenenada a la que ningún defensor azulgrana supo poner fin y el balón quedó suspendido en el punto de penalti. Allí emergieron con toda su fuerza los 195 centímetros de Venegoor of Hesselink, que sin paliativos, cabeceó con contundencia a la red.
El gol del estilete holandés no resquebrajó el planteamiento del Barcelona. Más sólido, más consistente y fiel a su razón de ser, el conjunto de Neeskens buscó con decisión la igualada y tan sólo tres minutos después del zarpazo escocés, Messi se inventó una bella internada, apoyándose en Deco, para batir por alto al fornido Boruc. Un tanto que hacía justicia a lo expuesto hasta ese momento y que devolvía el choque a su curso natural, con un Barça volcado, bien plantado sobre el tapete, y un Celtic entregado a las pillerías de McGeady, los destellos de Nakamura o al poderío aéreo de Venegoor. Pese a la indulgencia local, en la recta final del primer acto se repitió el esquema de los compases iniciales. El Barcelona desaprovechó varias oportunidades y volvió a recibir el castigo de su oponente, que de nuevo, se recreó ante un desajuste defensivo azulgrana para que Robson superase con la testa a Valdés, ligeramente descolocado.
Magnífico Henry
En la reanudación, el Barça hizo aflorar su gran virtud de la noche: la capacidad de reacción. En ningún instante agachó la cabeza y se creció ante la adversidad que suponían las dolorosas dentelladas del Celtic. Arrancó la segunda mitad con los mismos hombres y borró de un plumazo la sonrisa que esbozaba el graderío escocés. Thierry Henry, al más puro estilo de su etapa en el Arsenal, tomó la pelota en la izquierda, condujo con su elegancia habitual hacia el centro y dibujó un hermoso golpeo con rosca que hizo inútil la estirada de Boruc. Un gol de autor que devolvía las tablas al marcador y permitía a Neeskens introducir nuevas variantes. El técnico holandés sentó a Deco, amonestado, y a Ronaldinho, que completó un buen encuentro.
La entrada de Eto'o, el 'fantástico' sacrificado en Glasgow, imprimió una marcha más a los últimos minutos y desdibujó la defensa del Celtic con su permanente cambio de posiciones. En una de ellas, el camerunés sirvió un buen pase a Messi, que, con mucha sangre fría, pulverizó la cadera de Caldwell y certificó el merecido triunfo de su equipo. Una importante victoria en un gran escenario, que constata la anhelada mejoría ofensiva del Barcelona, un oportuno lavado de imagen, y deja a los de Rijkaard a las puertas de cuartos. El Camp Nou dictará sentencia.
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